Opinión

Va a gusto en la burra

Felipe González va a gusto en la burra del nuevo socialismo, o sea, del sanchismo puro y duro, que no hace más que descalificarlo y ponerlo en evidencia delante de muchos españoles que no saben, no recuerdan o no quieren recordar que cuando fue presidente del gobierno cumplió con todos y cada uno de los principios constitucionales que contribuían a que nuestra democracia fuese madurando poco a poco. Consolidando el eco afortunado de saber que nuestra vieja España se había transformado, en pocos años, en un régimen nuevo que representaba la plena libertad, la democracia. Pero ahora, ya pasados los años y los lustros, sus colegas del PSOE ponen en entredicho aquella etapa e incluso se manifiestan públicamente contra el líder que consumó esperanzas y desvelos. Alguno de ellos ha llegado a decir o a compartir que el susodicho gobierno de González tamizaba talantes de aquella dictadura y así, o por lo tanto, no era la rotunda democracia que creímos que era  ¿cuestionan la apacible transición? Son los sanchistas más fervientes, que creen que han deshilado las madejas y la afrenta de muchos desafíos…

Felipe González es el Poncio Pilatos de este tiempo, el que se revela contra algo que no sabe qué es. El que fluctúa en universos ambiciosos para hacerse notar y que digamos: ahí está Felipe. Pero al final se disculpa y no viene a decir “ni SO ni ARRE”. Nunca nos dice nada y si lo dice, nadie se entera nunca de qué ha dicho. Él quiere quedar bien, desea abrir cauces sofisticados que sus seguidores apabullan y cuando Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Jaúregui, Corcuera, Almunia, Lamban y otros tantos, se ponen de su lado, “Felipe, el presidente, se va por la tangente” y le hace la rosca a Pedro Sánchez y le dice, nos dice y se dice a sí mismo, con el fin de escucharse y auscultarse que “le costó más hacerlo pero optó por votar al PSOE del candidato Pedro Sánchez en las elecciones del 23J”. Queda dicho.  

¡Qué pena da Felipe! Que tiene que disculparse y lavarse sus manos inocentes como lo hizo Pilatos, para que todos sepamos, definitivamente, el rumiado sentido de su voto, el larvado sentido de su voto, el oculto sentido de su voto.  Se lava las manos ante los españoles que ya no sabemos qué pensar, pues nos deja a los pies de los caballos que llegan desbocados ¿Se le irá la pelota? ¿O qué le pasará?  Ahora le dice a Sánchez que AMNISTIAR a aquellos del Proceso Soberanista Catalán supondría señalar a la democracia española como culpable de lo ocurrido en Cataluña y además asegura que el referéndum no es legal. En fin, ahora ha vuelto a decir no sé qué cosas.  Volverá a desdecirse, cuando ya haga unos días que no sale en la prensa.

Y volverá a la carga, a exponer sus ideas peregrinas, decir que no le gusta ese proyecto de mayoría progresista. Critica las posturas de Sumar y de su lideresa, reunida con Carles Puigdemont ¡Hay que joderse! ¡Qué rara es la política!

Por eso vuelvo, como en otras ocasiones, a la gran literatura de Cervantes y tomo las palabras de Preciosa, la gitanilla, para decir a nuestro expresidente: Habla vuesa merced muy a lo santo…Porque es lo que parece. Que no mata una mosca.

Sigo y sigo leyendo las novelas cervantinas tan dadas a refranes. Doy con uno que al fin me tranquiliza: Ningún camino es tan malo que no se acabe. De esa guisa de antaño me conformo, para seguir urdiendo y maquinando las capuchas de invierno.

Y todos los sanchistas se lo creen, pero yo no le creo. Felipe González debería hablar menos. No decir tonterías cada poco, no desdecir lo dicho. Que sepa el respetable expresidente que la boca callada, no entran moscas.