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Manuel Pailós, Torres García y Galicia

Torres García en el taler con sus discípulos - Pilar Corredoira
photo_camera Torres García en el taler con sus discípulos - Pilar Corredoira

Manuel Pailós (Corme, A Coruña, 1918- Montevideo, 2004), hijo ilustre de la hermosa villa marinera de Corme y protagonista de una historia vital excepcional recibirá a partir del día 29 un homenaje que le organizan en su lugar natal la Fundación Pujales y el Museo de Arte Contemporáneo Costa da Morte (Maccmo); será en forma de exposición y por medio de diferentes actividades dirigidas a recordar su brillante carrera de pintor , ceramista y escultor, desarrollada en Uruguay donde su obra es considerablemente valorada  por su vinculación directa con Joaquín Torres García. 

Cada cierto tiempo vemos exposiciones referidas a la Escuela del Sur, al Taller Torres García, o individualmente de algunos de sus discípulos a la vez grandes creadores; ellos aprendieron y compartieron con el autor uruguayo los mismos valores estéticos, el sentido de lo intemporal, la atracción por el arte de las antiguas civilizaciones, la preocupación por la arqueología y el arte precolombino. Desde los comienzos del Taller Torres García en 1943, los jóvenes artistas que buscaban dar un nuevo sentido a sus aspiraciones siguieron las lecciones y teorías del maestro y pusieron en práctica una pintura exclusivamente plana en el color y con la geometría y la proporción áurea aplicada a las obras.  

En el grupo formado por José Gurvitch, Gonzalo Fonseca, Francisco Matto, Horacio Torres, Augusto Torres, Guido Castillo, Hector da Cunha, Rodolfo Visca, Julio Alpuy, Alceu Ribeiro y Manuel Pailós reinaba la armonía intuitiva y con tal fuerza creativa el Taller fue determinante en el arte de su tiempo.  

Manuel Pailós de temprano talento para la pintura, ingresa en el Círculo de Bellas Artes de Montevideo, junto a los pintores José Cuneo y Guillermo Laborde; por feliz casualidad el encuentro con Torres García en el transcurso de una exposición fue un acontecimiento que cambiaría el rumbo de su vida y su concepción del arte, pasando enseguida a formar parte del proyecto en el año 1942; al principio como alumno y luego como profesor siguió vinculado al taller hasta los últimos años de funcionamiento. Y en lo que atañe a su propia obra y por razones de afinidad se posicionó a favor del Universalismo Constructivo y en ese sentido, y en paralelo continuó con el ejercicio de su particular trabajo recibiendo además importantes encargos, algunos de carácter público como fueron los murales que realizó para el Pabellón Martirené del Hospital Sant Bois (1955) o la escultura Monumento ubicada en el Parque de las Esculturas, en pleno centro de Montevideo; en su condición de  integrante del Taller Torres García, Pailós participó en numerosas exposiciones en museos internacionales.

A propósito de su tierra de origen y después de toda una vida sin regresar a Galicia, en 1991 Pailós pudo hacerlo y de ese modo visitar Corme; había partido a Uruguay con sus padres siendo un niño de corta edad y los recuerdos eran escasos; con dificultad imaginaba su antigua casa, sin embargo  tenía fijadas en su mente las vistas al mar desde una de las ventanas. Acompañé al pintor en esa emocionante visita en la que  pudo saludar a alguno de los pocos familiares que le quedaban; finalmente logró asomarse de nuevo al mirador que le devolvió el paisaje de su infancia.  

En  aquellos días de octubre, Pailós mostraba por primera vez una pequeña selección de su obra en la Casa da Parra, de Santiago de Compostela y el descubrimiento fue toda una sorpresa; no obstante el reconocimiento del artista en la historia del arte de Uruguay ya era entonces incuestionable y sólido. De su paso por el Taller Torres García, quedan numerosas imágenes entre ellas una fotografía en blanco y negro publicada en el número 20 de la revista Removedor, en octubre-noviembre de 1947. En ella y entre sus compañeros se encontraba el joven Pailós; atentos a las explicaciones de Torres, cada uno expresaba con libertad su opinión mientras  todos recibían las certeras y nada rígidas enseñanzas del maestro.

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