El catalejo

No solo queda la música

Luis Eduardo Aute (Manila 1943, Madrid 2020)

No solo queda la música    

El 13 de septiembre se cumplen 81 años del nacimiento de uno de los más polifacéticos artistas de nuestro tiempo. Aunque más conocido como intérprete de sus propias canciones, su creación abarca con éxito otros lenguajes artísticos, como la poesía, el cine, y la pintura, siendo ésta última su vocación más temprana y a la que dedicó más tiempo y esfuerzo.  Un libro de reciente aparición “Vera Opera. La pintura de Aute", escrito por Antonio Álvarez del Pino, analiza en profundidad esta faceta no tan conocida pero no menos valiosa del artista.

Aute pintor

“Soy más pintor que todo lo demás”, aseguraba, reafirmando que esa era “su verdadera vocación y profesión”. Pero si bien Aute tuvo un temprano éxito como pintor, con una exposición individual a los diecisiete años, seguida de alrededor de una treintena a lo largo de toda su vida, con participación en Bienales como las de San Pablo y de París, la sensación de que su obra pictórica no era suficientemente atendida no le abandonó nunca. Sin embargo, analizando la totalidad de su trayectoria, no puede decirse que su pintura haya pasado tan inadvertida, sino más bien que las características de las artes plásticas, no permiten que éstas logren tan amplia difusión como la de las canciones. 

Durante su infancia, transcurrida en su Manila natal, Aute demostraba unas condiciones realmente excepcionales para el dibujo y la pintura. Ya en la adolescencia, establecido con su familia en Madrid, también comenzó a expresarse en la poesía y en la música, ligadas estas en canciones, muchas de las cuales llegaron a tener un éxito totalmente inesperado para quien persistía en su vocación pictórica. 

Antes de entrar de lleno en su carrera musical, participó como ayudante en el rodaje de algunas películas, lo que años más tarde le será útil para crear films en los que utilizó la animación de sus propios dibujos unidos a la canción, como es el caso de “El niño y el basilisco”, y el largometraje “Un perro llamado Dolor”, muy relacionado con el mundo de la pintura.

Nace un proyecto

En noviembre del año 2019, se presentó en la Universidad de Cádiz el libro “Aute, Lienzo de Canciones” excelente trabajo del escritor Luis García Gil, que abarca en profundidad la obra de Aute, e incluye, aunque no de modo exhaustivo, su pintura. Nos acompañaba en la mesa de presentación el que fue durante años productor musical de Aute, Gonzalo García Pelayo, quien estaba considerando el lanzamiento de una nueva línea editorial. Surgió entonces, como un sueño posible y necesario, que ésta se inaugurase con un libro dedicado a la pintura de Aute, Y formando parte de esa conjunción favorable de los posibles actores del proyecto, en la sala se encontraba la persona indicada para escribirlo: Antonio Álvarez del Pino, joven y talentoso pintor gaditano, Licenciado en Bellas Artes, ya conocido por su erudición y sensibilidad al abordar temas pictóricos.  

Vera Opera

El encuentro de Álvarez del Pino con la profusa y en buena parte desconocida obra objeto del ensayo, fue un proceso largo y trabajoso que contó con la excelente colaboración de la familia de Aute para que pudiera acceder, no solo a sus cuadros y esculturas, sino a su biblioteca y ambiente de trabajo. “Toda biblioteca es un autorretrato de su propietario” dice Álvarez del Pino, y en ella encontrará las fuentes que nutrieron su quehacer artístico, tanto libros de arte, como Biblias, mitología clásica, y profusión de poesía de todas las épocas.

“Vera Opera” contiene buenas imágenes de las obras más destacadas de cada período, desde el maduro retrato de una anciana filipina, hecho a la edad de ocho años, con boceto previo a lápiz, detalle asombroso teniendo en cuenta su edad, y el “Niño con tetera”, obra maestra de pintura infantil. A partir de allí Aute cultivará todos los géneros de expresión plástica, exceptuando el abstracto, nutriéndose tanto de la tradición clásica como de las vanguardias.

Álvarez del Pino analiza con rigor y profundidad cuadros de un Aute todavía niño o preadolescente, como “Máscaras” (1953), la gatita “Desirée”, “Gran Vía Madrileña”, y “Cristo” (1954), figura que será recurrente en su obra. 

La temática religiosa está presente desde sus inicios, con toques originales que en lo sucesivo se acentúan, como es el caso de los retratos de personajes de la historia sagrada con vestimentas actuales, Álvarez del Pino afirma que “el tema religioso interpretado de manera absolutamente heterodoxa es la espina dorsal de su producción pictórica” Temática en que se incorpora lo onírico y lo erótico, en cuadros sugerentes y trasgresores, como en su famosa serie de ángeles y también en sus series “Pasión”, y “Templo”, ya obras de gran porte.  

“Queda la música” es una de las bellas canciones de Aute. Pero sabemos que queda mucho más. Porque Aute no era un músico “que pintaba”, como muchos lo habrán considerado, sino un pintor total al que el autor califica como “un enigma enorme”, que cuanto más conocemos más se agranda y profundiza, tal como ocurre con todos los que han compartido de lleno el gran misterio del arte.