A Volapié

Breves consejos para invertir en renta variable: I parte

En pasados artículos he hablado de la pérdida de poder adquisitivo del dinero provocada por la inflación. También he avisado de la insostenibilidad de las pensiones y de que están abocadas a recortes directos o indirectos. 

Por todo esto, si queremos disfrutar de la madurez, o de la jubilación, con holgura económica, es necesario ahorrar e invertir en bienes reales. Dichos bienes, como el inmobiliario o las acciones de empresas cotizadas, compensan con creces la inflación en el medio y largo plazo. Estos son los principales activos en los que hemos de invertir. Menores importes se pueden destinar también al oro, a la renta fija, y en algunos casos al Bitcoin, u otros activos.

Hoy vamos a hablar de la inversión en bolsa. Las acciones no son más que pequeñas fracciones de empresas que cotizan en el mercado secundario. Gracias a ellas los modestos inversores podemos adquirir una pequeña parte de buenos negocios, como pueden ser Inditex o Iberdrola. También podemos invertir a través de fondos de inversión, ya sean cotizados o no, en una cesta de decenas o cientos de acciones escogidas por un gestor. Esto es la gestión activa. La gestión pasiva es invertir en fondos que replican un índice, como por ejemplo el DAX alemán. 

Lo ideal para el pequeño inversor son los fondos de inversión, activos o pasivos, porque permiten invertir pequeñas cantidades sin pagar comisiones de compra, y de esta manera acceder a una muy recomendable diversificación. El mercado no puede quebrar, el IBEX35 o el DAX no pueden perder todo su valor, pero una compañía si puede desaparecer o perder el 90% de su cotización. Por eso, si optamos por construir nuestra propia cartera de acciones conviene estar diversificados y tener al menos acciones de 25 empresas de sectores y zonas geográficas diferentes.

En el largo plazo la bolsa siempre sube pues lo hace al calor del crecimiento de la economía y de los beneficios de las compañías. Como el crecimiento no es lineal, tampoco lo es la evolución del valor de las acciones. Dicho valor fluctúa al alza y a la baja, de manera que si vemos un gráfico de un índice como el DAX, o el SP 500, veremos una sucesión de dientes de sierra cuya tendencia es alcista, aunque haya momentos de rango lateral. Los tipos de interés y la liquidez son las otras variables principales que influyen en los mercados bursátiles.

Los gráficos se deben analizar en escala logarítmica siempre, nunca en escala lineal pues no es lo mismo que una acción pase de valer 10 a 20, que si lo hace de 100 a 110. Otro requisito indispensable es analizar gráficos ajustados (por dividendos, ampliaciones, splits etc.). Estos gráficos ajustados representan la realidad más fielmente que el simple gráfico del precio. Dicho esto, no es necesario saber nada de análisis técnico y de gráficos, aunque el saber no ocupa lugar. Tampoco es imprescindible, aunque no está de más, conocer los rudimentos del análisis fundamental para así poder determinar cuando el mercado, o las acciones, están caras o baratas.

En el largo plazo la bolsa americana suele rentar de media un 7/8% al año, mientras que la europea está más cerca del 5%. Sin embargo, si somos capaces de mantener nuestra inversión durante décadas, veremos que ese 7% anual hará que nuestra cuenta de inversión doble su valor cada diez años gracias al interés compuesto. Por eso es tan importante empezar a invertir una parte de nuestros ingresos desde que iniciamos nuestra vida profesional. 

