La mirada de Ulisas

Llegar al corazón de quien le conceda su aceptación

Bella Clara Ventura
photo_camera Cuadro cedido por Jose Manuel Ciria para La Sed del tiempo

LA MIRADA DE ULISAS se llena de color y de formas abstractas al contemplar y honrar la obra del pintor español José Manuel Ciria, nacido en Inglaterra y de nacionalidad española como sus padres. Se le reconoce como uno de los pintores españoles de fama mundial más destacados de su generación y un hombre que supo imprimirles a sus cuadros el tamaño, la dimensión, el colorido y el trazo que todo artista gigante logra llevar a cabo o al lienzo. Se sabe que fue un niño inquieto que no se podía estar inactivo y la mejor manera de tranquilizar su paso alado fue ponerle pinceles y colores en sus manos. Cavilo que este método que, sólo genera un buen efecto cuando el niño es un artista, le brindó la oportunidad a ese muchachito travieso de volcar sus habilidades sobre una hoja en blanco, que siempre espera que el artista la colme con su arte, ya sea la palabra, el dibujo aún de hacer figuras como lo dicta el arte japonés: del origami o la papiroflexia. Y no dudo que la sorpresa del maestro, que pensó que de seguro el niño haría un garabato como cualquier infante, fue enorme al constatar que el "indisciplinado" tenía un talento de sobra, que ya el papel mostraba con el grito del artista que sería uno de gran aureola cosmopolita. Ese alarido que todo creador lleva en su adentro y que sólo busca la ocasión para exponer su alma al desnudo, que no responde a una cualquiera que se le pueda poner en molde alguno o encasillar. Ya el artista en la rama que sea trae consigo voz y talento propios que precisan darle cabida a su expresión de la manera que el creador lo desee. Ya lo cantaba Frank Sinatra con su canto universal, “I do it my way”, al modo de cada genio. En el caso del jovencito José Manuel brotó de su lápiz un dibujo que descrestó o maravilló a su “castigador”. No sospechaba que en aquel momento le daba rienda suelta a la imaginación de un chico que ya plasmaba su vocación. Un arte que el mundo aclamaría muy pronto.

Pero, en esta oportunidad no voy a resaltarlo como el inmenso creador que es porque de su obra y sus alcances ya se ha hablado por doquier. Ha dejado estela con sus cuadros en las ciudades más emblemáticas para el artista como son Nueva York, París, Roma, Madrid y otras capitales del mundo que le dan lugar y prestigio al virtuoso. Anhelo hablar de su alma hermosa, que no siempre se nombra por ser tan íntima y ante los ojos de los críticos se pone más en relieve el valor artístico del personaje que sobresale con su labor. Yo, como esa mirada que soy y que no puede dejar de penetrar corazones, quiero mencionar su generosidad. Una cualidad que me parece indispensable tanto en los seres humanos como en los artistas que van regando por el mundo su nombre y sus afanes. José Manuel, a quien nombro en este artículo con cierta familiaridad a pesar de no conocerle personalmente, deseo agradecerle su generosidad. Un don o una gracia que no siempre es motivo de consideración en el artista. Se le requiere talentoso y con ello ya se da cumplida su misión, sin embargo, para mi mirada siempre buceadora de situaciones y de seres extraordinarios quiero demorarme en esta cualidad, que a veces pasa inadvertida y se debe ponderar, pues no todos los artistas y menos los de renombre, cumplen con el deber de la bondad. Se quedan muchas veces en el gozo de la vanidad. No es el caso de nuestro notorio José Manuel Ciria.

Y quiero referir esta anécdota al respecto de su hermosa entrega. Ustedes saben que bajo la mirada de Ulisas vive la escritora Bella Clara Ventura, que sigue haciendo camino al andar con sus libros y sus poemas, pues bien, en esta última novela que estará por salir en la Feria del Libro de Guadalajara bajo el sello editorial de Sial Pigmalión y la batuta de Basilio Rodríguez Cañada en el mes de diciembre del año en curso, el asombroso pintor José Manuel Ciria, gracias a los excelentes oficios de una escritora de pluma mágica y de resonancia, como es Marisol Esteban, le cedió los derechos de una obra suya para su nuevo libro “La Sed del tiempo”. Un cuadro que habla por sí solo del tiempo, del espacio y de la memoria con un matiz que llama la atención. Es una obra de gran prestigio que será la carátula de esta novela que se refiere a las memorias del último gaucho judío de la pampa argentina. 

Cuando veo actos de tanta generosidad me digo que la persona ha llegado a entender que sin el otro no podemos ni debemos vivir. Una primicia que no siempre se toma en cuenta. Y traigo a colación un verso que escribí hace años: Pregonar, pregoné quien soy antes de entender que sólo soy en la medida que me doy.

Efectivamente en la entrega a los demás recobramos dimensión y además aprendemos quienes somos en realidad ya que el otro es nuestro espejo. Nos da la oportunidad de un reflejo que indica bien cómo somos percibidos y nos devuelve una realidad de nosotros mismos que no siempre queremos o podemos ver.

Pues en el caso de José Manuel Ciria, sólo puedo afirmar a voz en cuello que su generosidad sin límites ha dejado mi mirada con la emoción que toda entrega desinteresada produce. Además, de saber que el cuadro de José Manuel Ciria ya le dará realce a mi novela por contar con una ilustración tan espléndida y renombrada como la cedida para este libro, que ya nace bajo el padrinazgo de un artista de talla internacional y con un diseño que invita a soñar sobre el tema del tiempo, la memoria y las remembranzas. Gracias José Manuel por tu acto de generosidad que no podía pasar inadvertido y menos sin una debida marca de gratitud de la parte de la mirada de Ulisas que día a día aprende a reconocer no sólo el talento del artista sino los dones de su alma.

Y mi gratitud se extiende a Marisol, quien ha sido el puente para encausar esta curiosa y magnífica hazaña de contar con la obra de José Manuel Ciria en la novela La sed del tiempo. Esa sed que tenemos todos los artistas de ver nuestra obra llegar al corazón de quien le conceda su mirada y su aceptación.

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