Férvido y mucho

Admiro a Trump ¿Es grave doctor?

Empecé a sentir admiración profunda y permanente por Donald Trump cuando recibió a Mariano Rajoy (26-09-2017) en La Casa Blanca, cinco días antes de la votación del procés. El referéndum ilegal de independencia (conocido por 1-O) fue suspendido por el Tribunal Constitucional el 7 de septiembre de 2017. Pero los independentistas hicieron caso omiso esperando recibir apoyo y simpatía de algunos partidos políticos, países e instituciones europeas. Echándole la mano por el hombro, Trump dejó todo su apoyo a Rajoy para que soberanamente aplicara las medidas oportunas encaminadas a mantener la unidad de España. Europa había permanecido relativamente fría y distante estando España amenazada desde dentro en su integridad territorial. El procés terminó el día que Trump recibió a Rajoy en The White House ¡Grande, Trump, muy grande!

En otro orden de cosas, conviene saber que el principal vivero de votos de Donald Trump lo constituye el colectivo de mujeres blancas. También es cierto que cuando votan (raramente) las mujeres negras – o afroamericanas, como se dice ahora- e hispanas ejercen el derecho masivamente a favor de los demócratas (respectivamente 88% y 68%). Se impone una precisión: en ambos colectivos abundan las familias desestructuradas. Esto es, con las subvenciones los políticos demócratas cautivan el voto de madres desamparadas (también blancas) y no tienen mucho interés en que progresen. En cuanto a los hombres, 40% de hispanos encuestados y 30% de afroamericanos tienen una opinión favorable de Trump. Corresponden, en media, a la parte más educada, formada y próspera de latinos y negros (con perdón). Con estos datos en mano, nadie puede, sin sonrojo, tildar a Trump de machista o racista: ni las mujeres blancas, mayoritariamente, ni las clases medias educadas hispanas o afroamericanas lo perciben así. Al hilo de lo dicho: Trump es muy popular entre los raperos black.

Ahondando en las precedentes consideraciones, sucede que un subconjunto de mujeres, muy vociferantes y militantes, odian a Trump, si bien en general (letra pequeña del asunto) odian a todos los hombres incluidos sus maridos. El retrato de estas mujeres (feministas histéricas) lo pinta magistralmente Bret Easton Ellis en su libro White al tiempo que analiza el odio enfermizo, hacia Trump, ínsito en ciertos estamentos intelectuales y económicos –blancos, ricos y mediáticos – de la gauche caviar, especialmente neoyorkina y californiana. Al poco de ganar Trump las elecciones, en 2016, las feministas histéricas –no todas las feministas lo son-  organizaron una manifestación de protesta al no aceptar la victoria, Women’s March, que fue una llamada clara a la guerra civil, muchas de ellas disfrazadas de gigantescas vaginas (dressed as giant vaginas). El papel de estas arpías es socialmente letal. En la distancia corta, no hay hombre que sea capaz de abrir la boca en su presencia, en casa o en la calle, para emitir opinión alternativa y contradecir sus guerracivilistas consignas políticas. Han ahormado y aherrojado a maridos, compañeros e hijos convirtiéndolos en copitos de nieve (Snowflakes).  Easton Ellis les llama la generación acobardada (Generation Wuss). Estos hombres blancos disminuidos moralmente, como castrados y apocados, sienten pánico frente a las admoniciones de los censores y comisarios políticos del fascismo de izquierda o feminista. El sentimiento de culpabilidad de la juventud blanca y su acobardamiento moral la lleva a atacar ante el temor de ser atacados políticamente en tanto blancos y hombres. Muchos jóvenes blancos, en colegios caros, adoptan acento, dicción y argot de pandilleros y se someten sin resistencia a los delirios revanchistas woke en una amalgama dual victimización-agresión generalizando lo del supremacismo a todos los blancos. Easton Ellis narra el apocamiento que resienten para expresarse libremente. Los núcleos mediáticos demócratas tildaron White de libro nihilista y provocador.  Se entiende esa amargura toda vez que Easton Ellis, homosexual, demolió parte de la fachada de buenrollito antitrumpista que los demócratas chic de malograda hombría daban por inexpugnable. Y es que Easton Ellis no es un cualquiera: autor de sendas novelas de éxito planetario (Less Than Zero y American psycho). 

