Crónicas de nuestro tiempo

El alto precio de la coherencia

A tenor de las recientes controversias y ruptura entre el PP y Vox por la sumisión al Sanchismo, aceptando la repartición de "Menas" por todas las comunidades en solidaria compasividad con esas criaturas que tienen asolados a los ciudadanos que conviven en el entorno donde ellos moran y habitan, Feijoo, que no es Pepero convencido pero que manda y le obedecen igual que a Sánchez, aquellos estómagos agradecidos que cada mes reciben la transferencia como muestra de subordinación, ha impuesto sin otra opción que no sea su criterio; la admisión y reparto de unos cuatrocientos Menas ilegales para albergue, mantenimiento y confrontación ciudadana. Eso sí, cualquier delito de robo, violación, ocupación, agresión o atentado, no podrá sustanciarse bajo la acusación de responsabilidad subsidiaria del gobierno que facilitó la libre circulación de estos ilegales que sin conocimiento de su situación penal en origen se les aceptó sin ninguna objeción, no solo como un ciudadano más, sino, con mejor dotación económica y condiciones que un español que no haya llegado a cotizar quince años y se encuentre desamparado.

Feijoo, como buen socialista encubierto en el PP y temeroso de que se pueda sacar a su mujer de paseo por algún juzgado de instrucción, accede a las peticiones  arropadas por Ursula Von Der Leyen [a la cual no quieren ni ver dentro de Alemania] cayendo en la trampa que hábilmente Sanchez ha entretejido con ella, para que empezando por muy pocos Menas, modificar la Ley de extranjería y repartir los 90.000 inmigrantes ilegales de Canarias por todas las Comunidades, considerando que los inmigrantes ilegales en España deben rondar el millón que el gobierno oculta, aduciendo que no se dispone de datos sobre el número de extranjeros en situación irregular presentes en España, ya que, por la propia naturaleza del fenómeno, no resulta posible elaborar estadísticas fiables sobre la materia.

Si nos fijamos, y algunos o muchos se despojan  del manto fanático de Pepero, podremos observar la brillantez de los discursos de Feijoo en el Congreso; exactamente igual que los de Casado y Rajoy. Son discursos muy bien preparados para la audiencia sobrada de entusiasmo, que esa noche y durante semanas, habrá quedado notablemente convencida de la dureza de las acusaciones vertidas por el merecido líder Pepero contra su admirado Sánchez.

Cuando eso sucede y a partir de ese día, no vemos apenas intervenciones en los medios glosando los razonamientos.

Feijoo, como les ocurría a sus dos antecesores Casado y Rajoy (vagos para trabajar y vividores para enfriarse) desaparece de la actualidad y en todo caso, cuando alguna cadena o periódico le busca, es cuando regresa al discurso, pero, en rara ocasión si no es forzado a ello.

Feijoo no sabe si sube o baja. Si está deseando una República Gallega para él, o, simplemente quiere aparecer como el hombre templado (más que templado, pusilanime) capaz de congraciarse con Sánchez para veladamente transmitirle su pensamiento liberal socialista y repartirse el poder.

Dicho esto y volviendo a origen, es evidente que Abascal ha cometido  - en honor a la palabra- un error grave con los suyos, a los que ha dejado sin trabajo por defender uno de sus postulados básicos de Vox, como es impedir la inmigración ilegal.

En este caso, el hombre Templado, suma dividendos injustos si miramos al futuro. Las cifras de los últimos 5 años son: Alemania, reduce un 50% la inmigración ilegal; Francia reduce un 40% y España aumenta un 200%. Y a esto es a lo que se opone Abascal, mientras que Templado sólo balbucea.

Las pre-republicas catalana y vasca, se han marcado un Abascal, y han dicho que de ellos se olviden, salvo para indultos, amnistías y los 15.000 millones de perdón ¡Y NO PASA NADA!

Así qué, el sectarismo y la demagogia a cuenta del sacrificio que airean los adoctrinados de un lado y otro, no cabe duda que es una respuesta al liberticidio y electoralismo de los aireadores de un lado y otro, de un patriota con principios que no ha valorado los daños colaterales de su apasionada decisión. Digamos, que Abascal es un político con los ideales que deberían regir en el PP.

Vox, a pulso y coherencia, consiguió  que un tribunal dividido declarase contrario a la Carta Magna el primer confinamiento que usó el Gobierno para combatir la primera ola de la pandemia usando el estado de alarma. Y en mayo de 2021, el Constitucional a instancias de Vox, decidiese anular la designación de Pablo Iglesias como miembro de la comisión delegada del Gobierno para asuntos de inteligencia del organismo de control del Centro Nacional de Inteligencia (.!.) sin que el PP echase una mano en prácticamente nada que tenga que ver con querellarse o denunciar al Sanchismo.

Por consiguiente, admitiendo la gravedad que para sus colaboradores supone la intransigente decisión de Abascal, y a sabiendas del alto precio que pagarán por ello, no cabe duda que el orgullo de mantener los principios y firmeza, es una inversión a muy largo plazo con un perjuicio a corto, que requiere una profunda reflexión, aún cuando un Abascal unionista cargado de razón tenga que poner pie en pared como consecuencia de un Feijoo separatista a tiempo discontinuo que por norma incumple los acuerdos con Vox.

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