Orbayada

Mujeres

Para bien o para mal puede que este sea el verano de las mujeres. No lo digo por decir, piénsenlo un poco. Mientras los hombres buenos están desaparecidos ellas viven al borde del ataque de nervios, siguen corriendo con lobos o despiertan de un mal sueño con su peor enemigo. Si no fuera tan trágico diría que son dignas protagonistas de películas de Almodóvar.

Para hacer boca, empezamos el verano con la declaración de la mujer del presidente, investigada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios o, mejor dicho, la no declaración porque se acogió a su derecho a no hacerlo. Repitió la jugada su marido como testigo, aunque, eso sí, acusó al juez de prevaricador no como el esposo enamorado que presumía ser, sino como presidente del Gobierno de España, querellándose a través de la Abogacía del Estado por abuso de la función judicial en la aplicación del derecho. 

Llevo todo el verano preguntándome si es lícito y moral que llamándole a declarar como esposo reaccione como presidente. Y no crean que me parece mal que reclame cuando no está conforme, pero lo suyo sería que lo hiciera en calidad de lo que fue convocado; esto es, como marido de su mujer porque está muy feo eso jugar a dos barajas o instrumentalizar la justicia. Alguna pluma y pocas voces he escuchado afeándole la conducta. Para mí, lo que persigue está claro, además de retirar al juez que le importuna ha descubierto que puede ser dos personas distintas en un solo cuerpo. Y eso le gusta.  Aunque también cabe otra explicación más sencilla: que a la doña se le se diluya el marido entre los calores del verano y comparta alcoba exclusivamente con tan ilustre mandatario.  

Y mientras eso ha pasado me pregunto ¿no va a hacer nada cuando se le ha colado por la frontera un prófugo de la justicia para dar un mitin a cara descubierta? De nuevo la respuesta es sencilla: Salvador Illa ya es presidente. Vamos, que se les escapó sin darse cuenta. Eso sí que es mala suerte. 

Otra mujer con nombre propio es María Corina Machado que con su valentía y arrojo está consiguiendo lo que pensábamos que no iba a suceder nunca. A su llamada cientos de miles de venezolanos se han concentrado en todo el mundo al grito de libertad y democracia. María Corina no se oculta tras ningún marido con poderes de presidente. No lo tiene. De ella no se discuten sus títulos ni su comportamiento. Es ingeniera Industrial, tiene una especialización en Finanzas, fue participante del World Fellows Program para la formación de líderes en la Universidad de Yale, activista social y política, diputada y candidata a la Asamblea Nacional de Venezuela. No viste ridículos chándals para mostrar los colores de su tierra. No juega a ser Miss Venezuela, aunque quizá, sin pretenderlo, lo sea. Mantiene la bandera en alto y da la cara reclamando la victoria de quien considera que ha abierto una brecha para la libertad de su pueblo. Frente a ella, Nicolás Maduro, un político sindicalista y conductor de autobuses se esconde tras un gobierno que como él no ha podido acreditar su ficticia victoria. Otro más que confunde el cargo con su persona.

El tercer hombre que no ha sabido estar a la altura ni encajar la pérdida de la presidencia, es Alberto Fernández. A las páginas de los periódicos, han saltado las fotos de su exmujer Fabiola Yáñez. La mujer del expresidente de Argentina fue maltratada, vejada y humillada, según parece, durante sus años como primera dama, por un marido que actuaba con la impunidad de su cargo. Fabiola vive en Madrid con su hijo. No fue ella la que inició la causa por violencia de género. Se desprendió de una investigación por corrupción en la contratación de seguros por parte del Estado, en la que al investigar el teléfono de la secretaria del expresidente aparecieron conversaciones con su marido y fotos sobrecogedoras. Sobre este caso no he oído a nuestras políticas de izquierdas una reclamación ni un lamento ¿dónde estará nuestra vicepresidenta?

En este verano de mujeres también quiero rendir homenaje a las que de forma silenciosa tejen las relaciones familiares con nietos, yernos y nueras. Las que organizan en silencio la hacienda y la casa. Las que se ven en los supermercados tirando de enormes carros. Mujeres de ojos cansados y sonrisas de oreja a oreja, que como ayudantes de campo preparan la casa y de cocineras expertas se degradan a aprendizas y pinches para que los hombres luzcan sus habilidades culinarias. Las que en su momento ya han puesto la mesa y a los postres la retiran. Mujeres para las que las cenas de amigos son intercambios de libros, recetas y anécdotas.

Ah!, por cierto, casi me olvido de que en el campeonato “Can Moska 2024”, un amistoso torneo de mus de verano, contra todo pronóstico dos mujeres se alzaron con la victoria derrotando a maridos, hermanos, amigos, maestrones y musolaris. Las dos únicas que formando pareja se atrevieron a jugar contra todos ellos y -jeje- les ganaron. ¡Bravo también por ellas!