No obstante, si resulta difícil atacar a Trump por machista o racista, con pruebas fehacientes y objetivas, quizás se le pueda endosar el sambenito de supremacista blanco, tan manido por aquellos lares. Lo constatable es que supremacista blanco resulta otro canallesco insulto, anzuelo lanzado ominosamente desde las alcantarillas demócratas que la chusma indocta traga hasta el corcho. Trump, porque ama su país, está más cerca políticamente del pueblo sudoroso y sufrido que de los arrogantes wasp de la Ivy League. A Trump lo siguen los redneck, término despectivo fabricado en la factoría demócrata, barridos por la globalización, China y el capital itinerante de la aristocracia progre de Wall Street. Trump, protestante, cursó su primer año universitario en Fordham –fundada por los jesuitas en The Bronx- rodeado de las clases populares italianas, afroamericanas, judías, irlandesas, etc., que aprendió a conocer y respetar. Lo de supremacista blanco, reiterativo insulto, es otra bajeza política que no se sostiene. El presidente mejicano López Obrador, familiarizado con la arrogancia de numerosos políticos estadounidenses demócratas, manifestó  que nadie lo había tratado con tanto respeto como Trump cuando se reunieron para intentar poner fin a la inmigración ilegal. Problema real y grave que hasta asume el socialdemócrata Olaf Scholz, cerrando actualmente las fronteras alemanas. Es de simple sentido común, salvo a suscribir el buenismo peterpanesco de Zapatero: La Tierra no es de nadie, sólo del viento. Y como las soluciones de facilidad a cuestiones complejas ahorran pensar, y pensar fatiga a no pocos, el problema acaba de resolverlo la grey demócrata estadounidense al convertir una anécdota en categoría. La anécdota es si los haitianos comen mascotas; la categoría es que la inmigración ilegal enferma y daña a las sociedades que la sufren.

Por cierto, nadie ha probado, cosas del fact-checking, que los inmigrantes haitianos no coman perros ni gatos (se comen en todo el mundo). Trump, en el debate con Kamala Harris, se hizo eco de una clamorosa denuncia en las redes proveniente de vecinos de Springfield (tanto demócratas de a pie como republicanos) La policía lo único que dijo posteriormente es que existían dos denuncias telefónicas, perfectamente documentadas, sin poder confirmar los banquetes. La ausencia de confirmación policial no prueba que Trump haya mentido. En cualquier caso, la anécdota circunstancial, que dieron por falsa, sirvió a los demócratas para echar balones fuera pretendiendo que la inmigración ilegal, categoría estructural, no era un problema en EEUU. By the way, el debate Trump-Harris (cuatro contra uno si contamos también los moderadores y la tramposa cadena organizadora) estuvo amañado al pasarle bajo cuerda a Harris las preguntas que le iban a hacer para que preparara la chuleta (1). 

No ha habido, en la historia de EE. UU, persecución judicial más salvaje, auténtica caza de brujas, que la que ha sufrido Trump. Los demócratas han llegado a lanzar a las instituciones del estado, teóricamente independientes y apolíticas, contra Trump. Se han empleado todos los medios del estado (por no hablar de los dos intentos de asesinato aún sub iudice) para pulverizarlo. Y cuando no lo han conseguido, los medios afines al poderosísimo lobby demócrata siempre han encontrado alguna justificación para proseguir el ensañamiento. 

En aras de machacar  políticamente y penalmente a Trump se han llegado a violar los propios fundamentos constitucionales. El 14-07-2024, la jueza federal Aileen M. Cannon archivó el caso Mar-a-Lago concluyendo que el fiscal especial, Jack Smith, había violado los principios fundacionales al usurpar el poder ejecutivo el papel que la Constitución estadounidense otorga al Congreso. Más grave, si cabe, en otro caso la conclusión del fiscal especial (16/05/2023), John Durham, sostuvo, pruebas al apoyo  (306 páginas, más de tres años de trabajo muy documentado),  que el FBI nunca debió haber investigado los supuestos nexos entre Donald Trump y Rusia en las elecciones de 2016 . El FBI, para instrumentar acusaciones extraordinariamente graves usó información inventada (no analizada ni corroborada, pura podredumbre de las cloacas del estado en el más puro estilo de guerra sucia) y desechó evidentes pruebas en contra. Es decir, había que pringar a Trump con un montaje, fuera como fuese, sin la mínima prueba excepto las inventadas. La violencia predatoria implícita en la operación contra Trump, diseñada hasta el mínimo detalle para destruirlo, fue tal que incluso le dieron un nombre de guerra: Crossfire Hurricane.

