Punto de resistencia

Los gritos de la oscuridad

La escena es un absoluto testimonio de los peores crímenes que un oprobioso régimen puede perpetrar. Esta, en los tribunales de Anzoátegui, se desarrolla en medio de la más absoluta oscuridad. 

El video dura apenas 40 segundos, pero el dolor que todos sentimos al verla, taladra nuestro corazón a diario. Adentro del juzgado, niños menores de 18 años en su gran mayoría, estaban siendo presentados para ser imputados por terroristas y traidores a la patria sin ningún tipo de respeto al debido proceso, sin derecho a elegir a un abogado, sin la posibilidad de contar con un juicio justo y sometidos a procesos de vejación, violación y tortura física y psicológica. Afuera, los gritos de las madres desesperadas, ofreciendo apoyo, rezando y llorando, detrás de un cerco (Porque las visitas están prohibidas) esperando que sus hijos salieran del juzgado esposados, para ser embarcados de nuevo a un autobús, en donde regresarán de nuevo al claustro. 

El dictador Maduro anunciaba con orgullo que había ordenado la construcción de “Campos de reorientación y trabajo” para recibir a los más de 4000 jóvenes que detuvieron durante las protestas post 28 de Julio. 

Jóvenes que en muchos casos ni siquiera estaban en condición de ejercer el sufragio y que salieron a la calle felices, porque en su horizonte por primera vez amanecía un día con la esperanza de la libertad. Hoy, a esos adolescentes, se les entregan hojas en blanco para que escriban que fueron enviados de parte de María Corina Machado para desestabilizar al “gobierno” de Maduro. 

Si uno pudiese celebrar algo, en medio de esta tropelía al mejor estilo de regímenes como Castro, Amín y hasta el propio Hitler, es que los jóvenes se niegan a firmar cualquier papel y muchas veces se les paran de frente a sus captores y sin temor a exponerse a nuevas torturas, expresan un deseo que todos replicamos a nivel mundial. Edmundo González ganó las elecciones y eso es un hecho inequívoco. A esos niños y a sus padres, no me queda más que abrazarles en la distancia, con la convicción de que esta vez si lograremos la ansiada libertad.