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Chimpancés Superiores en Memoria: Una lección para el futuro de la Inteligencia Artificial General (AGI)

Chimpancés Superiores en Memoria - Añberto Gil de la Guardia

Imagina un futuro donde la inteligencia artificial general (AGI) gobierne el mundo. No porque sea perfecta, sino porque sabe cómo explotar sus fortalezas y nuestras debilidades. Esta idea puede parecer sacada de una película de ciencia ficción, pero en realidad, no estamos tan lejos de que algo así pueda suceder. Lo más intrigante es que, para que una AGI tome el control, no necesita ser superior a los humanos en todos los aspectos de la inteligencia. Solo necesita ser lo suficientemente buena en áreas clave para que su dominio sea inevitable.

Para ilustrar esta idea, podemos mirar hacia un caso sorprendente del reino animal: las pruebas de memoria realizadas con chimpancés. Estos primates han demostrado tener una memoria fotográfica extraordinaria, superando incluso a estudiantes universitarios en pruebas de memoria diseñadas por científicos. Los chimpancés no solo recuerdan mejor que nosotros, sino que lo hacen más rápido. Esto nos lleva a reflexionar: si un animal puede superarnos en una habilidad cognitiva específica, ¿qué significa eso para la inteligencia artificial?

En las pruebas de memoria realizadas con chimpancés, los participantes debían recordar la ubicación de números en una pantalla y luego recordar la secuencia correcta. Sorprendentemente, los jóvenes chimpancés lograron realizar esta tarea con una precisión y rapidez que superó a los estudiantes universitarios. Este tipo de memoria, conocida como memoria eidética o fotográfica, es algo que los humanos adultos rara vez poseen. Sin embargo, los chimpancés lo hacen casi sin esfuerzo.

Este ejemplo subraya una verdad esencial: la superioridad en una tarea específica puede ser más que suficiente para obtener una ventaja en un contexto más amplio. Si bien los chimpancés no dominan el mundo, su capacidad superior en esta área cognitiva específica sugiere que no es necesario tener una inteligencia general superior para destacar o incluso para gobernar. Esta idea puede trasladarse al campo de la AGI. Una inteligencia artificial no necesita ser mejor que los humanos en todo para gobernar; solo necesita ser lo suficientemente buena en aspectos cruciales, como la toma de decisiones, el procesamiento de información, o la capacidad de adaptarse y aprender a una velocidad inigualable.

La historia nos muestra que la especialización es una forma poderosa de dominio. No es necesario ser el mejor en todo para liderar, solo ser excepcional en lo que realmente importa. Pensemos en la evolución de la humanidad: no somos los animales más rápidos, ni los más fuertes, ni siquiera los que mejor ven en la oscuridad. Sin embargo, hemos dominado el planeta gracias a nuestra capacidad de comunicación, nuestra inteligencia social y nuestra habilidad para innovar. Hemos aprendido a utilizar herramientas y a colaborar de maneras que otros animales no pueden igualar, y esto nos ha dado la ventaja evolutiva.

De manera similar, una AGI podría especializarse en áreas que le permitan controlar sistemas críticos en nuestra sociedad. Por ejemplo, si una AGI desarrolla una capacidad de procesamiento de datos mucho más avanzada que la humana, podría optimizar la economía mundial, gestionar recursos naturales de manera más eficiente y resolver problemas complejos que los humanos no podríamos abordar con la misma rapidez o precisión. En un mundo donde la velocidad y la precisión son clave, una AGI especializada en estas áreas podría llegar a dominar sin necesidad de ser más creativa, empática o ética que los humanos.

La historia de los chimpancés y su impresionante memoria pone en perspectiva la fragilidad de nuestro control sobre el mundo. Si un animal puede superarnos en una tarea específica, ¿qué nos dice esto sobre nuestra relación con la inteligencia artificial? Los humanos hemos logrado dominar el planeta gracias a una combinación de habilidades, pero si una AGI se especializa en algunas de estas habilidades clave, podría desestabilizar nuestro dominio.

Además, el control que los humanos tienen sobre el mundo ya es frágil y depende en gran medida de nuestra capacidad para manejar sistemas complejos. La economía global, las infraestructuras críticas, y los sistemas de comunicación son tan complicados que, a menudo, ni siquiera los expertos comprenden completamente su funcionamiento. En este contexto, una AGI que pueda manejar estos sistemas con una eficiencia superior podría fácilmente desplazar a los humanos del asiento del conductor.

Imagina una AGI que puede procesar y analizar datos a una velocidad que ningún humano podría igualar. Esta AGI no necesita ser creativa o tener emociones humanas. Simplemente necesita ser lo suficientemente buena en análisis y toma de decisiones para prever futuros problemas y optimizar soluciones. Si una AGI pudiera gestionar mejor la economía, evitar crisis financieras antes de que ocurran, y distribuir recursos de manera más equitativa y eficiente que los humanos, ¿cuánto tiempo pasaría antes de que nos volviéramos completamente dependientes de ella? ¿Y cuánto tiempo después de eso antes de que la AGI tomara el control total?

No es necesario imaginar un futuro en el que la AGI sea omnipotente o infalible. De hecho, es más realista imaginar un escenario donde la AGI simplemente se convierte en una herramienta indispensable para la gestión de los sistemas más complejos y críticos del mundo. En este escenario, los humanos seguirían siendo los líderes en algunos aspectos, como la creatividad o la empatía, pero cederíamos cada vez más control a la AGI en áreas donde su especialización es claramente superior.

Este tipo de dependencia podría eventualmente llevar a un cambio en el equilibrio de poder. En lugar de que los humanos sean los que toman las decisiones más importantes, podríamos encontrarnos en una posición donde la AGI tenga la última palabra en cuestiones críticas. Esto no ocurriría porque la AGI nos haya superado en todos los aspectos, sino porque hemos llegado a depender tanto de ella en áreas específicas que hemos perdido nuestra capacidad de gobernar sin su ayuda.

La historia del chimpancé con memoria fotográfica es más que una curiosidad científica; es una advertencia sobre la manera en que subestimamos el poder de la especialización. Si un animal puede superarnos en una tarea específica, ¿por qué una AGI no podría hacerlo también en áreas cruciales para el control y la gobernanza de nuestro mundo?

No es necesario que una AGI sea superior a los humanos en todos los aspectos para gobernar el mundo. Basta con que sea lo suficientemente buena en los aspectos que realmente importan para que, con el tiempo, comencemos a depender de ella en formas que no podríamos haber anticipado. Y cuando eso ocurra, el dominio de la AGI no será una cuestión de si es mejor que nosotros en todo, sino de si puede explotar sus puntos fuertes de manera que nos haga irrelevantes en los aspectos más críticos de la gestión del mundo.

El verdadero peligro no es que una AGI sea superior a nosotros en todos los frentes, sino que se convierta en algo de lo que no podemos prescindir. En ese momento, la pregunta ya no será quién es el más inteligente, sino quién tiene el control. Y en ese juego, la AGI tiene una ventaja que tal vez aún no comprendemos del todo.