En la escalada de desprestigio y odio hacia Trump se le ha acusado de terrorista medioambiental por no someterse a las recomendaciones extremas del IPCC, que sería tanto como nombrar a Greta Thunberg ministra de energía. La verdad es que los republicanos han propuesto un proyecto de reverdecimiento del Planeta y captura de CO2 plantando un billón de árboles. El proyecto es quizás algo irrealista porque China tendría que colaborar asignando cien millones de hectáreas para plantaciones. Es asimismo cierto que Trump propuso crear en 2019 un Comité presidencial relativo a la seguridad climática encargado del análisis contradictorio del consenso científico (sic) en cuestiones de cambio climático. Uno de los científicos de dicho Comité fue Steve Koonin, físico de gran prestigio, que trabajó dos años en el ministerio de energía de la administración Obama. Para quien quiera informarse con objetividad del cambio climático aconsejo la lectura del libro de Koonin (2021) Unsettled: What Climate Science Tells Us, What It Doesn't, and Why It Matters

Otra acusación completamente manipulada mediáticamente surgió a raíz de unas declaraciones festivas de Trump respecto a beber lejía para combatir la Covid-16. En realidad, Trump se refería a su propia experiencia personal consumiendo hidroxicloroquina preventivamente, siguiendo la recomendación del eminente profesor Didier Raoult. Le endosaron la responsabilidad de envenenar a la población provocando miles de muertes en las personas que habían seguido sus consejos. Gracias a los trabajos estadísticos del matemático francés Vincent Pavan, represaliado a su vez en Francia, la revista Biomedicine & Pharmacotherapy se ha retractado retirando (26-08-2024) el fraudulento trabajo publicado (autoría principal de Jean-Christophe Lega) relativo a la letalidad de la hidroxicloroquina (2).

Ocurre que el principal peligro que acecha a Trump viene del lobby industrial-armamentístico. Trump ha sido el político menos belicoso que ha tenido EEUU en los últimos setenta años. Nunca le perdonaron que hubiera retirado las tropas de Afganistán poniendo fin a una invasión que duraba veinte años. Y no le perdonan que quiera acabar con la Guerra en Ucrania. Acabar con la guerra no implica rendirse a Rusia sino volver a los acuerdos anteriores violados repetidamente por Ucrania. Vamos a dejarnos de pamplinas de una vez por todas, Rusia fue la potencia invasora -era de esperar como bien anticipó Kissinger (3)- pero la agresora primera fue Ucrania con su intento de genocidio (cultural y físico) de la población rusa en las regiones fronterizas. En Alemania ya son conscientes de la perversidad profunda del gobierno ucraniano y han puesto término a la ayuda económica. En el 2025 ejecutan lo presupuestado en 2024 y se acabó. The game is over

Finalmente, pueden abordarse con mucho más detalle algunos de los aspectos tratados aquí, que enlazan también con el posicionamiento de Trump (cambio climático, Covid, guerra en Ucrania, etc.), consultando el imprescindible blog de Fernando del Pino Calvo-Sotelo (4). 

Parafraseando a Lorca, Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un estadounidense tan claro, tan rico de aventura como Donald Trump.

(1)Véase el  artículo de Girauta: https://www.eldebate.com/opinion/20240917/acallar-trump_227887.html

(2) Los trabajos de Vincent Pavan, y su toma de posición política y científica, pueden seguirse en los libros: Le totalitarisme en marche. De la perversion de la loi à l’homo sacer (2024) ; Pavan et al., Le débat interdit. Langage, Covid et totalitarisme (2023).

(3) Artículo de Luis Ventoso para entender el porqué de poner fin a la guerra https://www.eldebate.com/opinion/20240818/admiracion-da-mucho-miedo_220678.html

(4) https://www.fpcs.es/por-que-apenas-se-habla-ya-de-ucrania/