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Herminia Borrell Feijóo, una mujer adelantada

Herminia Borrell Feijóo, cuadro de Elena Olmos
photo_camera Herminia Borrell Feijóo, cuadro de Elena Olmos

El Museo de Bellas Artes de A Coruña cuenta entre sus fondos con el magnífico retrato de Herminia R. Borrell Feijóo (1897-1971) creado por Elena Olmos (1899-1983). La pintora la representó desafiante, segura y la retratada por su fuerte personalidad se suma al elenco de sobresalientes y adelantadas señoras que destacaron en los años veinte por su intensa forma de vivir, en todo momento libres, valientes y creativas. Herminia Borrell se muestra en la imagen exhibiendo todo su poderío personal, enfrentada con determinación a quienes la contemplan; era dueña de una elegancia natural que se aprecia en su pose erguida, en el acostumbrado peinado y refinado vestido de encaje; adornada por un largo collar de jade, está acompañada por uno de sus adorados perros, que adquiere junto a ella un total protagonismo en la escena, porque el amor hacia los animales fue para ella una prioridad; también la vida en el campo e incluso el gusto por la realización de labores campesinas, hecho que en su momento chocaba y desconcertaba a los que la conocían; acostumbraba a ordeñar vacas y cabras, adoptaba perros y gatos vagabundos y los integraba en su entorno. Su posición en los elevados  círculos sociales europeos, donde había cautivado por su belleza inteligente, especial forma de ser y educación fue destacada por quienes la conocieron; de pausada conversación, su acento gallego se aliaba con el inglés idioma que dominaba y que había aprendido durante su formación en Londres; y su condición mundana y cosmopolita no fue impedimento para abrazar luego en Galicia, una sencilla existencia campestre que tanto le llegó a satisfacer . Y esta no sería incompatible con sus gustos excéntricos, estilo y afición a conducir sola automóviles o pasear en bicicleta; el espíritu aventurero y extravagante que derrochaba, extrañaba en la sociedad gallega de su tiempo y la admiración por su personalidad  perduró en algunos sectores sociales, a lo largo de los años.   

Herminia Elena Josefa Rodríguez Borrell Feijóo nació en A Coruña y su familia tenía sus orígenes en la villa marinera de Camariñas, y en Cataluña. Mantuvo amistad con la pintora Elena Olmos, hija del cónsul argentino en la ciudad, alumna de Fernando Álvarez de Sotomayor, republicana y próxima al círculo de Casares Quiroga en los años previos a la guerra civil, aunque sus vidas transcurrieron por derroteros totalmente opuestos; el retrato deja entrever que hubo entre ellas una gran sintonía que se percibe por la naturalidad que expresa la retratada. 

Su leyenda comenzó en 1922 cuando contrajo matrimonio en Londres con Nubar Gulbenkian, hijo de Calouste Sarkis Gulbenkian, el poderoso magnate del petróleo, nacido en Armenia, quien logró reunir una de las mayores colecciones privadas del siglo XX conformada por más de seis mil obras; un legado único que incluía piezas egipcias, grecorromanas, islámicas y europeas de diferentes épocas de la historia, entre las que se encuentran pinturas de Rembrandt o la colección de joyas de René Lalique. Un tesoro que en los comienzos de los años cincuenta, por deseo de su propietario quedó definitivamente en Portugal siendo el germen de la Fundación Gulbenkian de Lisboa. 

La pareja mantuvo una relación compleja y tormentosa y en 1928 se produjo el divorcio; ella recuperó orgullosamente su apellido y regresó a Galicia instalándose en A Coruña. La periodista Victoria Armesto, escribió en parte su biografía señalando en detalladas descripciones aspectos de su temperamento, de la lujosa y agitada existencia en París y Londres.

En adelante y ajena a convencionalismos Herminia Borrell mantuvo intacta su personalidad a lo largo de los años y por su cercanía con las artes surgió la afición por el mundo de las antigüedades, gusto poco común en aquellos años y esa pasión la llevó a reunir una importante cantidad de objetos artísticos que fue acumulando en el Pazo de Sigrás, viviendo a su modo y manera, sin añorar los oropeles del pasado.

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