Al hilo de las tablas

Quince de agosto, altiplano taurino

"El que no toree el día de nuestra Señora, no es torero ni es nada”, esta muy repetida y aceptada frase, ha supuesto todo un reto para todos los escalafones de mundo taurino; el matador que no toreaba el quince de agosto no era torero, ni tampoco el novillero, rejoneador, banderillero, picador, mozo de espadas, o simple maletilla. Ninguno de ellos tenía nada que hacer si su arte y oficio, no tenían sitio en la fecha que más toros se daban en nuestra piel de toro. Tampoco el aficionado que no toca toro y le regala algún rato de la noche a comentar lo sucedido en tan significativa fecha, merece tal nombre. Aunque las cosas han cambiado, se dan menos toros en general y el mes de septiembre aglutina un significativo número de festejos; si es cierto que llegando el ecuador de cada mes de agosto el mundo del toro coge temperatura, y llegan los recuerdos tristes de unos días donde al haber más festejos, hay más riesgo y más percances. Y se recuerdan la efeméride de la muerte de Ignacio Sánchez Mejías en la plaza manchega de Ciudad Real, y del portugués José Falcón en Barcelona, y andando los años ya contamos treinta y dos, desde que el toro Timador, sentara en una silla de ruedas a Julio Robles. Fechas que rodean al quince de agosto dotando a la Fiesta de una mayor autenticidad, dejando claro que en el arte de Cuchares se vive y muere de verdad. 

Hace muchos años escuché decir en la tele al desparecido periodista José Joaquín Gordillo, que la temporada taurina, hasta llegar a la feria de Huesca iba cuesta arriba, y al pasar la de Bilbao, empezaba su cuesta abajo. Por eso en estos días, tras terminar la muy exitosa- de público sobre todo- feria de del alto Aragón; vivimos en una especie de altiplano, que en el que se asientan las ferias de Gijón, San Sebastián, Beziers, Dax, Málaga, y otras muchas de más o menos festejos, que significan punto de llegada con la temporada hecha y rematada hasta el fin de sus días, allá por el mes de octubre. 

Sin embargo estos días, sin decidir nada, dan el color concreto a cada temporada; triunfos en Bilbao, en Málaga o en la tradicional corrida ventana de la Virgen de la Paloma, dejan espadas en alto de cara al próximo curso taurino. Así mismo pasar sin pena ni gloria, coloca la bandera a media asta, en toreros y ganaderías. 

El toreo que nunca es todo lo justo que debía ser, y que a veces se emplea con toda su injusticia con quien no la merece, en estos días de agosto reclama la atención de todos, dejando claro que quien se sumerge en él en estas fechas, si es del toro.