La Montaña Mágica

Cuerpo, moda y costumbres

El cuerpo humano ha sido el protagonista central a lo largo de la historia. En la época de los griegos y los romanos, era el símbolo de la belleza, la fuerza bruta y el poder.

En la Edad Media, el cuerpo era un tabú y estaba cubierto de pies a cabeza. Era un cuerpo sacrificado y torturado. Los curas acostumbraban a arrodillarse, descubrirse la espalda, y flagelarse con el cilicio.

Sólo fue durante el Renacimiento que el cuerpo se descubrió plenamente. A partir de allí, ha tenido múltiples funciones y significaciones que están íntimamente relacionadas con la moda, los usos y las costumbres de la época.

Hasta el siglo XIX era común que el cuerpo de los hombres iba cubierto de pelucas empolvadas, tricornios, camisas de lino, calzones, y botines de gamuza. Las mujeres iban ataviadas con sombreros de ala ancha, miriñaques con varillas de hierro para darle volumen a los vestidos, y el corset, que servía para realzar el busto y las caderas.

En el siglo XX se popularizó la corbata, que venía del siglo XVII.  Un adminículo largo que colgaba, como un pene, del cuello de los caballeros elegantes.

El cuerpo humano ha tenido muchos cambios, mutaciones y mutilaciones. La figura de Atlas, como un hombre musculoso y delgado, continúa siendo la preferida entre los homo sapiens hedonistas y vanidosos. La figura de la mujer con las medidas 60-90-60 sigue siendo el ideal supremo de los narcisistas.

A pesar de las dietas y el jogging, en Canadá y Estados Unidos imperan los cuerpos gordos y voluminosos, debido a la televisión que genera el sedentarismo, y las hamburguesas con papas fritas.

En Europa, la dieta mediterránea ha permitido que hoy en día hombres y mujeres luzcan cuerpos delgados y sinuosos.

En algunos países de América latina, muchas mujeres pasaron por el bisturí y se colocaron prótesis en los senos y el trasero para parecer más apetecidas y voluptuosas.

Fue una moda impuesta por el narcotráfico, que trajo consecuencias funestas en las mujeres. Muchas se infectaron a causa de los polímeros que les aplicaban, o murieron en el quirófano.

En pleno siglo XXI, el cuerpo humano ya no está sometido al tormento del cilicio, aunque en los portales porno se informa que muchos hombres se dejan encadenar a la cabecera de la cama, y reciben fuete, literalmente, por una amazonas sado-masoquista.

Vivimos en el mundo de los piercings, los anillos, las cadenas, y los tatuajes.

Hombres y mujeres hoy lucen hermosos anillos en las orejas, fosas nasales, labios, lengua, y órganos genitales.

Si se les pregunta por qué exhiben esta bisutería barata, dicen que es por reivindicar sus ancestros (y sus ancestras).

En la época de la Colonia, los amos marcaban a los negros esclavizados en el rostro con un hierro candente. A esto, se le llamaba la ‘carimba’.  

Hasta hace poco los marineros y los presos se estampaban tatuajes en sus cuerpos.

Mi abuela de 90 años lleva un hermoso tatuaje labrado en su pecho.

Si se le pregunta por qué usa tatuajes, responde: “Para recordar a mis abuelos, los Emberá catíos”.

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