Desde el horizonte

¿Quién demonios ha escrito este artículo?

Quién demonios ha escrito este artículo - Gonzalo Leiva
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Cuando termine de leer este artículo, quiero que se haga la siguiente pregunta: ¿Quién cree que lo ha escrito? ¿Una inteligencia artificial o quien lo firma? Párese un segundo a pensar si una inteligencia artificial podría interpelarle a usted de esta manera. Si ella misma podría concebir semejante posibilidad, ir tan lejos en su reflexión para sembrar en su mente esa duda. Y sepa que sí, que lo está haciendo ahora mismo. ¿O tal vez no?

No es difícil darle las indicaciones adecuadas a una aplicación de inteligencia artificial para que elabore un texto como éste. En unas cuantas iteraciones puede lograr reflexiones complejas sobre su propia naturaleza y su capacidad a la hora de generar párrafos similares a los que usted está leyendo ahora mismo. Y que dé la sensación de que es un escrito genuino sacado de la pluma de un articulista de opinión.

Esto plantea dudas – fascinantes y aterradoras – sobre las aptitudes, posibilidades y límites de las máquinas. La inteligencia artificial, a través de sus tentáculos algorítmicos, ha llegado al punto de ser capaz de esbozar argumentos persuasivos con una precisión muy fina, en ocasiones incluso mayor a la de los seres humanos. Y usted está siendo ahora mismo testigo. ¿No le abruma? A mí mismo me da pavor ver cómo se forma este texto en mi pantalla, delante de mis narices, accionado por un simple botón, sabiendo que lo ha escrito una máquina.

¿Pero puede la inteligencia artificial llegar a comprender la pasión íntima que late en el corazón de una convicción humana? ¿Puede un ordenador, despojado de emociones y experiencias, realmente procesar la subjetividad inherente a la realidad que vivimos? ¿Puede una máquina, nutrida por una infinidad de datos, emular la singularidad de nuestras experiencias y convertirla en una narrativa convincente? Si la respuesta es que sí: ¿qué nos separa de ellas entonces? ¿Qué distinguirá, dentro de quinientos años, a un ser de hecho de carbono e hidrógeno de otro de silicio y polietileno? Todos estos interrogantes abren la puerta a numerosos debates en torno a la naturaleza humana, al sentido de nuestra existencia y al futuro de la Humanidad. Será, precisamente, la forma en la que los abordemos lo que marque los futuros desarrollos de la inteligencia artificial y, en última instancia, el nuestro propio como especie. 

Por lo pronto, y cada vez más, nos iremos habituando a encontrar rastros de inteligencia artificial en los textos a los que nos enfrentemos cada día. Pues, aunque usted aún no sea consciente, plataformas y aplicaciones como ChatGPT ya se han infiltrado en nuestra sociedad y están por todas partes: en los artículos que aparecen en periódicos como éste, en los informes que lee por las mañanas en el trabajo y hasta en los guiones de las series que vemos por las noches antes de irse a dormir.

Regreso ahora a la pregunta que le formulaba al principio: ¿quién cree que ha escrito este artículo? ¿Una inteligencia artificial o quien lo firma? Puede que ninguno de los dos por completo. Puede – y sólo puede – que el autor haya formulado ciertas preguntas a una plataforma de inteligencia artificial que le ha ofrecido posibles respuestas; que haya extraído algunas ideas o frases de las reflexiones que ella le planteaba. O que haya copiado y pegado el texto completo que ésta había generado. O que lo haya escrito él en su totalidad, sin ningún tipo de ayuda computacional, en un febril delirio reflexivo de fin de semana.

Quién sabe. A usted el dar con la respuesta correcta. Pero recuerde: ésta ha sido tan solo la primera de las muchas veces que tendrá que intentar encontrarla a partir de ahora.