Zarabanda

Fue en octubre

"Mujer, tú la virtuosa, y tu la cínica/,
y tú la indiferente o la perversa;
mirémonos sin miedo y a los ojos/,
nos conocemos bien. Vamos a cuentas/.

"Bajo armadura andamos: si nos sobra/
el alma, la cortamos; si no llena,
por mengua, la armadura, pues la henchimos/;
con la armadura andamos siempre a cuestas./

Estos versos, profundos e irónicos, del poema "La armadura" los escribió Alfonsina Storni. 

La poeta nació en 1892 en Capriasca, Suiza italiana, y murió en Argentina, donde residía desde los cuatro años. Fue en Río de la Plata y en octubre de 1938.

Su infancia fue difícil, con un padre huraño y alcohólico que murió pronto. También su adolescencia y juventud lo fueron. Ayudó a su madre en el bar de la familia, y ejerció diversos oficios, entre ellos, el de actriz y corista. Así pudo pagarse la carrera de maestra, trabajo que luego ejerció. 

A los 20 años tuvo un hijo, Alejandro, con un hombre casado y de más edad, que se desentiende de ellos. Su vida es dura: depresiones, paranoias, desamor, envidias, desdenes, celos...

"Con la cabeza negra caída hacia delante/
está la mujer bella, la de mediana edad,/
postrada de rodillas, y un Cristo agonizante/
desde su duro leño la mira con piedad.

En los ojos la carga de una enorme tristeza,/
en el seno la carga de un hijo por nacer,/
al pie del Cristo, que está sangrando, reza:/
¡Señor, el hijo mío que no nazca mujer!"/

Esto escribe en 1920 ("La que comprende"), cuando tiene 28 años. La literatura es su refugio, lo es desde la adolescencia. Desde muy joven escribe poemas, frecuenta círculos literarios y colabora en periódicos y revistas como "La Nación" y "La Nota". Conoce a Horacio de Quiroga, escritor uruguayo, al que le unió una gran amistad y quizá el amor. Junto a las poetas y amigas Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral irrumpe con fuerza en el panorama literario hispanoamericano y contribuye a cambiarlo. Su poesía es lírica, dramática e irónica. Desde el postromanticismo evoluciona hacia el modernismo y la vanguardia. 

En 1930 viaja a España, donde conoce a García Lorca y a Ramón Gómez de la Serna. Pero de nuevo la vida le traiciona, en 1935 le detectan un cáncer de mama y le practican una mastectomía, que no logra frenarlo. Su situación anímica empeora, se refugia en su casa, la enfermedad avanza, y mueren trágicamente personas a las que quiere. 

En 1936 se suicida la hija de Horacio Quiroga; en 1937, el mismo Horacio con una dosis de cianuro. Escribirá:

 "Morir como tú, Horacio, en tus cabales,/
y así como siempre en tus cuentos no está mal./
Un rayo a tiempo y se acabó la feria./
Allá dirán"

El 18 de febrero de 1938 lo hace, también con cianuro, el escritor Leopoldo Lugones, principal exponente del modernismo americano, por amor a María Alicia Domínguez, una muchacha, futura escritora.

El cáncer sigue su curso, le llega a la garganta, los dolores y la tristeza aumentan, la vida no le merece la pena. El 18 de octubre del año citado, mientras los campos florecen y se renueva la vida en la primavera austral, Alfonsina toma un tren hacia el Río de la Plata.  Se aloja en un hotelito y allí escribe su último poema, "Me voy a dormir", que envía a "La Nación". 

En la madrugada del día 25 de octubre de 1938 se dirige hacia el Club Argentino de la Mujer, junto al mar, y desde la escollera se lanza a sus aguas para descansar en ellas. Uno de sus zapatos queda como testigo. Tenía 56 años.

"Voy a dormir, madrina mía, acuéstame,/
ponme una lámpara a la cabeza,
una constelación, la que te guste,/
todas son buenas, bajala un poquito./
Déjame sola: oye romper los brotes,/
te acuna un pie celeste desde arriba/
y un pájaro te traza unos compases.
Si él me llama nuevamente por teléfono/
le dices que no insista, que he salido/.

Dos obreros encuentran su cadáver en la playa. Mientras trasladan sus restos a la estación para llevarlos a Buenos Aires, la gente esparce flores sobre el ataúd. Ha nacido el mito.

Inspirándose en ella y en su último poema, Ariel Ramírez y Félix Luna crean la canción "Alfonsina y el mar"

"Por la blanca arena 
que lame el mar
su pequeña huella 
no vuelve más. 
Un sendero solo
de pena y silencio llegó 
hasta el agua profunda. 

Te vas Alfonsina 
con tu soledad.
¿Qué poemas nuevos 
fuiste a buscar?
Una voz antigua 
de viento y de sal
te requiebra el alma
y la está llevando.
Y te vas hasta allá 
como en sueños, 
dormida, Alfonsina, 
vestida de mar"

La recuerdo, la siento, y me dejo arrullar por la voz de Mercedes Sousa, después será la de Chabuca Grande, para  que me devuelvan a Alfonsina.

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