Opinión

Calor y fealdad caminan juntos

La sombra espesa de la tarde en un pueblo del Levante español, con plaza enlosetada.
photo_camera La sombra espesa de la tarde en un pueblo del Levante español, con plaza enlosetada. / Magadeleal

Hace tiempo que me preocupa este asunto que a todos nos atañe: la transformación de nuestro entorno urbano en un paisaje de cemento, losetas de granito, pizarra, asfalto..., todo menos lo que era propio de parques y jardines: la tierra, el albero, la gravilla, y suelos que se regaban y guardaban el frescor del agua.

Calles principales, plazas públicas y paseos, se han convertido en una especie de prolongación del suelo de nuestras casas. ¿Dónde está la tierra? 

Hay odio a la tierra. 

La tierra ya no existe en las ciudades. La tierra para jardines, la tierra para plantas, para criar árboles con holgura, no árboles raquíticos, encorsetados en minúsculos alcorques, camisas de fuerza que les impiden respirar y crecer a gusto. Esa tierra ya no está. 

¿Quién no recuerda el placer que se desprendía de las plazas de tierra de la infancia, cuando el jardinero municipal las regaba a la caída de la tarde, y la gente salía a gozarse de ello, y del bienestar creado? 

La tierra está enlosetada, oculta, desaparecida. 

Reminiscencia de aquel trabalenguas infantil: el cielo está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará?… En la actualidad, en Occidente, el planeta Tierra está enlosetado, ¿quién lo desenlosetará? 

Ante tanta adversidad y mal gusto, algo se mueve. 

Chief heat officer, ONU-Habitat 

Estando así las cosas (“cláusula rebus”, que decían los antiguos romanos) se ha creado el puesto de director mundial del calor, de la lucha contra el calor en los entornos urbanos. Es la griega Eleni Myrivily. 

“Si no actuamos -dice la directora- terminaremos como esas ciudades en las que todo el mundo vive en el interior y donde el exterior es insoportable.” 

Hay ya muchas plazas públicas sin sombra.

Eleni Mirivily critica tajantemente este proceder de los malos arquitectos urbanos y de los políticos: 

“Es criminal construir hoy plazas que no tengan sombra ni elementos refrescantes, porque crean temperaturas más altas, ponen en riesgo la vida, y alejan a la gente del espacio público. Lo más importante es llevar la naturaleza y el agua a las ciudades, mucho más radicalmente para enfriarlas. Los árboles no solo dan sombras, evapotranspiran y recapturan energía térmica. Necesitamos sombras porque mejoran cómo sentimos el calor. Tenemos que asegurarnos que hay menos coches porque las ciudades queman combustibles fósiles y emiten el aire caliente igual que el aire acondicionado. Tenemos que buscar materiales permeables al agua que no absorban calor, y aumentar el sombreado de los edificios y la circulación del aire.” 

New York, un ejemplo

Esta ciudad ha creado el mapa más preciso y detallado del mundo de los árboles de una gran metrópoli. A través de este mapa se puede explorar el bosque urbano de esta ciudad, marcar los árboles como favoritos, compartirlos con tus amigos, y las actividades de cuidado que requieren, Esto ha permitido inventariar a todos los árboles, georeferenciarlos, y vincularlos a su manzana. 

Asimismo, cada árbol tiene la estadística en porcentajes que da a su ciudad, en cuanto a los beneficios que produce, en datos de: cantidad de polución que limpia, reducción de CO2, energía que produce, aire condicionado que ahorra, agua que almacena, etc. todo ello medido en sus respectivas unidades, y valorado en dólares por árbol. 

Aquellas sabias jardineras 

Hay una hermosa tradición en el mundo, son las mujeres jardineras. Ilustradas o populares, tanto da, ellas han mantenido grandiosos jardines o sus propias huertas. Y con ellos, el amor a la tierra y a la belleza unidos. 

Ellas son per se Patrimonio de la Humanidad que, sin embargo, ha perdido el norte del bienestar y de lo que es saludable. Una humanidad que vive bajo un grosero y chato horizonte, por corto de miras, cuyo síndrome es preguntar constantemente: “¿da pasta?”

María Antonia García de León es Profesora de Sociología (UCM), escritora y poeta. Mira la vida es su obra reciente. (Premio internacional de literatura Rubén Darío, 2022).