Memorias de un niño de posguerra

Primera comunión

Alberto Delgado

Mis padres decidieron que mi primera comunión se realizara el 15 de mayo de 1947, un jueves en que coincidieron dos festividades: San Isidro y la Ascensión. Entonces los niños se preparaban en el colegio, pero en mi caso no había colegio, sino una excelente profesora con un grupo muy reducido de alumnos. Por ello mis progenitores decidieron que me uniera al grupo de alumnos del Colegio Estudio, situado en la calle Oquendo. Esta decisión tenía sus motivaciones, como trataré de explicar a continuación.

Antes de la guerra mis hermanos mayores fueron a un centro que incorporaba a alumnos de ambos centros en el Instituto Escuela, perteneciente a la Institución Libre de Enseñanza, con  un sistema pedagógico muy avanzado en su tiempo. Pero llegó la guerra civil, y la Institución Libre de Enseñanza se fue al garete, aunque se permitió una enseñanza privada en el Colegio Estudio, con María de Maeztu y Ángeles Gasset al frente, la primera hermana de Ramiro de Maeztu y la segunda pariente de José Ortega y Gasset.

Mi familia había trabado amistad con Ángeles Gasset, un personaje que dedicó toda su vida a la enseñanza, y que merece la condición de personaje: inteligente, culta, generosa y preparada. Ángeles aceptó incluirme con los alumnos del Colegio Estudio  de los que ella, aunque fuera seglar, se encargaba de la preparación.

Así que recibí las clases que permitían a estos niños comprender, con las limitaciones propias de su edad, y recibir los conocimientos necesarios para llegar al importante acto de la primera comunión.

El acto iba a tener lugar en la Iglesia de San Fermín de los Navarros. Llegó el momento de confesarnos por primera vez, y yo tenía un problema al considerar que había pecado gravemente por algo que ahora no tendría demasiada importancia. Y es que una noche, en el jardín de mi casa, y no puedo recordar el motivo, había hecho burla de mí por otra parte querida abuela Julia, situando mi dedo pulgar sobre mi nariz. Me costó sudores de sangre confesar ante el sacerdote que había hecho burla a mi abuela. Cosas de niños.

Ese día fue la primera y única vez que vi a mi padre en una Iglesia. Mi padre no quería influir en mis convicciones religiosas, y por ello me decía que iba a misa a primera ahora de la mañana, y yo me lo creí, como todo lo que me decía mi padre, a pies juntillos.

En cuanto a la celebración, ocurrió que entre mis compañeros se encontraba Alberto López Ribé, el hijo de Anselmo López, el jefe de mi prima en Transfesa, que luego desarrolló una amplia carrera en defensa del baloncesto español, y llegó a Vicepresidente del Comité Olímpico. Don Anselmo fusionó los invitados de su hijo con los míos, y estoy casi seguro que corrió con todos los gastos Ángeles Gasset murió hace pocos años, y siguió conduciendo hasta el final su Citroen dos caballos. Dejó una estela de admiración y de cariño en sus largas generaciones de alumnos.