La mirada de Ulisas

¿La defensa no es legítima?

LA MIRADA DE ULISAS quisiera entender la nueva ola de antisemitismo desatada por el mundo. Su atisbo regresa al viejo concepto de que cada vez que el mundo va mal, responsabilizan al judío de ese malestar, sin cuestionarse los verdaderos motivos de dicha realidad. El judío asume el rol del canario en la mina. Animalito bien pequeño que detecta lo que va a suceder al percibir primero la irregularidad o el peligro en el socavón. Desde sus primeras reacciones ya se anuncia la tragedia. Algo huele mal que el pajarito percibe y manifiesta. El judío desde siempre conoce su drama y aprende a detectarlo con anticipación. Por ello, el símil con la alarma en el túnel de la minería. Siendo uno de los pueblos más antiguos de la existencia humana aprendió a observar sus enigmas. Inclusive, asunto relevante, supo enterrar a sus muertos sin trasteos de ninguna clase en tiempos pretéritos, mientras los demás pueblos de la época lo hacían pensando en un reino futuro. Pensaban que les permitía trasladar sus pertenencias a un más allá, que percibían sin misterio y similar al de la Tierra. Desde sus inicios los judíos cuando aceptaron las Tablas de la ley con sus diez mandamientos en el Monte Sinaí siguieron los preceptos para regirse bajo una sana convivencia. Entendieron que los misterios de la muerte conservaban para siempre su guardado. Un recóndito que no se ha podido comprobar ya que realmente no es lógico explicar el destino final, así muchas o ciertas religiones den respuestas que no se verifican de modo fehaciente sino que permanecen en el dominio de lo filosófico o religioso. 

Lo cierto es que cada tumba con mudanza ha dejado huella de que los trasteos no han sido eficientes en sus genuinos propósitos de trasladar las cosas a la otra dimensión, ya que los objetos y los enseres, así como los cuerpos momificados se exhiben en los museos dando fe que los entierros recurrían a prácticas que se hicieron al desuso, debido a las deducciones que no concordaban con lo expresado en los entierros. Ya a nadie se le ocurriría sepultar a sus seres queridos con objetos que permanecerán bajo tierra. Las guacas o entierros como antaño dejaron de existir gracias a los adelantos que dan la evidencia de su inutilidad. Saltó a la vista su ineficiencia y se establecieron otros métodos en los funerales más acordes a las necesidades y no a las figuraciones. Lo indagado es que el judío nunca recurrió a esa práctica. Desde los inicios de su tradición anunció que no había entierro con trasteo y que el muerto no se llevaba nada en los bolsillos. Lo sepultaban como lo siguen enterrando en nuestros días; con una simple mortaja que iguala a todas las personas en la condición de difunto, así sea el más millonario o el más pobre en sus finanzas. No interesa su posición. Lo que implica que: así como nacemos nos iremos, sólo con las acciones que deberán tener su contabilidad en un mundo que desconocemos. Pero lo que realmente cuenta son las conductas en este plano donde el individuo debe ejercer los dictados de unas leyes que le permitan ver al semejante como un hermano y no como un enemigo, que se deba liquidar por ego o por el afán de conquistas de territorios o reinos. Sólo resulta permitida y exigida la defensa en caso de ataque, ya que la vida cobra fuerza y debe ser preservada a toda costa. A pesar de ser bombardeado constantemente con misiles, el país que es Israel no reaccionaba sino con destruirlos con su domo de hierro, pero ya cuando el ataque es de muerte a civiles y de forma masiva, la respuesta es de defensa a ultranza. ¡O tú o yo! Como lo anhelan los terroristas sin entender que hay cabida para dos pueblos que pueden y deben vivir en paz con acuerdos.  En el momento que el rancho es avasallado con muertes a civiles no hay razón que valga para que el judío no se defienda antes de ser aniquilado. Y esa realidad la pone en práctica al ver que la historia se repite y que esta vez no permitirá un nuevo holocausto. 

En contados días vamos a conmemorar la fatídica fecha del 7 de octubre con la tristeza que produce. El pueblo judío se basa en principios democráticos y abiertos. Se desenvuelve en una sociedad que precisa la pluralidad, como es el caso en la Tierra Santa, donde la diferencia no debe ser motivo de discordias sino un aprendizaje de convivir con la divergencia en paz y en unidad. Y lo lamentable es que el mundo no sabe que así es y sigue acusando al judío de todos los males como lo ha hecho durante siglos. 

¿Acaso no sería hora de despertar? y entender que Israel sólo desea vivir en armonía con sus vecinos siempre y cuando ellos no quieran la aniquilación de un estado que ha sabido mostrarle al mundo para que sirven las naciones. Deben dar fruto y entregarles a las demás un bienestar como lo hace Israel con sus numerosos inventos en todos los campos, que luego ofrecen a los diferentes países para brindarles sus ventajas, como se ha visto en el sector de la medicina, la tecnología, la física y muchas más áreas donde se demuestra que su gente se dedica a la investigación y al ingenio sin egoísmos.

Tiempos de ver esa realidad y que la defensa del 7 de octubre fue genuina como sería la de cualquier país avasallado vilmente. ¿Acaso la defensa no es legítima? Y sobre todo cuando se defiende una forma de vida que concuerda con el occidente y no con el oriente que tantas veces se desorienta. Volvamos a orientar nuestros valores y nuestros principios que han permitido a las sociedades llegar al progreso. ¡Viva el espíritu de superación y la vanguardia! 

Israel construye hacia la luz y las alturas sus edificaciones mientras vemos en otros lares las construcciones hacia la oscuridad: los túneles. Y mi mirada se pregunta: ¿en qué y cuál frecuencia vibratoria anhela vivir el mundo?

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