LA MIRADA DE ULISAS se aterra con lo que le está sucediendo al mundo. Nuevamente se arma para producir y perpetuar más guerras que tanto mortifican a atisbos como el mío, amante y defensor de la paz, la tolerancia y del respeto entre todos los seres humanos. Formamos una unidad desde nuestras diferencias. Ellas enriquecen la Humanidad y nos permiten desarrollar un sentimiento de bondad hacia nuestros hermanos por diversos que sean en fe, raza, convicciones o maneras de obrar. Es el gran reto, el manejo que tengamos hacia nuestros semejantes.
Aprovechamos un periodo largo de cierta tranquilidad, con el desarme de naciones y las propuestas de vivir y dejar vivir en paz, pero el hombre por naturaleza no sabe conquistar sus propios demonios interiores que lo llevan a la violencia. Y me pregunto con tantas experiencias que ha tenido la humanidad, ¿acaso no ha logrado entender que en concordia se vive mejor? Resulta ilógico que no pueda deducir que entre los seres humanos nos estamos matando o pretendiendo invadir territorios ajenos por el mero placer de la conquista y la presencia de egos desbordados. Para algunos dirigentes las guerras o invasiones se presentan como algo muy atractivo. Será que se les debe recordar en permanencia que cuando los entierren no tendrán bolsillos para cargar fortunas ni bienes. Tienen que reconocer que ya no existen entierros con trasteos. Sólo partirán con sus buenas o malas acciones en su haber. No tomemos en cuenta una contemplación religiosa o espiritual para hablar de este asunto, ya que muchas personas cuestionan o niegan los castigos divinos al pensar que no existe un más allá con cuentas por pagar, y tal vez tengan razón, (nadie ha regresado para contarme la verdad, una realidad que se acomoda al entender de cada individuo) pero lo que se cobra sin la menor duda es pasar a la Historia como asesino, invasor, ególatra, hombre sin corazón, perverso, loco desatado, un Nerón, un Hitler, un Calígula por sólo mencionar algunos de esos nombres que nos ponen a temblar y bañan las páginas de la historia con sangre. Nadie les detiene el pulso fratricida. Se adhieren al grupo de truhanes para quienes matar o mandar a liquidar no es un problema, más bien la solución para sus nefastos propósitos. No les tiembla la conciencia en el afán de reinar y hacerse a un trono que por mucho que les dure será efímero. Sin embargo, en este plano que es nuestro planeta Tierra debemos considerarnos unidos por el mero hecho de responder a la humanidad, que componemos todos. Un concepto que se aleja de los dictadores o de los hombres que empuñan el poder con ganas de anular al otro que no piensa o actúa como él. Cortos de visión se empeñan en destruir la otredad sin comprender el alcance que dichas acciones conllevan. La Historia no perdona las labores que desempeñan sus líderes, calan hondo en los historiadores. Existe un registro que hablara o denunciara las gestiones o los mandatos que dejen mucho que desear, como conocemos y rechazamos, quienes nos hacemos a una voz de alarma. Ajenos a estos pensamientos, que de seguro olvidan por mera conveniencia, se sienten con el derecho de hacer a su antojo sin tomar en cuenta estas consideraciones, que si bien no son atendidas o entendidas, no por ello dejan de existir y de ser buen motivo de una exhaustiva investigación. Ya nada queda oculto bajo el sol. Todo se presta a la minucia del análisis y de las respuestas. Cortos de espíritu desdeñan este detalle que hagan lo que hagan sus emprendimientos tendrán eco en las futuras generaciones, que no les fluctuará el espíritu para la condena. Tal vez alguien les debería estar repitiendo esta realidad para que sepan los malévolos gobernantes que los sucesos cometidos son carne pulpita para la historia. Registro que no perdona al dejar fiel testimonio de los hechos. ¿Será que alguien se atreverá a soplarles al oído que deben atenerse a las consecuencias? O se harán los desentendidos como tanto lo saben hacer por no tener una conciencia que les dicte cómo proceder en función del bienestar de su gente o del buen o mal comportamiento de un nombre que pasará a la historia con la verdad a cuestas. Es la constante pregunta de mis ojos en dolor. ¿Quién les ha disipado el padecimiento de obrar mal? Un sentimiento que todos deberían mantener presente para no caer en abusos de poder. Y otra inquietud que me persigue: ¿acaso el poder borra lo moral o la buena conducta para dejarlos en la ceguera que aturde los sentidos? Y no creo ser la única mirada que averigua este asunto, que de hecho pone a meditar al común de los mortales, quienes de manera tardía se arrepienten por haber llevado al poder a monstruos que serán denunciados en hojas de la Historia. Textos que sabrán ventilar la verdad. Una sombra los perseguirá hasta la tumba, donde cada nombre retumbara con el mal que ha sabido sembrar.