Desde el otro lado

Una historia compartida

En mi reciente viaje a España fui invitado por la Real Academia de la Historia, de la cual soy académico correspondiente, y la Fundación Obra Pía de los Pizarro a una reunión con académicos de la historia de Latinoamérica. 

Todo inició el 4 de octubre de 2024, cuando participamos en la inauguración del Encuentro de Academias Hispanoamericanas de la Historia presidida por Su Majestad el rey Felipe VI en el Palacio de los Barrantes-Cervantes de la ciudad medieval de Trujillo en Extremadura, España. 

Una actividad memorable en la que particularmente tuve el honor de recibir un especial saludo de Su Majestad el rey, a quien conocía y atendí las veces que viajó a República Dominicana como guardiamarina del Buque Escuela Juan Sebastián Elcano en la condición de Su Alteza Real Príncipe de Asturias. Un guiño de gentileza que siempre guardaré en mi corazón. 

Su Majestad, el rey Felipe VI  y Miguel Reyes Sánchez. Detrás Feliciano Barrios Pintado, secretario de la Real Academia de la Historia
Su Majestad, el rey Felipe VI y Miguel Reyes Sánchez. Detrás Feliciano Barrios Pintado, secretario de la Real Academia de la Historia

En este encuentro abordamos la visión de nuestra realidad común, así como las posibilidades de estrechar los lazos y propiciar espacios de colaboración para generar proyectos simultáneos y compartidos.

Esta cita histórica se presenta en medio de la polémica por la exclusión del rey Felipe VI, al no ser invitado a la toma de posesión de la presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, Claudia Sheinbaum, quien reclamaba a España una petición de perdón por lo supuestamente ocurrido durante la conquista de Hernán Cortés hace nada menos que 500 años. 

Feliciano Barrios Pintado, secretario de la Real Academia, doña Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, Juan José Arteaga, presidente de la Academia Uruguaya de la Historia y Miguel Reyes Sánchez
Feliciano Barrios Pintado, secretario de la Real Academia, doña Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, Juan José Arteaga, presidente de la Academia Uruguaya de la Historia y Miguel Reyes Sánchez

En este encuentro se analizó la responsabilidad de los historiadores de escribir apegados a la objetividad, conociendo y aceptando nuestra historia en toda su complejidad y riqueza, y haciendo un ejercicio historiográfico riguroso en la búsqueda de la verdad factual que mantiene las líneas divisorias entre el hecho, la opinión y la interpretación. 

La directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias, alertó sobre la falacia política del “reconocimiento de culpas”, brindando herramientas para la diferenciación entre la culpa y la responsabilidad, “que son siempre individuales y la imposibilidad de los perdones colectivos”.

El rey reconoció que desde luego hubo “conflictos y disputas”, pero destacó los aspectos positivos de una “historia compartida”, al expresar que “somos, los iberoamericanos, una unidad en la diversidad, una cultura de culturas. Nuestra relación es tan honda que nos permite, incluso, hablar con franqueza de nuestras posibles discrepancias -inevitables, por lo demás, en tantos siglos de historia compartida- pero siempre desde el respeto basado en la amistad”.

El rey, obviando referirse a la polémica generada por la presidenta de México, valoró mucho el trabajo de los historiadores como trascendental para la sociedad y aspiraba que esa labor pueda resumirse en lo que dice el poema "La vida sencilla" del poeta precisamente mexicano Octavio Paz: "saber partir el pan y repartirlo, el pan de una verdad común a todos, verdad de pan que a todos nos sustenta".

Si. En la historia que hemos compartido no cabe dudas que ocurrieron situaciones despóticas propias de toda conquista, pero al evaluar el saldo debemos reconocer los avances positivos partiendo de los asentamientos coloniales en las tierras descubiertas, la implantación del idioma español y la evangelización del Nuevo Mundo, como tres ejemplos de desarrollo. No todo fue malo como pretenden catalogar algunos 500 años después. Ahí están, en los hechos, incontrovertibles atisbos de progreso.

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