Mi pasión

¿Hay renovación en el toreo? (Primera parte)

Quizá la grandeza del espectáculo taurino radique en su perenne discusión. Ya lo dice el viejo refrán: “hay del ídolo de lo que no sea discutido”. 

La Fiesta de los Toros sigue continuamente renovándose principalmente por los conceptos del toreo que siempre han realizado los profesionales, o mejor dicho los toreros. Pero siendo un poco realista debo decir que, el toreo del momento no se practica cómo el de hace décadas, y no digamos si lo comparamos con el de la llamada época dorada. Hoy el toreo se interpreta y se siente de otra manera, ni mejor ni peor que antes, simplemente diferente.

Pero refiriéndonos solamente a las circunstancias de ahora, lo primero que diría, es que el toro de lidia también ha cambiado, por lo cual, ambas partes, torero y toro, han marcado un camino paralelo de continua transformación con un resultado común, efectuándose de otra diversa forma, puede que incurra en decremento de la emoción y conmoción de tiempos pasados. Su estilo se concibe de manera muy distinta, con más tendencia artística. 

Diremos que el toro que se cría en las dehesas se presta más al lucimiento de los espadas, se emplea y acomete con mayor fijeza a los engaños, dejándose torear, pero con menos ímpetu y poderío que los de antes. En mi opinión, se está criando más modelado y acorde, de una bravura especial deseada por los toreros, en consecuencia; más fastuoso, para quienes los lidien puedan plasmar sus cualidades propias. Yo diría criado a petición de algunos interesados.

Posiblemente lo más relevante de la renovación, como antes hemos dicho, ha sido el toro, por ser el pilar básico donde estriba todo el espectáculo. Sin ninguna alegación, las reses bravas de hoy son más dóciles que las de épocas anteriores, con sus matices y conceptos, muchos de ellos se dejan sacar todas las virtudes que llevan dentro, por su excesiva boyantía. 

El ganado de otros tiempos, apenas se le podía ejecutar series de timbre artístico, era un animal más bronco y temperamental, con el peligro de herir en un mínimo descuido a su lidiador. Prácticamente las reses actuales, han pasado a fieles colaboradoras para el capote y muleta, a las difíciles y complicadas de antes que desarrollaban muy pronto el sentido, sin dejar olvidado que también puede herir fuertemente las de hoy.

La renovación es sinónimo de vida y de progreso. La Fiesta de los Toros es una liturgia embriagadora que dista desde tiempos remotos, es tan nuestra, que sigue estando viva por su admiración y continuada transformación. Si esto no fuese así, no habría soportado la cantidad de escollos que ha tenido, y seguirá teniendo, sorteando permanentemente los muchos obstáculos que le salen en el camino. No hay ningún otro espectáculo que concite tanto pros y contras como nuestra Fiesta.

Pero en honor a la verdad, diremos, todavía existen ganaderos que crían toros de los que se podrían llamar emblemáticos, complicados por su dificultosa lidia que presentan a la hora de torearlos, sin querer nadie tragedias. Los viejos espectadores estaban acostumbrados verlos en cualquier plaza, ahora sufren en los tendidos y lamentan la mucha ausencia de aquellas bravuras, elogiando igualmente como paradigma el toreo poderoso, prácticamente un poco en el olvido, pasando a la monotonía impuesta para unos públicos sensibles y algo de conformistas.

Bien es cierto, existen matadores capaces de lidiarlos y sacarles partido a toros como si fuesen aquellas épocas antiguas, pero también diremos, ahora se torea con más vistosidad y pureza que tiempos pasados como ya queda dicho, dado a la noble y suave entrega de la mayoría del ganado reinante.

A la presente tenemos clases de toreros que nos deleitan con sus dotes artísticas, gracias a sus estilos y duende, a cambio del poder y dominio de otros muchos existentes. Por eso el toreo sigue siendo grandioso y virtuoso.