Crónicas de nuestro tiempo

El problema es la derecha

Cuando somos jóvenes de 15 a 22 años; la rebeldía, el desconocimiento propio de las causas más profundas, la energía de nuestra naturaleza, el afán por demostrar lo contrario y el éxito filosófico con nuestros amoríos o amigos, nos solía conducir a conclusiones propias del pensamiento llamado de izquierdas.

Creíamos en un mundo sin países; un gobierno único que repartiese la riqueza para terminar con el hambre; el multiculturalismo; el mestizaje hasta ser todos físicamente iguales, etc., toda una utopía que como todas, suena bien pero es irrealizable, y que ahora con Zapatero a la cabeza de la mano de otros muchos, piensan que el objetivo está respaldado y conseguido gracias a la globalización.

Ya les pasó a los dioses, sumerios, babilónicos, mitológicos, bíblicos de la creación hebrea y coránica de la creación musulmana. Desde los sumerios, a los dioses de la historia humana, se les fue de las manos saber explicar "La igualdad de color para evitar el racismo y la lepra" y para justificar esto, sus hagiografos, sacerdotes, escribas o dirigentes, adujeron eso de las razas humanas, Satanás y el "Libre albedrio" que esto último no aparece en ningún texto bíblico ni de otras creencias, porque para empezar, en nuestra enseñanza catolica, el pecado original aparece como una muestra de carencia racional, donde Adán y Eva, desobedecen y comen del "Arbol prohibido de la sabiduria"... precisamente por el vacío de libre albedrío y discernimiento que no poseían e inmediatamente adquierieron gracias a la serpiente, la cual, siendo el animal más astuto e inteligente que hizo Yahve  -según manifiesta El mismo en Genesis, 3:1-  les advierte de ello, presentando ambos a partir de ese momento el raciocinio natural a pesar de la sentencia visceral que en nuestro ordenamiento jurídico hubiera sido una eximente contra "el" o "la" presunt@ culpable y resolución de denuncia falsa o cooparticipe del hecho contra el denunciante, en este caso Yahve.

Volviendo al origen, la izquierda siempre ha cultivado el avance social en la cultura; en su defensa en sus falacias; en la rebeldía; la acusación; las reivindicaciones; su historia; y en definitiva, un progreso generacional, retrógrado o incluso degenerado, pero un avance para muchos; mientras que la  derecha lo ha hecho de forma beata en el camino de las tradiciones, costumbre, hábitos  creencias, acervo, folklore, ritos y mitos; todo ello, sinónimo estático de inmovilismo.

Evidentemente, la derecha no ha sabido generar soluciones sociales notables. No ha arriesgado en beneficio del progreso social apreciable. Los fondos de cohesión y los empresarios le han hecho el grueso del trabajo. 

No han invertido a riesgo de su prestigio en ventajas de bienestar familiar porque solo se han preocupado de mantener las estadísticas,  cifras, y lo que él ciudadano de a puede no palpa, dejando en manos de los empresarios ese bienestar que la izquierda impone sin miramientos endeudando el  tejido industrial. En definitiva, para los estratos sociales bajo y medio bajo, lo que verdaderamente cuenta es aumentar el salario mínimo; facilitar ayudas, aumentar la percepción por jubilación y culpar a los empresarios de los despidos.

La derecha es como el funcionario que cumple su trabajo aplicando estrictamente el reglamento sin margen para la comprensión o el lucimiento.

La derecha no sabe comprar voluntades para vender votos y verse favorecida; la procrastinación forma parte de ella, empezando por Rajoy y Casado, como lo es el conformismo que nace de la sumisión que los otros han sabido hábilmente sembrar a través de la vergonzosa memoria histórica a la que la derecha no ha sabido rebatir con los mismos argumentos recordatorios, mientras que para la izquierda es básico saber atacar y dominar todos los poderes del Estado y mediáticos, así como colectivos de jubilados, jóvenes, funcionarios, profesores, mundo del cine y la cultura, ONG's, sindicatos, judicatura, etc., toda esa amalgama colonizadora que suma y suma hasta dejar aflorar la frontera del delito permisible.

Resulta intolerable ver el cohecho legal en el anfiteatro del Congreso donde 176 individuos cargados de ambición y odio, tienen el delictivo seudo aval de millones de españoles en nombre de unos cuantos canallas cuyo apoyo resulta vital para gobernar al amparo, mando y sumisión de esas voluntades compradas.

La dejación de obligaciones sociales y morales que ejerce la derecha del PP, es tan delictiva como el acoso institucional y social que estratégicamente imparte el PSOE. De hecho, ambos partidos han estado sembrando su propia corrupción hasta hace bien poco, pero cabe resaltar notables diferencias que marcan filosofías diferentes.

El PSOE, salvo casos excepcionales de corruptos  personajes, robaba y sigue robando al estilo Robin Hood para sus causas colectivas; comprando voluntades; adoctrinando ignorantes; politizando ONG's; invadiendo medios de comunicación; acomodando jueces, etc., mientras que el PP solo lo ha hecho para enriquecerse individualmente, sin ni tan siquiera saber defender que los puestos de trabajo los crean los empresarios y cuando el paro baja, no es gracias al gobierno cómo promulgan y presumen los rojos, sino a los empresarios.

Son principios notablemente contrapuestos donde el PP y el PSOE sin olvidar la corona, han demostrado que la democracia la han utilizado, sin querer, para demostrar que el famoso dictador arquetipo de un modelo despreciable; de los años 50 al 76, fue infinitamente más honrado; emprendedor; previsor y más político que ellos juntos, mientras que ambas alternativas de gobierno, aparte de traernos más de 300.000 dictadores bien pagados y miles de millones de impuestos progresivamente en aumento, han dejado claro que en españa ha fracasado el sistema que vienen manipulando bajo la salvaguarda de la medio fracasada UE.

En conclusión y volviendo al principio del enunciado, la derecha, en su afán de tender la mano, poner la otra mejilla y ganarse el cielo, ha ido cediendo terreno y silenciando falsedades por claro temor a tener que esclarecer las suyas  adoptando una posición de sumisión inducida a partir de un presidente de la oposición cuyo pensamiento podemos definir como un frustrado socialista que más bien tarde y por despecho, pretende asumir ahora la responsabilidad obligada.

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