Orbayada

Órdago a la Grande

Mientras, una tras otra, llegan olas de calor que nos adormecen en el verano, incitándonos a la tan denostada siesta española, España y el mundo siguen su marcha. Y les confieso que no sé qué dios de la guerra nos ha mirado para que tengamos que pasar las aventuras y desventuras de Ulises, si es que Ítaca es la isla de la paz y la concordia.

La humanidad ha estado muy agitada estas últimas semanas. En Estados Unidos comenzó con el intento de asesinato de un Trump que salió, prácticamente ileso, agitando el puño en alto en señal de lucha y victoria. A continuación, vivimos la renuncia y sustitución del presidente y candidato al partido demócrata Joe Biden por Kamala Harris, su vicepresidenta. Una abogada, de madre india y padre jamaicano, sobre cuyos orígenes Trump ha vaciado el odre de los malos vientos cuestionando la identidad de la candidata. ¿Es india o es negra?, se pregunta, la conocía como india pero ahora quiere ser una persona negra. Para mí, que quiere llevarla a la tierra de los lestrigones para que sea devorada. Veremos si, como Ulises, es capaz de dejar su barco fuera del puerto a resguardo de sus pedradas.

En Ucrania sigue la guerra y en Oriente medio la tensión es máxima hasta el punto de que Irán ha vuelto a amagar con un órdago a la grande al ordenar el ataque a Israel culpándole de la muerte de Ismail Haniya, jefe político de Hamás. Washington, por su parte, ya ha anunciado el despliegue adicional de aviones de caza y buques de guerra y el ejército israelí ha reconocido la autoría de las muertes de Fouad Shukur, un alto mando de Hezbolá en Beirut y de Nazih Abed Ali en el sur del Líbano, además de diversos ataque aéreos en Gaza y cerca de la ciudad cisjordana de Tulkarm. La Guerra inexorablemente se recrudece, pese a los intentos de Estados Unidos por apaciguarla.

En Venezuela se ha colado en la partida Elon Musk, aceptando con alborozo que Nicolás Maduro le haya retado a un duelo a puñetazos. La respuesta de Musk ha sido clara. Lo veo. “Si gano yo dimitirá como presidente de Venezuela, si gana él, le doy un viaje gratis a Marte” a lo que Maduro ha contestado de inmediato “Me acepto el reto. Vamos a darnos. Pero vente para acá. Si te gano acepto el viaje, pero te vas conmigo” y en este trueque de palabras gruesas entre “caballeros”, mientras los machos alfa hablan, la oposición venezolana ha conseguido entrar legítimamente en la cueva del cíclope, aportando actas que plantean serias dudas sobre los resultados electorales. “Nadie” trata de arrebatarle a Polifemo la presidencia. Y “Nadie” no es solo el pueblo, María Corina Machado o Edmundo González, son también los numerosos países y organismos internacionales, unos más cautos que otros, que reclaman transparencia, el recuento de votos y que se muestren las actas. Hasta a Japón ha llegado la desconfianza.

El mundo se ha vuelto loco sin remedio, lo dijo Steinmeier, presidente de la República Federal Alemana, “the world is out of joint” y también España donde los acontecimientos pasan en las tardes de verano como si hubiéramos bebido litros de infusión de flores de loto. Esa flor adormidera que provoca amnesia y te hace olvidar incluso a tu patria. Para mí que España se ha convertido en un lugar de lotófagos. De otro modo, ¿cómo puede entenderse todo lo que está pasando? Sí, lo tienen claro. Me refiero al prepacto. Al que han rubricado el Partido Socialista Catalán (PSC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) avalado por el 53,5% de sus ocho millares de militantes. Al escribir estas líneas la viabilidad del preacuerdo depende de la organización juvenil de ERC, Jovent Republicà, que amenaza con romper la disciplina de partido cercenando las posibilidades de la investidura. En todo caso, los líderes de ERC ya han avisado que de conseguirlo se trataría de un “Sí vigilante. No de un sí absoluto”, porque tampoco ellos se fían de los socialistas ni de Sánchez  y anuncian que se quedarán en la oposición para conseguir sus objetivos: independencia y justicia social. Vamos, que la retahíla de peticiones aún no la dan por finiquitada.

Si el precio a pagar por la investidura de Sánchez hizo necesarias, entre otras prebendas, los indultos, la desjudicialización del conflicto, la amnistía, el traspaso integral del servicio de rodalias y la condonación parcial de la deuda pública catalana. Ahora, para conseguir la investidura de Salvador Illa, el preacuerdo exige un nuevo modelo de financiación en virtud del cual Cataluña salga del régimen común y tenga capacidad de recaudación, gestión e inspección del cien por cien de los impuestos que se pagan en la región y la creación de una Agencia Tributaria propia. 

Los inspectores de hacienda no han tardado en manifestar su rechazo frontal y absoluto al “modelo de financiación a la carta para Cataluña, bajo el falaz reconocimiento de una singularidad histórica que lo que pretende es romper con los principios establecidos en la Constitución”. Pero eso no es todo. En materia de lengua  el preacuedo proclama la creación de una Consejería de Política Lingüística que garantice la vehicularidad del catalán en todos los ámbitos: educación, actividades extraescolares y de ocio; administraciones públicas.... Además de la creación de un órgano para mantener expedito el camino hacia el referéndum. 

En resumidas cuentas, singularidad y bilateralidad en las relaciones de Cataluña y el Estado. Limitación de la solidaridad para con las otras Comunidades Autónomas. Uso del catalán y rectificación de la sentencia del Tribunal Constitucional que fijó en el 25% el uso del castellano en las escuelas. Sin olvidar, un futuro referéndum para plantear la independencia. Vamos, un órdago a la grande en toda regla. Tenía razón Steinmeier.