Para invertir en bolsa conviene formarse, tener una mínima base técnica. No obstante, lo más importante es dominar nuestras emociones, principalmente, la euforia y el miedo. El pánico nos hace vender cuando hay caídas importantes, lo cual es un grave error. Las grandes correcciones son siempre una buena oportunidad, hay que verlas como las rebajas. Poder comprar buenos activos con descuentos del 20, 30 o 40% nunca debe desaprovecharse. Hay que tratar de ser contrarian, es decir de hacer lo contrario de lo que hace la masa cuando hay pánico o euforia. No es fácil, como nada en la vida, pero se puede entrenar el cerebro para que esté alerta y para que domine el miedo que el cerebro reptiliano nos hará padecer cuando aparecen las crisis bursátiles. La bolsa baja en ascensor, con violencia, y sube andando, por eso con frecuencia las ventanas de oportunidad para realizar excelentes compras son de corta duración. Nuestro propio miedo, azuzado por el que los medios de comunicación expanden interesadamente tratará de controlarnos. Hemos de dominarnos en esos momentos para poder pensar con claridad y poder tomar decisiones ventajosas.

El inversor principiante debe invertir de forma regular, todos los meses, o todos los trimestres, con la idea de mantener las posiciones a largo o muy largo plazo. En cualquier caso, conviene tener siempre un colchón de liquidez que nos permita aprovechar las inevitables correcciones del mercado. Estas caídas se recuperan prácticamente siempre si invertimos en índices, o en carteras o fondos correctamente diversificados, siempre que esperemos el tiempo suficiente. Los mercados bajistas no suelen exceder de 24 meses, sin embargo, los mercados alcistas pueden durar muchos años. Es por esto por lo que hay que estar siempre invertido. 

El inversor experto puede jugar con la exposición en función de si el mercado está caro o barato. Yo creo que el rango en el que debe moverse está entre el 50 y el 90% del dinero disponible para la renta variable. El novato sin embargo debe seguir su plan de compra recurrente y no vender hasta pasados muchos años, a ser posible, décadas, tratando mientras tanto de acumular liquidez adicional para aprovecharse de las correcciones importantes. 

Debemos olvidarnos del market timing pues comprar en mínimos y vender en máximos no es posible de forma regular. Se puede conseguir alguna vez, pero nunca recurrentemente. Por eso recomiendo estar siempre expuesto al mercado y seguir el plan inversor mensual o trimestral con disciplina férrea. Solo en momentos de evidente burbuja hay que plantearse parar las compras por una temporada, y llegado el caso, la venta de una parte de la cartera, aunque nunca toda. Una vez que la burbuja estalla podemos recomprar lo vendido. Sin embargo, esto implica unos conocimientos técnicos que no siempre se tienen. En el caso de no tenerlos, solo hay que seguir el plan de inversión, no vender en ningún caso, y comprar más en las caídas. Es muy recomendable no comprar con deuda o mediante futuros, warrants, u otros productos derivados similares. 

El autocontrol emocional y la disciplina son fundamentales, más que el conocimiento incluso. El primero para no vender cuando hay una crisis bursátil, ni comprar en el pico de una burbuja. El segundo es clave para ejecutar el plan correctamente. El plan debe ser comprar periódicamente, diversificando, y no vendiendo hasta mucho tiempo después, por ejemplo, cuando llegue la jubilación, o el momento de comprar una vivienda para la que necesitemos capital. 

Para terminar, creo que cuando uno es principiante, incluso experto, es bueno tener un buen asesor independiente, con resultados exitosos probados a lo largo de bastantes años. No conviene escuchar a nadie salvo a él, pero sin desviarnos de nuestro plan de inversión. El asesor debe servir para afinarlo. El que escucha o lee a muchos acaba perdido en el caos sin saber qué hacer.

Hay que tener cuidado con el miedo, es el principal enemigo, lo tenemos que dominar y no debemos seguir el impulso de la masa. Lo repito porque esto es clave. Mucha gente, como la prensa, o ciertos asesores medran con el miedo y tratan de engatusarnos, y nos harán perder dinero, hay que ser conscientes de esto, y de que la tendencia de largo plazo del mercado es alcista. Se hace dinero del lado largo, no corto, es decir invirtiendo cuando la bolsa cae y está barata. Las caídas, la volatilidad, son siempre una oportunidad de compra, nunca de venta. Se vende en las burbujas, cuando hay una euforia generalizada.