La música de la palabra

La Pena andaluza y el poeta

Federico García Lorca había trazado muchos de sus romances con la misma ironía trágica que apagó su vida, como si se tratara de una premonición. Un solo gatillazo bastó para aniquilar al poeta granadino que se llevó con él todo su talento, toda su inspiración y todo lo que pudo haber escrito después de su invaluable obra. La muerte por demás dolorosa del poeta se acerca al concepto que él mismo tenía sobre la Pena andaluza. 

En la conferencia recital del Romancero gitano, García Lorca advierte que en su libro hay un solo personaje, la Pena. El significado de la Pena andaluza es muy complejo, en principio el granadino apunta que “es un ansia sin objeto […] con la seguridad de que la muerte (preocupación perenne de Andalucía) está respirando detrás de la puerta.” Podríamos decir entonces que la Pena es una manera de sentir la vida sintiendo la muerte. En palabras de Joel Caraso, se trata del “dolor y el ansia de sentirnos vivos y saber al mismo tiempo que no puede durar ni el ansia, ni el dolor ni la vida misma.” 

Así se dibuja el sentido paradójico de la Pena, sentir placer y al mismo tiempo dolor, estar triste y alegre al mismo tiempo. Luis Rosales advertía en su ensayo sobre el Romancero gitano que “la alegría, en su última razón de ser, se encuentra al borde de la pena.” 

“Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte / ojos negros, negros, y negra la suerte.” Son dos versos de Manuel Machado que expresan el destino fatal de la Pena, negra suerte. De ahí que la Pena esté emparentada con la ironía trágica que traza la muerte del héroe en su mejor momento. Un ejemplo diáfano lo encontramos en los siguientes versos del “Romance de la pena negra”: “Soledad de mis pesares / caballo que se desboca, / al fin encuentra la mar / y se lo tragan las olas.” Es decir que cuando la gitana Soledad Montoya encuentra todo lo que había deseado en la vida, en ese mismo momento tiene que morir. Así pasó con el poeta granadino, lo asesinaron cuando la vida le sonreía, famoso y prolífico.

Christian de Paepe apunta que la mujer en el Poema del cante jondo representa “el paraíso perdido para siempre.” Así como la propia sensualidad de la piel entraña la amargura de su inevitable ausencia, así encontró la Pena Federico rozando la piel del paraíso. 

La Pena es constante, y siempre se percibe en el presente; es una manera de sentir la muerte en cada pulso de la vida, en eso se distingue de la saudade, la morriña y el blues, que generalmente implican una nostalgia por el pasado. 

La Pena por medio del cante tiene la virtud de sublimarse a sí misma, pero después regresa a su dolor, haciendo más grande la herida. Por eso Lorca apunta en una de sus conferencias que “el duende ama el borde de la herida.” La muerte de Lorca nos dejó una herida abierta, dolor del origen, del paraíso perdido para siempre.

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