Sofía entre libros

Sobre "el odio" y José Bretón: ¿puritanismo cínico o simple respeto?

El respeto es definido por la Real Academia Española como el “sentimiento que se tiene hacia alguien o algo y que hace que se les trate con atención y cuidado, y que se les reconozca un mérito o valor especial”. Es un lugar común escuchar que en nuestros días se han perdido los valores, la educación y, en esencia, el respeto. Independientemente de la opinión que tengamos sobre dicha afirmación, lo que sí parece claro es que, en la actualidad, toda polémica sobre cualquier tema, se ve multiplicada por el efecto de las redes sociales en las que todo el mundo se ve impelido a manifestar su opinión de la forma más agresiva posible y, normalmente, sin tener ni la más mínima idea del asunto. Hoy no vengo a traeros la reseña de ningún libro que haya leído sino a hablaros de la enorme polémica surgida en torno a uno que todavía no ha salido a la venta: El odio de Luisgé Martín en el que se recoge la versión de José Bretón sobre el asesinato de sus hijos y en el que, por primera vez, confiesa la autoría de sus crímenes, cosa que jamás hizo en sede judicial y que no hace sino aumentar todo el morbo alrededor de la obra literaria.

Ha sido la prestigiosa editorial Anagrama la que ha decidido dar cobijo en su magnífico fondo editorial a esta obra y la que está siendo objeto de todo tipo de críticas feroces y amenazas variopintas de boicot. Pero para mí ese no es el aspecto más importante de este espinoso asunto. He leído a todo tipo de voces opinar al respecto, escritores reputados, editores de prestigio, abogados, etc. pero para mi la única voz que cuenta aquí es la de Ruth Ortiz, la madre de los pequeños, ex esposa de Bretón, y luchadora incansable que logró de forma definitiva el reconocimiento de la violencia vicaria como una forma específica de violencia de género, la más cruel de todas. Su colaboración destacada en este asunto no es baladí ni ajeno a la polémica, dado que son muchas las voces, incluida la de ella misma, que consideran que con esta publicación se le está infringiendo dicha forma de maltrato de manera continuada. 

De momento no parece que vaya a ganar la batalla judicial, el juzgado de Primera Instancia número 39 de Barcelona ha rechazado suspender la publicación del libro, días después de que fuera solicitado por la Fiscalía de Menores como medida cautelar. En cualquier caso esta no adopción de la medida cautelar de secuestro de una publicación no debe hacernos creer que legalmente esté todo perdido, pues todos los que ejercemos el derecho sabemos que ese tipo de medidas son absolutamente excepcionales,como no puede ser de otra manera dados los bienes jurídicos objeto del debate. Ahora queda por saber la postura de Anagrama, que con toda probabilidad será la de seguir adelante con la publicación.

Si bien es cierto que de momento no podemos conocer el enfoque que el autor (que curiosamente escribe los discursos de Sánchez) le ha dado al libro, lo que  sabemos hasta ahora es que se ha carteado con el parricida, también han tenido conversaciones telefónicas y hasta un encuentro presencial en la cárcel. Según el autor, el objetivo que subyace en El Odio es "entender" la monstruosidad de su acción, tarea a mi juicio imposible. A mí entender, intentar comprender a Bretón es algo del todo prescindible, no tengo ningún interés en conocer cuales son las razones de la maldad más extrema que pueda existir porque ni siquiera creo que dichas motivaciones existan.

Como he comentado anteriormente, he leído muchas opiniones sobre esto, el debate para mi se reduce a dos aspectos: el jurídico y el ético o moral. Un artículo de los que más me ha gustado ha sido el  publicado en El Cultural y se llama “El escándalo revela una hipocresía mayúscula": 'El odio' desata el debate en torno a los límites de la literatura”. Creo que no se trata aquí de debatir los límites de la literatura ni tampoco de hablar torticeramente sobre la censura. Es, simplemente, un tema de humanidad. Me llama la atención la defensa ardiente que del derecho a la libertad de expresión hacen todos lo que participan en el artículo, y me pregunto, igual que hace Carlos García Miranda en su artículo de 20 Minutos, si esa defensa sería la misma en el caso de que fuera otra editorial, como por ejemplo Planeta, la que lo hubiera publicado. Por otra parte el debate jurídico parece más claro, el límite para realizar una publicación de este estilo es que Bretón se enriquezca o gane mayor notoriedad. Desconozco si es el caso, pero deberíamos plantearnos si como derecho la libertad de expresión lo puede todo o no.

Como este debate me interesa de forma especial, decidí preguntarle también a los libreros por ser ellos el nexo último entre el libro y el lector. La sensación es unánime: incomodidad. No pueden negarse a vender algo de una editorial tan importante pero no están conformes, piensan en maneras alternativas de sortear el tema como pedir únicamente los encargos y no exponer el libro. También hay otras que directamente se han negado a su venta y no van a pedirlo a la editorial. Chapó por ellas, la valentía no es algo que sobre en estos tiempos.

Aquí hay un aspecto en el que creo que todos estaremos de acuerdo: se debería haber avisado con antelación a Ruth Ortiz, como le sucedió a la madre de Gabriel que consiguió paralizar una producción audiovisual de Netflix sobre el terrible asesinato de su hijo. Como parece que el libro se publicará en cualquier caso, otra solución sería obligar a Anagrama al pago de cierta cantidad sobre las ventas a la madre, sin necesidad de que un juzgado se lo impusiera. 

En cualquier caso, no creo que sea un tema sobre el debamos opinar desde el extremismo porque están en juego dos derechos de los que nuestro ordenamiento jurídico califica como fundamentales (la libertad de expresión y la intimidad) y también la configuración de nuestra propia sociedad. Al fin y al cabo, en mi opinión, se trata de un tema de respeto. Como cierre a este artículo que se aleja de mi contenido habitual, me gustaría también que nos hiciéramos otra pregunta, en el que caso de que decidamos que no vamos a comprar el libro, ¿dejaremos de consumir el género del true crimen tan de moda?, ¿o sólo nos parece mal el tema en unos supuestos y en otros no?. Como digo no hay una solución fácil en este asunto así que sentíos libres de pensar y opinar.