Tras la fumata blanca, cuando el cardenal protodiácono Dominique Mamberti anunció en el balcón del Palacio Apostólico, residencia oficial del papa en la Ciudad del Vaticano, “Habemus Papam”, se iniciaba el papado del nuevo sumo pontífice: León XIV.
El papa escogido fue el cardenal Robert Francis Presvot Martínez, convirtiéndose en el primer sumo pontífice de origen norteamericano pero con un fuerte arraigo latinoamericano, ya que ha vivido más de 40 años en Perú y de madre española.
Un punto de inflexión fue su salida al balcón con la indumentaria papal, rechazada por el papa Francisco al iniciar su mandato, marcando así la dignidad de la vestimenta protocolar que los pontífices romanos habían utilizado tradicionalmente desde hace siglos: la muceta papal, la estola bordada, la cruz dorada, el roquete y los zapatos rojos carmesí. Además del solideo papal y el anillo del pescador, que fueron los únicos símbolos utilizados por Francisco.
Las primeras palabras del papa León XIV fueron: “Ayudadnos a construir puentes”, lo cual es muy significativo ya que desde el primer momento de este mandato lanza un mensaje de unidad, de que tratará de congregar, de enlazar y de captar la mayor cantidad de feligreses para una Iglesia Católica, que a pesar de todos los millones de fieles en el Mundo, se ha visto afectada por la inversión de valores de la sociedad contemporánea, la salida o el traslado de feligresía a otras religiones.
En este papa, que apenas tenía dos años en el colegio cardenalicio, siendo uno de los que menos tiempo había estado en el mismo, se presenta la oportunidad de una inyección de sangre nueva para encarar las necesidades de una institución que iba siendo afectada por cierto ostracismo e inercia para enrumbarla por nuevos estadios que demandan las actuales momentos. Ya veremos al papa interactuando mediante las novedosas formas actuales de comunicación masiva; no resultara extraño encontrar un pódcast o un Tik Tok con mensajes papales para que lleguen de manera atractiva a la juventud.
El nuevo papa es partidario de una Iglesia Sinodal, la que Francisco tanto defendió teniendo fuertes oposiciones dentro del mismo Vaticano, que se abra a toda la feligresía: “No una Iglesia muda, sino una Iglesia que recoge el grito de la humanidad. No una Iglesia ciega, sino una Iglesia iluminada por Cristo, que lleva la luz del Evangelio a los demás. No una Iglesia estática, sino una Iglesia misionera, que camina con el Señor por las vías del mundo”.
Los retos del sumo pontífice son muchos y diversos, desde la inclusión de las mujeres, la apertura a grupos minoritarios, la aceptación de la comunión de los divorciados, las relaciones con otras religiones, la presencia de la religión católica en todos los confines del mundo, la gestión diplomática vaticana en un sociedad contemporánea con profundos conflictos y su relación con el mundo árabe y China, entre muchos otros puntos de agenda.
Elevamos nuestras plegarias para que León XIV pueda llevar a cabo una agenda tan amplia y difícil, y que Dios le brinde la sapiencia necesaria para poder equilibrar las fuerzas internas con que tendrá que lidiar y los embates externos que tendrá que afrontar, para mantener el equilibrio y la comunión entre toda la Iglesia Católica. Amen.