Ciencia, periodismo y política

Inmigración

He visitado Canadá en diversas ocasiones por motivos profesionales, era la época en que Marc Gasol estaba en los Toronto Raptors. Lo que más me sorprendió es ese país fue la avalancha de inmigrantes, particularmente orientales. Eso sí, todos legales, desde los ingenieros a los que quitaban la nieve por la calles. Son las consecuencias de una larga tradición democrática, pero sobre todo de sus fronteras: al norte el frío y al sur Estados Unidos.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha abogado este jueves por «trabajar en la migración legal, segura y ordenada» 

Este aserto, por mucho que se busquen dramáticas diferencias entre unos y otros, es el mismo que sostiene el PP e incluso Vox. Solo se sale del tiesto la insólita Yolanda, diciendo que eso son ‘soluciones de derechas’ refiriéndose a la 'devolución' o 'deportación' de los inmigrantes ilegales. Uno de los mayores malentendidos que padecemos es pretender que la ‘derecha’ está en contra de la inmigración, cuando lo único a lo que puede aspirar es a poner coto al desmán de los cayucos y los Menas. Digo lo único que ‘puede’, porque estar en contra de la inmigración hoy es imposible por motivos prácticos. Cualquiera que pretenda montar una empresa o cualquier tipo de negocio necesita de los inmigrantes, que son hoy el motor de nuestra sociedad. Pondré dos ejemplos personales, no por insignificantes menos ilustrativos.

Cuando trabajé en Barcelona pertenecía a un llamado Departamento Científico con 50 personas, todos titulados superiores. Sin ser exhaustivo, aparte de los catalanes que eran minoría, estábamos dos de Madrid, varios maños, una rumana, una croata, una serbia, una uruguaya, una paraguaya, una ucraniana, una brasileña, un argentino, un francés, una italiana, un inglés y un mexicano, que me acuerde ahora mismo.

Vivo retirado en un caserío manchego rodeado de una finca de 20 hectáreas donde cultivamos cereal, melones y cebollas. El encargado, un hombre algo primitivo, echa pestes de los inmigrantes, a pesar de ello, el 100 % de los componentes de las cuadrillas que recogen la cosecha son subsaharianos.

Más en Opinión