La mirada de Ulisas

Una imagen vale más que mil palabras

LA MIRADA DE ULISAS no cesa de llorar desde ayer. Por vez primera se permitió ver un pequeño vídeo, extracto de ciertos sucesos del 7 de octubre. Aquella mañana fatídica para la Humanidad, que en un principio obtuvo la condena de los malhechores por escasas veinticuatro horas, para luego darle la espalda a Israel cuando empezó a defenderse como era y es lo lógico ante un ataque y más aún ante una agresión sin igual. Una embestida tan bárbara que es imposible de describir y de aceptar.

Al ver esas escenas entre lagrimones, mi pensamiento se ubicó en la fantasía más horrenda. No podía concebir que fuesen imágenes reales, sino de una película de horror llena de salsa de tomate y maquillaje. Pero los escenarios iban allende todo lo visto en cine, era espeluznante. Resultaba tan tremendo que no podía ser cierto. Y sin embargo, lo era y debía hacerme a la idea de que nada era del reino del truco o del engaño. Todo era tan cierto y real que el dolor se hizo presente en mi dermis. La piel de gallina inmediatamente ocupó mi pellejo entero. Ningún poro se salvó de reaccionar con una supuración que desconocía. Era su propio llanto el manifestado en la epidermis. Me trasladó a lo que debieron sentir las primeras personas en ver estas escenas, además difundidas curiosamente por los provocadores de este salvajismo como si fuese motivo de orgullo y de vanagloriarse de actos tan inhumanos y fuera de toda concepción de una guerra, por lo menos de un enfrentamiento bélico moderno o de nuestros días. Estamos en pleno siglo XXI, no en el Medievo ni en tiempos pretéritos. Nos hallamos en un hoy, que según esas representaciones nos devuelven a un pasado lamentable y de espanto. Y me pregunto: ¿en qué mente cabe tanta turbación? Opera el dicho que una imagen vale más que 1000 palabras. Son de tal violencia esas acciones dantescas, que ni el director de cine especialista en esos temas de horror hubiese podido imaginar o incorporar tales escenas en su filme. Pienso en un personaje como David Leitch versado en el tema del horror con películas como "Bullet Train" o "Deadpool 2" por nombrar algunos de sus títulos. Estoy segura de que se hubiese sentido como un enfermo mental, digno de un frenocomio de alta seguridad, lugar donde se dejan a los delincuentes en una cárcel, considerados locos o desatados sin gran posibilidad de ser liberados en algún momento, bien peligrosos para una sociedad. No cabe en mente alguna esa desproporción en la maldad. Y lo más triste es que se vuelva motivo de orgullo. O aún algo increíble es que las asociaciones feministas que defienden los derechos de la mujer en cualquier parte del mundo, se hicieron las mudas con un silencio que mortifica y dice mucho sobre el antisemitismo reinante. ¿Acaso la mujer judía violada, quemada o asesinada no merece una condena? por parte de dichas agrupaciones o defensoras de la situación femenina en destreza. Salta a la vista que ser judía no cuenta o no merece la misma consideración que otras mujeres de otros pueblos o descendencias.

Y mi mirada que se quiere tan filosófica se dice: si se aplica el dicho que no hay mal que por bien no venga, sería ver estos lamentables hechos como la mejor alerta o alarma para el mundo de lo que puede sucederle si no toma conciencia de estas consecuencias, que primero afectan a los judíos y luego sin miramientos a los infieles que son todos los demás. Individuos o ciudadanos que correrán con la misma mala suerte. No es de extrañar que lo anuncien los seguidores de tan lamentable doctrina sin pudor ni vergüenza. Se arman de odio hacia todo lo que no corresponda a sus “ideales” en sociedades enclaustradas en el terror y el descarte hacia los derechos de la mujer, del homosexual y del disidente. Todos caerían bajo el yugo de sus ideas, que son el espejo de ese ayer funesto, tan combatido por los valores y principios de Occidente.  

Por cobardía o por protegerme, ¡no sé bien aún el por qué! no había tenido el coraje de ver esos vídeos. Creo para ser sincera, queridos lectores, que mi atisbo es demasiado sensible y no estaba preparado para tal impacto. Los comentarios sobre las escenas me dejaban muy mal así que opté por no verlos. Ya con las recopilaciones pasadas por la televisión me parecía que mi aguante no me daba para más y con los comentarios suscitados mi capacidad de absorber la violencia se veía sobrepasada. El temple de mi mirada no se prestaba para tanto. Hasta ayer, que se conmemoró la fecha del 7 de octubre con actos sublimes donde el arte y la cultura estuvieron presentes en todo momento, sin reclamos de venganza sino de infinito dolor. Innumerables actos de recordación se dieron en diversas ciudades con músicos y artistas que se unieron de manera benévola a los actos y suspendieron en el aire el lamento con toda la altura que merecen los muertos, los heridos con sus nefastas consecuencias y los secuestrados. Un punzante y angustiante gemido se escuchó entre sirenas que defienden al pueblo de Israel, que sigue siendo atacado por misiles en siete frentes.

El mundo quiere hacerse el loco, sin entender el alcance de lo que está ocurriendo en un planeta tan caótico y desbordado de crueldad. Creo que es tiempo de poner las cosas en claro para que el mundo vuelva a su rumbo de anhelos de paz y de concordia entre los pueblos: un profundo deseo de un mundo cargado de tolerancia y respeto. Valores y conductas que se pierden en tantas autocracias que pretenden imponer sus reglas al abolir las que se han defendido con luchas que han permitido una sociedad más equilibrada y justa. Otra pregunta que se hace mi mirada: “¿qué nos espera si no se frenan estos procesos que asustan tanto? La mirada de Ulisas que soy, aún está bajo el desasosiego por haber visto esas escenas de pánico y consternación difundidas, sin ser tomadas en cuenta como el llamado que se le hace a la civilización que defendemos los seres pensantes y ecuánimes, que sólo deseamos vivir en concordia con el prójimo así tenga un pensamiento diverso, un color de piel que no sea el nuestro o una manera de obrar diferente. Todo se presta a orquestar un mundo que se haga habitable para todos, sin armas ni amenazas que pongan en peligro nuestra bella civilización de derechos y deberes adquiridos y reverenciados como una buena manera de hallar una cierta avenencia entre las discrepancias. Nos permite fundirnos en la unidad que somos todos en el universo y realizar un sueño que no debe estar lejos de nuestro alcance.