A Volapié

La hispanidad y Nadal, motivos para el orgullo

Hoy les traigo un breve combo, un dos por uno en un fin de semana muy especial que hay que celebrar con orgullo.

Orgullo por la Hispanidad, una magna obra que cambió la historia radicalmente, y para mejor. España es una de las naciones forjadoras del mundo que conocemos, les guste o no a algunos radicales y enemigos, como estas cabezas huecas que se empeñan inútilmente en que pidamos perdón por los hechos de hace siglos. Esto, claro, solo se les ocurre a los comunistas, como buenos expertos que son en ignorar y odiar.

Estos individuos hablan de genocidio y sin embargo no se acuerdan de los más de 30 millones que asesinaron sus queridos Lenin y Stalin, ni los 30 o 40 de Mao, los 2 de Pol Pot, esto sin contar los millones encarcelados y torturados en los gulags, y las decenas de millones a los que les confiscaron todo para dejarlos morir de hambre y frío. ¡Estos necios sin memoria se atreven a hablar de genocidio!.

Los millones de muertos en Iberoamérica lo fueron por causa de los virus que los españoles llevaron con ellos sin saberlo, fue el resultado del azar. Lo mismo que cuando en el siglo XIV los pobladores de Asia central llevaron la peste negra al entorno del Mar Negro, y de ahí los comerciantes italianos la introdujeron en Europa. Nadie exige ni a unos ni a otros que pidan perdón, porque sería una soberana estupidez. Tampoco les vamos a exigir a los franceses que pidan perdón por la invasión napoleónica, invasión que arruinó demográficamente y económicamente a España hasta niveles insospechados. 

Con cuánta razón dicen los franceses que conviene darle siete vueltas a la lengua antes de hablar. Así se puede evitar hacer el ridículo como el que hace la extrema izquierda todos los años. 

Así que no solo no hay que pedir perdón, sino que hay que sacar pecho por el descubrimiento y la conquista, por llevar el castellano a cientos de millones de personas, las universidades, la cultura europea y el conocimiento, el derecho, la religión cristiana, la forja del primer imperio global, el tornaviaje, la vuelta al mundo, el fin de la esclavitud de tanto pueblos como los Toltecas, Olmecas, Totonacas etc ..., el fin de los sacrificios humanos, entre otras muchas cosas. Y nosotros nos mezclamos con los indígenas dando lugar a un nuevo mundo, a diferencia de los demás conquistadores europeos.

Es cosa de profundos ignorantes clamar contra la Hispanidad y exigir que se pida perdón por el descubrimiento y por lanzar medio mundo a la modernidad. Ignoran estos individuos que la corona española legisló, ya a principios del siglo XVI, para proteger de la esclavitud a los indígenas y para que fueran tratados como súbditos e iguales, nunca como esclavos. Desde luego hubo abusos e infracciones pues en aquella época, y a tan gran distancia, y con tan pobres medios de comunicación era difícil hacer aplicar la ley en la totalidad de cada uno de los inmensos virreinatos. Hubo errores y atropellos como en cualquier empresa humana de gran envergadura, sin embargo, el balance es netamente positivo. 

Si las naciones hispanoamericanas no se han desarrollado lo suficiente desde luego no es por culpa de España pues hace más de dos siglos que son libres de regir sus propios destinos, habiéndoseles dejado estructuras e instituciones suficientes para haber progresado mucho más de lo que lo han hecho. 

Estos izquierdistas radicales que berrean contra la Hispanidad son los mismos que en aquellas tierras oprimen y empobrecen al pueblo desde el cono sur hasta la frontera con EE.UU. Hablando de los gringos, ¿qué les llevaron y dejaron ellos a los indios norteamericanos?, nada sino el genocidio, y a los pocos que no mataron, los encerraron en reservas. Incluso mataron a varias decenas de millones de bisontes americanos como arma de guerra, dejando la especie al borde de la extinción. ¡Qué legado tan diferente dejamos los españoles en Hispanoamérica!. Lamentablemente, y ajenos a la razón, algunos se empeñan aún hoy en día en cultivar la leyenda negra. 

Así que yo escribo y grito con orgullo, ¡Viva la Hispanidad!, y ¡Viva España!. 

Y con orgullo también, y algo de pena, comento la retirada de Rafael Nadal, el mejor deportista de la historia de España, el segundo mejor tenista de toda la historia, pero por encima de esto, una gran persona y patriota, pues su amor por su patria chica no le ha impedido amar a España, y nunca lo ha ocultado. Al parecer, todo el mundo en el circuito le quiere, le admira y le respeta por sus cualidades humanas. 

Es un ejemplo no por su talento, pues eso es fruto del azar, sino por su capacidad de trabajo y sacrificio, por su esfuerzo permanente para superarse, por reponerse a los reveses y tratar de ser cada vez mejor. En resumen, un ejemplo como deportista, ser humano y español.

¿Adivinan quienes lo ponen a parir?, claro que sí, los mismos que odian a su propio país y a la Hispanidad, los comunistas y todas sus derivadas. Lo odian porque no es separatista y ejerce con orgullo como español, por su ética del trabajo, por la riqueza que el talento y esfuerzo le han deparado.

Ellos que se empeñan en odiar en vez de amar, en ignorar en vez de conocer, en escurrir el bulto en vez de esforzarse en el trabajo o el estudio, en vivir del prójimo en vez del trabajo propio, ellos se atreven a insultar a Rafael Nadal. Es lamentable y patético criticar a una persona querida por todos los que le tratan y que es el segundo mejor de la historia en lo suyo. Ellos que no destacan en nada salvo por su odio, ellos, los incapaces, odian a uno de los más capaces.

Que cosas tan malas son la envidia, el vivir para odiar, la ignorancia y el fanatismo ideológico. En lo que queda de siglo, muy probablemente, no surgirá en España, y quizá en el mundo entero, otra figura de la talla de Rafael Nadal.

Así que, también con orgullo por ser su compatriota y admirador, grito, ¡Vamos Rafa!, ¡Viva Rafael Nadal!.