Toda declaración bélica ha acumulado demasiadas muertes y heridos
LA MIRADA DE ULISAS se despeina con los eventos en suspenso que mantienen en perplejidad a mi terruño, la Tierra. Una elección incierta que preocupa a todos las naciones y a los seres sensibles como yo. Perdemos el norte ante tanta confusión y polarización creadas en los últimos tiempos. El orden planetario parece haber hallado un desequilibrio global. Las elecciones de noviembre 5 en Los Estados Unidos, que no definen su dirección ni su futuro aún, crean caos e inseguridad. Un sentimiento de orfandad nos habita. Todo parece estar en la cuerda floja como lo desatado por las guerras en Ucrania y en el Medio Oriente. Curiosamente la de los países africanos sumergidos en tantos conflictos ¡no parecen contar!!!!
Toda declaración bélica ha acumulado demasiadas muertes y heridos. Mi gran pregunta: ¿por qué el monstruo del dolor despertó sus tentáculos? cuando se pudo vivir en una relativa calma durante más de 70 años. Acaso los horrores de dos guerras consecutivas como fueron las I y II Guerras Mundiales ¡no aportaron su sapiencia durante el siglo XX! Teníamos muy presente que en el horror de las conflagraciones todos pierden y las normas universales se desajustan. ¿Qué les pasa a los provocadores e iniciadores de los conflictos? que arrastran a sus contendores a la defensa y a su propio pueblo al desastre.
Antenoche nuevamente la respuesta de Israel al ataque de Irán con sus innumerables misiles que pretendía dar muerte a los habitantes de la Tierra Santa se hizo sentir. Vibró la tierra en la zona y muchos corazones amanecieron arrugados. Réplica a una descarga de misiles sobre las instalaciones de armas de sus enemigos que buscan la destrucción de Israel, este país de diminuto tamaño que sólo anhela vivir en paz y lo obligan a protegerse de todas las maneras posibles e imaginables. Es una catástrofe universal que me quita el buen dormir y el sueño por un mundo en paz. ¿Acaso no es lo requerido por la mayoría de las personas que lloran a sus muertos? O aquellas, que sumamos muchas, que deseamos el bienestar para presentes y futuras generaciones. Además de constatar con tristeza que el mundo se desestabiliza con tanto desorden y desazón. Son llamados que hacemos los seres pensantes a la lógica, si es que existe alguna en los seres destructores y terroristas que pretenden imponer su manera de pensar y de obrar al dañar los principios de la sana convivencia y de no poder ver al prójimo como un hermano, sino de modo absurdo y arbitrario como el enemigo declarado y perseguido. El mundo tiene cabida para todos desde sus diferencias y credos, así fue creado para que la fraternidad cobije divergencias y no permita desacreditar al semejante, que no abrace opiniones iguales, como lo imponen los radicales. Es abogar por el respeto y la tolerancia como valores que nos autoricen a vivir con cualquier ciudadano sin quererlo cambiar o transformar. Se debe recalcar y clamar para que no sea el odio que esté alojado en la sangre ancestral o en la necesidad de visualizar un mundo tan sesgado y tal vez oscuro. Unas tinieblas anunciadas en conceptos como: las mujeres sólo están para servir a los hombres en todo el sentido de la palabra y son comparadas con animales. Eso sale de la boca de ciertos dirigentes que tienen nombre propio e ideas imperialistas de someter al mundo a sus valores. Constato a mi gran preocupación que detrás de esos “ideales” perseguidos por los ayatolas o los molas, quienes no manifiestan el menor rasgo de empatía con la otredad que no se parezca a sus dictámenes, existe la imperiosa necesidad de dominar de forma brutal al mundo con sus creencias. Se basan sobre un sentimiento tan despreciable como el odio a lo diferente. Enseñanza que debe ser erradicada de todo sistema y reemplazada por el amor al prójimo. Desde los primeros años se tiene que enseñar la necesidad de compartir un mundo más armónico y menos al garete como el vislumbrado en estos momentos de tantas tinieblas, donde la sombra impone su voz y el sufrimiento su sollozo.
No en vano la fiesta de Halloween anuncia su llegada este 31 de octubre, como cada año, ya casi de manera institucional para muchos países que han apadrinado dicha celebración. Indica una costumbre celta adoptada por diferentes naciones donde los niños reclaman dulces con sus disfraces. Se toman la noche por asalto para golpear puertas desconocidas y decirles a los adultos que les regalen golosinas. Tal vez sea la interpretación que se le deba dar a la costumbre del 31 de octubre que busca por medio de sus críos endulzar la vida.
Es la lectura, que la mirada de Ulisas, la mía, le quiero dar al festejo de esa noche especial. Personas en evolución y con más conciencia necesitan buscar la luz en todo momento. Actitud que representa mi anhelo para que todas las miradas del mundo puedan lograrlo, ya que doy fe que la falta de violencia nos conduce a un entendimiento donde el cruce de visiones se hace más vivible y se puede disfrutar de los bombones que ofrece la existencia. Lástima mantener la ceguera. Me inquieto al constatar que quienes no quieran ni puedan apreciar la belleza de la vida mantendrán las tinieblas en su alma y peor aún las ganas de matar al otro, como lo estamos observando con la angustia que produce. Tal vez llegó la hora de pensar que, al ofrecer caramelos al enfoque universal podremos disfrutar mejor nuestro cotidiano. Los niños desde su inocencia nos enseñan grandes lecciones, aprendamos de ellos a buscar la miel de la existencia con actos que nos nombren ser verdaderos seres humanos. Este año veré el Halloween con ese sesgo personal que me llevara al inicio de otra era menos cruel. Me pregunto, si ustedes mis queridos lectores, quieren jugar a lo mismo que yo: despojar los momentos de tanta ferocidad y no permitir expresar que todas las madres, hermanas, amigas, vecinas etc… y todas las mujeres se distingan como animales para uso y abuso del hombre y que la diferencia, cualquiera que sea su manifestación, deba ser llevada al paredón. ¿Qué les parece si como los infantes le jugamos a un mundo más dulce? Me monto en el reto y me permito invitarlos a hacer lo mismo, ya que mi mirada niña es retozona y busca el bienestar de la Humanidad. Unidos en este propósito lo podremos lograr.