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¡Este toro tiene mucho hule!

Hubo un toro llamado “Granadino” de la ganadería de Ayala que corneó fuertemente a Ignacio Sánchez Mejías en la localidad manchega de Manzanares (Ciudad Real), el 13 de agosto de 1934, un toro que según las crónicas de entonces tenía mucho “hule”, tanto, que Ignacio murió a los dos días de la cornada.

Decir en cualquier plaza de toros que el astado “tiene mucho hule”, equivale a decir que tiene mucho peligro y puede empitonar al torero en un instante y mandarlo a la enfermería. Nombre que tomó del hule que se utilizaba en las mesas de los quirófanos donde tenía que posar el diestro herido, entre otras cosas también, por ser un tejido fácil y manejable de limpiar o lavar en caso de usarlo.

En los diccionarios que habitualmente utilizamos, la palabra hule tiene varias definiciones, pero una de las más acertadas sería -tejido de algodón impermeabilizado por una de sus caras con aceite de linaza cocido-. Antiguamente era bastante utilizable en los hogares para extenderlo por encima de la mesa camilla para comer, además asequible y sencillo como antes hemos dicho para su limpieza. 

Pero hay otra, que al principio hacemos referencia, que se menciona con mucha frecuencia su vocablo en el toreo y argot taurino que quiere decir “enfermería”. Ahora en la actualidad, se emplean otras texturas más modernas y funcionales para cubrir las mesas de operaciones de las enfermerías. Son unas fundas adaptables muy prácticas de poner, quitar y tirar, además de esterilizadas o desinfectadas al efecto.

Por cierto, uno de los amigos y copartícipe de la “generación del 27” de Sánchez Mejías, fue ni más ni menos que Federico García Lorca, quien le dedicó una elegía conocida por todo mundo, llevando por título; “a las cinco de la tarde”. Este título ha quedado como hora taurina. En la referida elegía en ningún momento Lorca pronunció la palabra granadino, tal vez un rechazo a nombrar el gentilicio de su ciudad de nacimiento como todos sabemos fue Granada, o algo psicológico y no querer recordar jamás el nombre del toro que mató a Ignacio Sánchez Mejías. 

Otro de los grandes amigos que tuvo el referido Sánchez Mejías fue Rafael Alberti, admirado poeta portuense-gaditano, quien quiso debutar una tarde del año 1931 como banderillero en la cuadrilla de Ignacio en la plaza de toros de Pontevedra, vestido de tono naranja y azabache. Al terminar de la corrida se cortó la coleta, pero la verdad sea dicha, el poeta no se arrimó ni le dio un pase en toda la tarde al toro durante la lidia, su trabajo fue solamente hacer el paseíllo. ¿Se imaginan ustedes a Alberti vestido de torero con unos cuantos kilos de más y pelo largo…?

Concretando, los toros a los que se les pueden denominar que tienen “hule”, son todos aquellos que a los toreros no les entran por el ojo desde el mismo instante que los captan, es decir; a los que observen que tiene mala pinta y hechos aparentes de un “barrabás” o de un “pregonao”

El lugar más corriente donde pueden examinar los profesionales a esa clase de toros, es en los corrales de las plazas a la hora de efectuar el reconocimiento previo del ganado que esté anunciado para la corrida, siendo preceptivo hacerlo por la mañana el mismo día del festejo, posteriormente los animales serán enlotados, sorteados y enchiquerados. 

En el caso de que alguna de las reses observadas no sea del agrado de los miembros de las cuadrillas, por regla general ellos mismos les adjudican ese apelativo, momento en que a estos hombres se les aprecia un cambio muy significativo en el rostro por la preocupación y reparo al toro, murmurando entre ellos con voz apagada; ¡Ofuuu!, Dios quiera que no nos toque en suerte ese “maldito”. Por supuesto, refiriéndose al toro del encierro que han observado antes de enchiquerarlos y no ha convencido a ninguno de los toreros, sobre todo, por tener cara de “pocos amigos” y bien “armado”, entre otros detalles de tenerle en cuenta, temiendo lo peor, porque puede mandar alguno al dichoso “hule”.

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