A Volapié

Portugal, un infierno fiscal

Hace no mucho escribí un artículo titulado “Portugal, ejemplo de estabilidad presupuestaria” en el que alabé esta política practicada por sus gobiernos socialistas desde hace más de una década. Gracias a esto han podido cosechar superávits fiscales, controlar el crecimiento de la deuda pública, mitigar el impacto de la inflación, y aun así crecer más que España. 

Sin embargo, aunque la economía y las finanzas de Portugal evolucionan bastante mejor que las de la España de Sánchez, ambos países están en el furgón de cola europeo en cuanto a nivel de vida, tanto cuantitativa como cualitativamente. Esto es debido a varios factores, siendo uno de los más importantes la excesiva presión fiscal. Un infierno fiscal es una mala política porque, además de injusta, va asociada a un estado hipertrofiado y a una inversión insuficiente. 

Dado que el sector público es menos productivo y eficiente, y generalmente menos eficaz, que el sector privado, dedicarle una ingente cantidad de recursos empobrece a la mayoría por dos vías, directamente al reducir su renta disponible vía impuestos excesivos, e indirectamente al limitar el crecimiento de la economía. 

Hoy vamos a tratar el tema de la presión fiscal en Portugal. La Tax Foundation elabora un ranking anual de competitividad fiscal para los 38 países de la OCDE. En 2023, Portugal estaba en la posición n.º 34, lo que significa que tiene una fiscalidad muy elevada. Nuestros vecinos son el quinto peor clasificado en materia de impuestos sobre las personas físicas y jurídicas, el consumo, la propiedad y la tributación internacional. Esto tiene un impacto negativo significativo en la generación de riqueza de su economía.

Impuesto de sociedades

Tienen el segundo Impuesto de Sociedades (IS) más elevado, con una tasa máxima que alcanza casi el 32%, siendo la media de la OCDE el 23,6%. Si miramos el tipo medio efectivo, es el tercero más elevado de los países europeos de la OCDE. Seis países han adelantado a Portugal en PIB per cápita desde hace 20 años, son República Checa, Estonia, Eslovenia, Lituania, Hungría y Polonia. Todas tienen un IS máximo del 20%, y efectivo de hasta el 18%. No es casualidad, es causalidad.

IRPF

En cuanto al IRPF, Portugal figura en la posición 29ª del ranking debido a un tipo marginal que puede alcanzar hasta el 53% (incluye un 5% de tasa de solidaridad que iba a ser temporal, y se ha convertido en permanente, como siempre pasa). La excesiva progresividad de este impuesto es otro de los factores que se traduce en un tipo medio efectivo elevado y por lo tanto en una pobre competitividad fiscal. 

En otro artículo vimos como la cuña fiscal que soporta el empleo (IRPF+SS) es muy elevada tanto en Portugal como en España. Esta cuña rebasa con holgura incluso el 50%. En la península ibérica ganamos poco porque somos poco productivos, pero también porque la presión fiscal que soportamos es muy elevada. Nuestra nómina no es baja por la avaricia de los empresarios sino por la codicia de los políticos.

IVA

En materia de IVA, Portugal aparece en la posición n.º 26 del ranking debido a un elevado tipo máximo del 23%, pero también a la complejidad del impuesto. Llama la atención cómo siendo un país de poca renta, con sueldos bajos, se puede gravar el consumo con tipos tan elevados (6, 13 y 23%). 

En relación a la fiscalidad de la propiedad y la tributación internacional nuestro vecino figura en las posiciones 20ª y 28ª respectivamente. 

Alcanzar la estabilidad presupuestaria es un logro beneficioso, pero si se hace a costa de crear un infierno fiscal es inevitable pagar un precio significativo en términos de menor crecimiento y prosperidad. La falta de competitividad fiscal es uno de los factores que generan una baja renta per cápita, falta de libertad económica y de desarrollo social.

Nuestro vecino solo supera en renta per cápita a Grecia, país hundido por los excesos del estado, así como a algunos de los países del este de la UE como Polonia, Hungría y Eslovaquia. Tanto Portugal como España necesitan mejorar su competitividad fiscal si desean que las clases medias y bajas puedan realmente prosperar. Pensemos en ello a la hora de votar. Los impuestos altos son un freno al desarrollo socioeconómico porque dificultan, lastran, la creación  de riqueza.

Que no les engañen, un infierno fiscal como el Portugués, o el Español, no disminuye la pobreza, no genera justicia social, es un enorme lastre para el desarrollo socioeconómico. Los datos cualitativos y cuantitativos avalan esta afirmación como pudimos ver en el artículo Justicia Social, entre otros. Los únicos colectivos que se benefician de un estado sobredimensionado con muy altos impuestos son los políticos y sus familias, sus vastas redes clientelares cuyo voto está cautivo, así como las élites burocráticas. Los infiernos fiscales producen atraso económico y social, fraude, dañan la demografía, el empleo, la capacidad de ahorro, la sostenibilidad de las pensiones, entre otros males. 

Conviene pensar en esto con calma y votar en consecuencia si queremos un buen futuro para España.