Mi pasíón

El ¡va por vu! de "Churro Cuchares"

En el mandato del rey Carlos IV, se prohibieron todos los espectáculos taurinos en España, época de la entrada de los franceses a nuestra Península, produciéndose el famoso e histórico dos de mayo de 1808 en Madrid, fecha en la que se levantó en armas el pueblo madrileño, dando así al comienzo de la Guerra de la Independencia.

El inmortal pintor Francisco de Goya y Lucientes, plasmó en sus lienzos, entre otras grandes obras “los fusilamientos del tres de mayo”, como también el “retrato de la familia real de Carlos IV”. Este universal pintor, nacido en la localidad zaragozana de Fuendetodos en el año 1746, fue el que también hizo los famosos grabados llamados “La Tauromaquia de Goya”. Por cierto, que, en la opinión de muchas personas entendidas, nunca supo pintar los toros bravos, pero para mi modesto entender creo que es un error tremendo.

Tiempos aquellos en los que toreaban los famosos diestros José Delgado “Pepe-Hillo” y los hermanos Martín y Antonio Ebassún “Los Martincho”, el arte de los tres, los dibujó con sus pinceles en dicha Tauromaquia. Pues bien, muy después, en el mandato de Charles Louis Napoleón Bonaparte Napoleón III, Emperador de Francia, fue elegido presidente de la república francesa por un golpe de estado en el año 1851, disolviendo la Asamblea Nacional y dándose por proclamado al año siguiente Emperador de los franceses. Después sería derrotado y prisionero en Sedán en el 1870, por los alemanes prusianos, firmando la paz posteriormente en Prusia se marchó para Inglaterra. Aquí en España por aquellas fechas se volvería a autorizar de nuevo La Fiesta Nacional. Memorable fecha.     

Napoleón III, casado con la bellísima granadina Eugenia de Montijo, a quien le profesaba un gran amor, hasta el punto de sembrar los Campos Elíseos franceses de almendros para que pudiera verlos florecer y contemplar su hermosura de tanta flor blanca en el mes de enero y pensarse que miraba a Sierra Nevada con su manto blanco cubierto de nieve, igualmente quiso obsequiarla con una corrida de toros, la que se celebró en el mismísimo París, anunciándose en este festejo el famoso diestro madrileño pero criado en Sevilla, Francisco Arjona “Curro Cúchares” como primer espada. 

Durante un mes estuvieron enseñándole al torero lo que tenía que decirle al mandatario francés en el brindis, pero…, cosas de los toreros de enjundia sobrenatural, en el momento de expresarle el referido brindis se le olvidó lo aprendido, y entonces, con esa inteligencia intuitiva, innata de los grandes genios, miró a Napoleón diciéndole: ¡Zeñó, va por vu, por la zeñora de vu, por los vusecillos que tengáis y por todos los vus de Francia! La respuesta de los ocupantes del ilustre palco regio fue mirarlo fijamente desde los pies a la cabeza asombrados como atónitos, después de un breve lapsus sonrieron alegremente de la extraña catadura del venerable diestro, retirándose el torero tan pancho hacia el toro para proseguir la faena, cosas que pasan en los brindis.

Contaremos otra anécdota con una frase muy simpática de aquel genial torero de Cádiz, llamado Manuel Díaz Cantoral “El Lavi”, de etnia gitana, hombre de una extraña mezcla de valor y miedo, como de comicidad y garbo, que después de regresar de La Habana (Cuba) y de México, allá por el año 1852, donde estuvo toreando con gran aceptación, pronunció la siguiente frase: “si no voy de aquella tierra me jazen emperaor como a Napoleón de los franceses”, claro, refiriéndose a Francia cuando también estuvo toreando ante Napoleón en más de una ocasión.