Discurso graduación Graduados en Física de la Universidad de Oviedo 7/7/23

Buenas tardes a todos: queridas familias y amigos, personal de la universidad y por supuesto queridos compañeros,

Físicos, que sepáis que ya no tenéis ninguna excusa. A partir de hoy, debéis saber perfectamente cómo resolver un problema de diagramas de fuerzas. Ya no vale con que simplemente contéis la historia del gato de Schrödinger. Y también tenéis que responder a la pregunta más temida por todo físico: por qué los imanes se pegan a la nevera.

Quién nos viera cuando empezamos la facultad. Con nervios, con entusiasmo, perdiéndonos en los pasillos atestados de gente, sin encontrar el aula que nos correspondía. Experimentando por primera vez lo que es tener una TG suelta el viernes a las siete de la tarde.

Hay muchas cosas que desconocíamos por entonces y que, aunque al principio desalentaban, acabábamos manejándolas con brío, como ese problema de un péndulo que cuelga de un muelle que cuelga de otro péndulo que cuelga de otro muelle.

No hubiéramos podido pasar por todo eso sin las personas que nos han precedido en estos últimos años y sin cuyos apuntes y exámenes de la última década, os aseguro que ninguno de nosotros estaría hoy aquí.

Pero hay algo que nos diferencia de esas generaciones anteriores y que irónicamente el destino ha querido que rime con uniovi. Sí. Me refiero al covid.

De repente, nos quedamos encerrados en casa y rodeados de incertidumbre. Vimos cómo los profesores se batían en duelo con las pizarras digitales. Cambiamos de hábitos de rutina, porque pasamos mucho tiempo sentados en nuestra mesa ente clases y estudio y también cambiamos de hábito de vestir, porque sé yo todos hemos ido al menos a alguna clase en pijama.

Una cosa os diré bien clara: hoy todos vosotros obtenéis un título de graduado en matemáticas, física o ambas ramas de la ciencia. No hace falta que se os lo recuerde. Pero lo que nadie os ha dicho es que vosotros ya tenéis un doctorado. Sí cómo lo oís. Un doctorado en escaneo y envío exprés de exámenes online.

Con el tiempo, la palabra pandemia dejó de poblar nuestros oídos y volvimos a las aulas, aunque seguimos llevando la mascarilla unos meses y no podíamos vernos los rostros. Como por arte de magia ya habíamos pasado el ecuador de la facultad y éramos los mayores. El futuro se aproximaba y le llegó el momento a tomar esas pequeñas decisiones: qué optativas elegir o de qué y con quién haríamos los temidos trabajos de fin de grado.

Ya sabíamos un poquitín de física. Y no sólo de estudiar, sino también de hacer. Podéis sentiros afortunados si os ha ocurrido alguna de las siguientes cosas:

  • Haber logrado exportar a la primera los datos de un osciloscopio que os supera en edad.
  • No haberos irradiado en las prácticas de nuclear ni cegado con un láser en las de óptica.
  • Haber realizado el experimento de Millikan sin dejarlo como una freidora del McDonald’s o, más meritorio, medido correctamente la capacidad calorífica en el experimento de los gases de Técnicas II (sin inventarse las cifras).
  • Al analizar los datos del CMS para física nuclear y de partículas haberos encontrado con el Higgs o,
  • Nunca se os ha petado el ordenador al compilar un programa de Python. Los del doble grado que sepáis que aquí tenéis un doble mérito. Tal y como llevo diciendo todo el año.

“doble grado doble grado, menuda depresión he cogido programando en Matlab y en python”

Como podéis ver, familiares, amigos, sabemos hacer de todo: es que somos una gran facultad. Y al decir esto todos sabéis que me refiero a la cantidad de gente y no al tamaño del edificio, si no fuera así yo no me conocería el interior de minas y geología. Pero en efecto, a nuestro edificio se le coge cariño. Sales al pasillo y te saludan un montón de caras, igual algunas que han disfrutado de una experiencia fuera unos meses, o te llega el momento en que, tras subir los tres pisos de escaleras sin quedarte sin aliento sabes si el aula A03 está a la izquierda o a la derecha.

Habéis cogido un montón de rutina entrando todos los días por esas puertas y pasado cientos de horas ahí, alguno incluso, diez horas de clase en la misma jornada. Y para salirse de la rutina ya sabéis, un billar, un café en esa hora suelta, o una visita de los bomberos.

Nuestra facultad es viejita, pero está en buenas manos. No sabéis el gusto que da que las pizarras estuvieran limpias, que vinieran rápido a arreglar ese cañón que no funcionaba, o que alguien tuviera en la cabeza en qué parte del SIES estaba un documento y los más intrincados reglamentos de la universidad.

