Mira la vida

Gloria Nistal: ser fotógrafa, un don de la vida

Deseo pensar a Gloria, bajo este título inspirado que recibe la obra reciente  de Cristina García Rodero. Ambas son fotógrafas de vocación, y viajeras fotógrafas o viceversa: al encuentro de la vida se encaminan sus miradas y, por ende, sus disparos. 

Mucho se ha escrito sobre la fotografía, desde Pierre Bourdieu (“La fotografía, un arte medio”) hasta Susan Sontag con su famoso ensayo “Sobre la fotografía”. Y se seguirá escribiendo a raudales, pues vivimos en la Era del Homo Videns.

Esta columna es breve, es un aviso urgente a contemplar la fotografía africana de Gloria Nistal. 

Ayer fui a ver su exposición en el Centro Conde Duque de Madrid, situada en su Biblioteca, que se podrá ver hasta el final de este mes. Es su mirada más reciente de África, en este caso, del Sur de Etiopía. Corred a verla.

Yo la fotografié entera para mi deleite posterior. Hago una breve referencia a ciertas fotos, aunque elegir siempre es un drama. Son muy buenas fotografías, muy interesantes.

¿Cómo no volcar mi mirada sobre esta adolescente, que nos enfrenta con unos ojos llenos de arte y majestad, que coronan un cuerpo de joven animal en esplendor, y también, en esplendor ataviada? Hoy el mundo está a sus pies. ¿Qué futuro le aguarda? Ni lo sé, ni deseo saberlo. 

¿Cómo no elegir al pequeño que sonríe? Es un bendecido.

¿Cómo no elegir a la joven que marcha erguida cual modelo, con su carga y su orgullo?

¿Cómo no elegir a la joven digna con sus coloridos collares al cuello?

¿Cómo no elegir y contemplar al grupo que al atardecer se reúne en esta especie de escena arborícola?

Elijo la alegría que me provoca ver a estos seres humanos. Todo es sencillo, la vida cotidiana en su hermosa simplicidad. Recuerdo al poeta Sánchez Rosillo: “El mero estar de cada ser es suficiente luz, signo bastante”. Al gran pintor Barceló que es el niño que juega eternamente y pinta.

¿Por qué nos cuesta aquí tanto ser felices? Allí, pobreza no es igual a infelicidad. Nos cuesta creerlo a los occidentales, apegados al consumo, en un mundo saturado, chato y obeso.

Siento sus risas como un bellísimo estallido de luz que cruza el firmamento entre la nada y el ser.