Sencillamente irresistibles

La alegría de la transparencia

Dice la ministra Alegría respondiendo  algunas cuestiones formuladas por la prensa,  que su gobierno ha sido y es el más transparente que se haya visto, ya que a ellos les apasiona la transparencia. 

Ante tal afirmación el nombre que ostenta, o sea, el de Alegría, va genial con la avezada mandataria, porque  oírla es para morirse de risa.

¿Qué entenderán por transparencia la Sra. Ministra y sus correligionarios?, 

¿Tal vez haber realizado en el más absoluto oscurantismo el tema del cambalache de la ley de amnistía y los “mediadores” internacionales? 

¿Tal vez el nombre de los sabios que componían el “consejo de los mismos” durante la pandemia?

¿Tal vez el secretismo con el que rodean cualquier acción relacionada con las actividades llevadas a cabo por el “amado líder “en Marruecos? 

¿Tal vez el tema del Sahara? ese sí que se desarrolló dentro de la más profunda transparencia, ¿verdad?

Estos ministros elegidos y designados solo para practicar y decir memeces, las que se les ocurren a ellos y las dictadas por el jefe, (otra cosa presuntamente no saben hacer), deberían haber asimilado más episodios de “Barrio Sésamo” con Epi diciendo “Mira Blas, lo que  tienes  entre los ojos es la nariz, repite conmigo, ojos, nariz”…

Desde ya la propuesta, si se tiene a bien aceptar esta sugerencia, es que se programe de nuevo la serie para que aprendan algo al nivel intelectual que muestran. Les vendrá muy bien:”Mire doña ministra Alegría, diría Epi. “Ser transparentes es dar información clara, comprensible, sin adornos innecesarios que puedan generar dudas”. 

¿Comprende usted ministra? ¿Se da cuenta de que es lo contrario de lo que hacen? ¿Y si lo comprende, porque insiste?, ¿Por qué ese interés malsano en engañarnos? ¿Comprende que la “transparencia” que intenta hacernos creer que tienen en su entorno es como llevarnos a comulgar con ruedas de molino? 

Lo suyo, es un  engañabobos , y como diría la madre de  Forrest Gump, el que “suelta bobadas es que es bobo”, no quienes las oyen estupefactos, sino quienes las difunden.

Pero claro, peor que boba sería decantarse como rematadamente mala. No creo que lo sea, porque necesitaría células grises, y la ministra, presuntamente, tiene todo gris, menos esas células. 

Lo que ocurre también es que  las malas compañías influyen mucho y mal en los comportamientos y estar rodeada de  ignorantes, cínicos, ex convictos, y herederos de terroristas debe resultar complicado, máxime cuando todos dependen de ALGUIEN con rasgos de egocentrismo, falta de empatía, manipulación de los sentimientos, mentiroso, con ausencia de emociones,  capacidad de disimulo, narcisismo, engrandecimiento propio y vacío de remordimientos, o sea, la definición de libro de lo que los psiquiatras califican como “Psicópata”. 

Y eso da muchos euros a fin de mes, pero “opaca” los conceptos. 

Así que de transparencia, nada de nada, Sra. ministra.

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