Todo eso quedó ya atrás y toca pensar en lo aprendido. He pesado mis apuntes de álgebra y os diré que alcanzan 33 hectogramos. Sí, sí como lo oís, el numerín. Aunque no me atrevo a prometer si mis apuntes de cuántica superarán esa cifra.

Hemos hecho mil cosas, pero ¡qué valientes aquellos que no hartos de todo el curso aprendiendo, no habéis parado ni en verano! Menudo esfuerzo, el de aprovechar las vacaciones para sacar ese examen de inglés, para iros de campamento a analizar datos, meteros en prácticas, o dedicar las horas a un curso online.

Todo eso ha merecido la pena sólo por llegar adonde estamos, sí incluso esas pocas décimas de entregar quince páginas de informes de sólido. Os lleváis con vosotros las tres lecciones más importantes: que con desarrollos de Taylor se puede lograr cualquier cosa, que todos los problemas se resuelven mejor con objetos esféricos y en el vacío y que las ecuaciones importantes hay que recuadrarlas en 3D. Quizás lo único que hay que lamentar de todo este gran trayecto, es que ahora al ver Big Bang Theory, da pavor entender de lo que hablan.

Llega el final y lo que me vienen a la mente son palabras de agradecimiento.

Queridas familias y amigos que habéis venido a acompañarnos en este momento tan especial: debéis saber que, sin vosotros, hoy no habríamos llegado hasta donde estamos ahora. Gracias por animarnos sin parar durante estos últimos años y por no dejar que cejemos en nuestro empeño. Gracias por ese sándwich para cenar cuando llevábamos horas y horas haciendo ejercicios frente a nuestras mesas. Por esos mensajes de aliento cuando no se veía nuestra cama debajo del montón de folios. Por infundirnos resolución cuando dudábamos si presentarnos a una prueba. Por no dejar que nos viniéramos abajo ante la presión de los exámenes.

Seguro que ha habido momentos malos, pero también muchos otros buenos. Os estamos agradecidos por estar con nosotros en todos ellos. Por compartir las penas cuando las cosas nos iban mal y doblar las alegrías cuando nos iban bien. Afrontamos felices la etapa de nuestras vidas que ahora comienza y lo hacemos sabiendo que podemos contar con todo vuestro apoyo.

Queridos docentes: no os imagináis lo grande que es la suerte de habernos tenido como alumnos. Ya os acordaréis de lo buenines que éramos cuando dentro de poco tengáis que corregir ejercicios e informes hechos de la mano de ChatGPT.

Si me preguntáis a día de hoy por muchas de las cosas que en su día aprendí de vosotros la verdad es que no puedo acordarme de ellas con exactitud. Se me ha olvidado cómo se hace ese ejercicio. Se me han olvidado todas las fórmulas de senos y cosenos a pesar de me las he aprendido cincuenta veces. Incluso, el otro día pensando no lograba acordarme del nombre de una de las asignaturas de primero.

Me acuerdo en cambio de muchas cosas tontas que no se relacionan con lo aprendido en la carrera: me acuerdo de esas TGS que se convirtieron en gymkanas y se premiaban con gominolas. Me acuerdo de ver algún profesor dando clase en el jardín porque se había quedado una tarde soleada. Me acuerdo de ese primer ejercicio de mecánica cuántica en el que el operador Lunes ponía a mi función de onda triste, pero el operador Viernes la dejaba contenta. También me acuerdo del inservible dato de que Zeeman no era marinero a pesar de que una nota a pie de página parecía indicar todo lo contrario. Me acuerdo de las caras de extrañeza que poníamos cada vez que la pizarra estaba escrita en otro idioma, a pesar de vuestra insistencia en lo trivial, fácil, sencillo, rutinario, obvio o banal que era todo. Me acuerdo de ese sentimiento de júbilo cuando algún profesor nos perdonaba alguna que otra clase. Y me acuerdo de lo nerviosos que íbamos todos a las TGS de sólido, deseando que nos tocara el ejercicio que mejor habíamos preparado y nuestra suerte la decidía un naipe o un cromo de la Liga.

Da gusto ver las molestias que os tomabais en que entendiéramos las cosas. Había alguno que se peleaba con nuestras preguntas en los pasillos y hasta que lo entendíamos no nos dejaba en paz. Se nota que hemos escogido una carrera preciosa en el hecho de que pasan los años y os seguimos viendo enseñar física o matemáticas con la misma ilusión que el primer día. Sólo nos queda anhelar que llevemos esa ilusión con nosotros en todo lo que hagamos a partir de ahora.

Por último, queridos compañeros de graduación:

Miraros bien entre vosotros y disfrutad enormemente de este día, pues momentos como este son irrepetibles. Echad la vista atrás por un momento a todas esas risas, pensad en todo lo que habéis logrado y comenzad con muchas ganas este nuevo capítulo de vuestras vidas que se abre ante vosotros.

Estudiantes, enhorabuena.