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Los murales del Palau de Sant Jordi

En la información oficial publicada sobre la retirada de las pinturas del Saló de Sant Jordi en el Palau de la Generalitat de Catalunya no se hace mención a la identidad de sus autores. La omisión lleva a suponer que esas obras, a las que se les atribuye mala calidad, fueron pintadas por equipos anónimos, o por artistas irrelevantes, sin importancia alguna que no merecen ser nombrados. De nuevo hace acto de presencia la “cancelación” sobre unas obras de arte realizadas por artistas dignos y de prestigio que aceptaron el encargo de hacer unos trabajos para un espacio concreto rememorando en su temática pasajes alusivos al pasado histórico. Numerosas creaciones artísticas han hecho mención a lo largo de los siglos a gestas, episodios y logros que sucedieron anteriormente, o incluso en el presente; los museos, lugares públicos o edificios significativos están repletos de esas obras cuyos asuntos fueron interpretados según la visión y estilo de cada autor y no por ello habrá que desecharlas por la coyuntura puntual o arrancarlas de su contexto.

En lo que respecta a la identidad de los artistas que realizaron las pinturas murales para el Palau de Sant Jordi, es evidente que tuvieron unas trayectorias bien definidas y en su momento exitosas, basta con comprobar sus biografías. Tres de ellos: Carlos Vázquez Úbeda (Ciudad Real, 1869-Barcelona,1944), Juli Borrell i Plá (Barcelona, 1877-1967) o Josep María Vidal-Quadras i Villavechia (Barcelona, 1891-1977), están presentes en colecciones privadas y públicas nacionales e internacionales (Museo del Prado, MNAC, colección Hearst) y contaron con una formación de alto nivel ampliada con estancias en capitales europeas y americanas, bien en París, Venecia o Buenos Aires, teniendo un papel destacado en la vida cultural de su tiempo, dedicados a la docencia en centros oficiales o integrándose en instituciones como la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Carlos Vázquez Úbeda, autor del mural “El compromiso de Caspe” pintor, ilustrador y cartelista, formó parte de la Hispanic Society de Nueva York y fue Presidente del Círculo Artístico de Barcelona; en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid tuvo entre sus profesores a Carlos Haes y en París a León Bonnat; se relacionó con Picasso, Casas, Rusiñol y Sorolla, colaborando además en las revistas de vanguardia: Pel i Ploma o La Esfera. Pintó el ábside de la capilla de la clínica Barraquer en Barcelona y expuso su obra en las galerías Layetanas, en las salas Parés y Gaspar. El ayuntamiento de Ciudad Real aceptó en el año 2015  una importante parte de su legado para situarlo en uno de los museos de la capital.

Juli Borrell i Plá fue un pintor valorado por la sociedad catalana de aquellos años; cultivó principalmente el retrato y la pintura de historia y como muralista dejó muestras de esa labor en edificios públicos incluyendo la Iglesia de San Francisco, en Buenos Aires. Es el autor del pasaje dedicado a la Batalla del Bruc y sobre sus andanzas encontramos numerosas referencias en la prensa de aquellos años. En cuanto a Josep María Vidal Quadras i Villavechia (Barcelona, 1891- 1977) se destacó pronto, en su juventud, como un artista inquieto y ambicioso en su formación; estudió artes en Ginebra y en Munich fue alumno del pintor Haberman; en Barcelona asistió a la Escola de la Llotja, y al atelier de Félix Mestres Borrell, integrándose en las exposiciones internacionales organizadas por el Carnegie Institute of Pittsburg o en otras muestras al lado de los pintores Julio Moisés, Anglada Camarasa y Joaquín Mir. Todos ellos optaron por el desarrollo de sus lenguajes dentro del campo de la figuración, adaptada a cada personalidad. Y ante el conocimiento de quienes fueron se impone el respeto hacia sus obras, como igualmente se debe extender la misma consideración a las producciones artísticas del pasado que hemos de comprender en su contexto, junto a la apreciación de sus valores estéticos. La censura con carácter retrospectivo y el descrédito sin criterios objetivos no son deseables.

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