A Volapié

La cultura financiera

España es uno de los países de la OCDE con menor cultura financiera. Vivimos en una nación con sueldos bajos, penalizados por una elevada presión fiscal, y con un enorme estado que fagocita la riqueza mientras estrangula la capacidad de crecimiento de la economía. 

En este escenario, creo que la cultura financiera es más necesaria que nunca. Se trata de adquirir un conjunto de conocimientos y habilidades necesarias para tomar decisiones económicas y financieras acertadas que nos ayudarán a ser más prósperos y libres, nada menos. 

Los jóvenes, y no tan jóvenes, deben tomar conciencia del valor del dinero, del gasto responsable y de la imperiosa necesidad de ahorrar recurrentemente con vistas al largo plazo y a la jubilación. Es fundamental inculcar el hábito del ahorro desde que el joven cobra su primera nómina. Está demostrado que los niños que son capaces de renunciar a una satisfacción inmediata a cambio de una mayor en un momento del futuro, se convierten en adultos mucho más prósperos en lo económico, pero también en lo profesional y personal.

El estado asistencial no nos va a poder mantener pues cuanto más grande se hace, más decrece su capacidad económica y financiera, y peor es la evolución cuantitativa y cualitativa de la sociedad. Como hemos visto en el artículo Justicia Social, un estado enorme genera más pobreza y más injusticia social. No podemos confiar por lo tanto en él. Esta es la verdad incómoda. 

Conviene por lo tanto saber, entre otras muchas cosas, qué es la inflación y por qué es tan dañina, cuáles son sus causas, qué son los tipos de interés, así como la magia del interés compuesto en el largo plazo, cómo se descompone el presupuesto general del estado, qué son el déficit público y la deuda, y por qué son tan nocivos cuando son excesivos, entre otras cosas como los productos bancarios y financieros. 

Pero no basta con ahorrar, urge aprender a invertir porque vamos a sufrir una elevada inflación durante muchos años, el recorte de las pensiones es inevitable, y las rentas disponibles del trabajo se están estancando. Hay muchas opciones de inversión y hay que conocer las principales para poder tomar decisiones correctas que harán que nuestra madurez y vejez sean holgadas.

La inflación nos empobrece pues reduce la capacidad adquisitiva de nuestro dinero. Desde 2020 estamos en un entorno de elevada pérdida de poder adquisitivo, y esto va a seguir así por mucho tiempo debido al enorme endeudamiento que han causado las políticas estatistas de gobernantes irresponsables. La inflación conviene al que está endeudado y perjudica a los trabajadores y ahorradores. Por eso ni los gobiernos, ni probablemente el BCE, pondrán mucho empeño en llevarla al 2% o menos.  

Sin ahorro no podemos invertir, por lo tanto, conviene economizar entre el 7 y el 25% del sueldo. Para esto es necesario tener un presupuesto de gasto controlado, recortar gran parte de los desembolsos superfluos, buscar los mejores precios, y no vivir por encima de nuestras posibilidades. No se debe comprar nada a crédito, salvo la vivienda y el automóvil, y debemos resistir la tentación de endeudarnos por encima de lo razonable. 

Una vez que empezamos a ahorrar, tenemos que invertir para compensar el daño que la inflación causa en dicho ahorro. Tenerlo en la cuenta al 0% o en depósitos de muy baja rentabilidad es un error. 

Hay muchos activos en los que invertir, pero el ciudadano medio debe tener un enfoque sencillo y prudente. Los activos reales son los que mantienen su valor real pues crecen más que el IPC. Entre estos activos, los más importantes son el inmobiliario y las acciones de buenas compañías. 

El inmobiliario cumple dos funciones, nos permite vivir sin tener que pagar un alquiler, y además es generalmente una buena inversión pues sube de valor por encima de la inflación. Hasta la llegada de Pedro Sánchez al poder era también una buena idea invertir en apartamentos para alquilar. Ahora lo es menos dada la inseguridad jurídica que ha generado el gobierno al amparar a aquellos que no pagan y que ocupan. No es de extrañar que la oferta se retraiga y como consecuencia la accesibilidad a la vivienda de los menos favorecidos se haga aún más difícil. ¡Menudo éxito!.

Dicho esto, no hay que tratar de digerir un bocado mayor del que realmente podemos. El exceso de endeudamiento es una mala idea si los tipos de interés suben, o si nuestros ingresos sufren algún recorte temporal. La cuota de la hipoteca no debe exceder el 35% de los ingresos netos mensuales. Hay que esperar lo mejor en la vida y prepararse para lo peor. Por eso, si contratamos una hipoteca a tipo de interés variable, conviene simular cuánto subiría la cuota si los tipos suben 2 o 3 puntos porcentuales y ver si aún así podríamos hacerle frente. En cuanto a las hipotecas en divisas, como norma general, hay que olvidarse de ellas. 

La renta variable debe tener un peso significativo en nuestro patrimonio. Las acciones no son más que pequeñas partes de negocios exitosos que generan riqueza y beneficios. El valor de las compañías rentables crece más que la inflación en el medio y largo plazo. La bolsa americana crece de media un 7% anual mientras que la europea está en el 5%. Gracias al interés compuesto una rentabilidad del 7% por año se transforma en el 100% en 10 años. A 30 años el crecimiento es exponencial. 

Conviene tener una cartera diversificada repartida entre acciones de crecimiento (como la tecnología) y acciones de sectores maduros y defensivos que pagan buenos dividendos. Esto se puede hacer mediante acciones, fondos de acciones y/o fondos de acciones cotizados (ETFs). En cuanto a la volatilidad, no hay que vender nunca en las grandes caídas, sino más bien aprovechar para comprar más con descuento. Lógicamente cuando se desploman las bolsas es porque mucha gente vende por miedo. Tenemos que aprender a dominarnos y a no actuar como el rebaño. 

Hay más productos como la renta fija, los productos estructurados, las criptodivisas, los derivados, y otros, pero no son el objeto de este artículo.

Mi objetivo es llamar la atención a los jóvenes, a los padres, y en general a todo el mundo, hacia la necesidad de adquirir una sólida cultura financiera. Tenemos que desarrollar el hábito de ahorrar e invertir a largo plazo con el objeto de tener una madurez y una vejez económicamente holgada. Nadie lo hará por nosotros, y el estado menos que nadie.

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