Han dejado sus escobas aparcadas en la puerta
acudiendo al aquelarre que las mantiene despiertas.
Las brujas se han reunido sentadas en el Congreso
con la lección aprendida por demás y con exceso.
Dejaron sus casoplones, sus fincas y propiedades
conseguidos con esfuerzo por no decir las verdades.
Se han juntado con su jefe, con el gran número Uno
Con el más alto y hermoso, con el más pícaro y tuno.
Las brujas están felices y le miran arrobadas
no hay ninguno como él, con planta tan deseada.
Nadie tan listo, tan guapo, tan estupendo y precioso,
tan ideal, tan sublime aunque muy, muy mentiroso.
¿Pero qué es una mentira si la dice el bien amado?
Sin vacilar la repiten lo mismo que papagayos
y en sus pucheros brujiles hacen hechizos con sapos
con arañas y reptiles para embrujar al contrario.
Gritan, aplauden y ríen, hacen burlas y hacen muecas.
Sin saber fingen que saben con sus cabecitas huecas,
agarradas al escaño, aferradas a sus metas
de permanecer ministras defendiendo sus prebendas.
Cuando acaba la sesión otra vez revolotean.
Van a buscar sus escobas y por los aires se elevan
graznando como los grajos las consignas que se llevan
mientras el Amo, feliz, desde el Falcon las jalea.