Ocho de cada diez trabajadores sufren el ‘síndrome del impostor’
El 81% de los profesionales españoles confiesan que en algún momento de su trayectoria profesional han sufrido el ‘síndrome del impostor’, sobre todo en sectores altamente competitivos y posiciones de alta responsabilidad.
Esta es la principal conclusión de un estudio de HAYS, que explica que este fenómeno psicológico se caracteriza por aspectos como miedo al fracaso, dificultad para asumir nuevas responsabilidades, una sensación extrema de estrés o exceso de autocrítica.
Quienes sufren este síndrome afrontan incapacidad de reconocer los propios logros y la persistente percepción de estar engañando a su entorno laboral.
Detectarlo en uno mismo puede ser complicado, pero a menudo es más fácil reconocerlo en un compañero. "Un empleado que constantemente minimiza sus logros, atribuyéndolos a la suerte o a la ayuda de otros, o que teme asumir nuevos retos y responsabilidades, es un posible caso de síndrome del impostor", señaló la directora de Servicios de Contratación en HAYS España, Silvia Pina.
Esta empresa de recursos humanos detalla que, además de pertenecer a sectores competitivos y ocupar puestos de responsabilidad, otros aspectos que incrementan las posibilidades de padecer ‘síndrome del impostor’ son el género y la edad. En concreto, este síndrome es particularmente común entre mujeres que, tras la maternidad, deben reincorporarse al trabajo.
"La conciliación entre la vida laboral y la maternidad lleva a muchas mujeres a cuestionarse si cumplirán las expectativas de la empresa o si podrán reincorporarse con normalidad teniendo en cuenta su nueva situación", comentó Pina.
Asimismo, la falta de experiencia suele ser un factor clave que genera inseguridades en el entorno laboral, lo que hace que los perfiles júnior sean más propensos a experimentar el ‘síndrome del impostor’. De hecho, el estudio de HAYS revela que el 38% de los profesionales acostumbra a experimentar este fenómeno al comenzar un nuevo empleo, siendo más común entre aquellos con menos trayectoria.
La empresa se ve afectada
Si bien el síndrome del impostor es una cuestión psicológica y personal, sus efectos van mucho más allá. Un trabajador que no confía en sí mismo y que no cree en sus habilidades puede acabar generando problemas en aspectos como la productividad o la apuesta por la innovación dentro de una compañía, según este estudio, que indica que “el miedo al fracaso hace que estos profesionales sean menos proactivos y ralenticen la toma de decisiones importantes para el desarrollo del negocio”.
Además, este problema también puede afectar a los equipos, especialmente cuando quien lo sufre ocupa un puesto de liderazgo. "Una persona que padece el síndrome del impostor suele evitar delegar sus tareas por miedo a ser juzgada y tiene mayores dificultades para colaborar y trabajar en equipo, lo que contribuye a crear un ambiente tenso y desmotivador”, avisa Pina.
Aunque no hay una “solución mágica” para atajar este problema, el informe destaca la importancia de tomar medidas que ayuden a prevenir o minimizar este tipo de situaciones. Así, iniciativas como sesiones de 'feedback', programas de mentoría y políticas de meritocracia para la promoción profesional contribuyen a crear un entorno laboral equilibrado y motivador, reduciendo así el impacto del ‘síndrome del impostor’.