Poéticas de la inteligencia

Jorge Luis Borges: Metafísica de la Ausencia

Beatriz Saavedra Gastélum
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La ausencia es uno de los grandes temas de la poesía, y quizás una de las experiencias más difíciles de poner en palabras. En su poema Ausencia, Jorge Luis Borges nos enfrenta a esa vastedad, a ese vacío que, paradójicamente, parece llenar todo. La ausencia, en su obra, no es simplemente la falta de alguien o algo, sino un estado existencial, un espejo donde la vida se refleja distorsionada por la pérdida.

Habré de levantar la vasta vida / que aún ahora es tu espejo: / cada mañana habré de reconstruirla.

En estos versos, Borges nos muestra la dificultad de habitar una vida marcada por la ausencia de alguien. El universo se convierte en una inmensidad vacía, una realidad hecha de la ausencia de lo que alguna vez estuvo presente. Entonces, la poesía se convierte en el intento de llenar ese espacio vacío, de reconstruir, aunque sea en palabras, lo que se ha perdido. Sin embargo, lo que queda es la vastedad del vacío, una inmensidad sin sentido, donde los lugares y las cosas se tornan "vanos y sin sentido", como luces apagadas en pleno día.

Este sentimiento de ausencia no es exclusivo de Borges. Alejandro Dolina, en una frase que parece resonar con los ecos de Borges, escribe: "El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no está en casi ninguna parte". Para Dolina, la ausencia no es solo una experiencia personal, sino una condición existencial, una realidad compartida por todos, donde la presencia parece ser siempre parcial, incompleta, y el vacío es lo que domina el horizonte.

En el campo de la física, como bien señala la teoría contemporánea, el vacío es un concepto con el que se trabaja. Aunque esté "carente de materia", puede contener elementos como ondas de luz o de sonido, demostrando que el vacío no es lo mismo que la nada absoluta. Al igual que el silencio puede estar cargado de energía tras la música o tras la palabra exacta. Este vacío físico, lleno de posibilidades y fenómenos invisibles, contrasta de manera fascinante con la noción poética de la nada y la ausencia.

La nada, en términos filosóficos y poéticos, representa una carencia absoluta. Es la falta de todo, el espacio en el que ni siquiera las ondas de la luz o el sonido encuentran lugar. Borges juega con esta idea cuando nos habla de un universo donde todo se ha vuelto inútil tras la pérdida. En la poesía, la nada es la metáfora última de la ausencia: no es solo la pérdida de alguien, sino la pérdida de sentido, el desmoronamiento del mundo tal como lo conocemos, la falta de respuesta a la invitación secreta de la palabra, la música o la presencia.

El idealismo filosófico, una de las corrientes que influyó en la obra de Borges, plantea que el mundo es una representación, una construcción de nuestra mente. En este sentido, la ausencia adquiere un significado más profundo: no solo es la falta de algo o alguien en el mundo externo, sino la solución de esa representación interna, el colapso de la imagen que hemos construido de la realidad.

Borges, en Fervor de Buenos Aires, utiliza esta noción idealista para explorar la ciudad y sus rincones, pero también para meditar sobre el vacío. Si el mundo es una representación mental, entonces la ausencia puede ser vista como un fallo en esa representación, una grieta en el espejo que refleja la realidad. Cuando alguien o algo se va, no solo desaparece de nuestro mundo externo, sino también de esa construcción interna que hemos hecho del universo.

La poesía, entonces, se convierte en el intento de llenar esos vacíos. En lugar de la experiencia sensible, escribir nos lleva hacia una experiencia ideal, abstracta, donde lo ausente todavía existe como una idea, como una sombra de lo que alguna vez fue.

La poesía, al igual que el vacío en la física, tiene la capacidad de contener lo invisible. Aunque parezca que el poema está "carente de materia", de acciones o de personajes, siempre hay algo latente en él. Es en los espacios entre las palabras, en el silencio de los versos, donde reside esa energía invisible. La ausencia en la poesía no es un vacío estéril, sino un espacio lleno de posibilidades, de ecos que resuenan con lo que no se dice.