Senciallamente irresistibles

Antílopes y antilopones

En este pueblo somos tan elegantes, le decía un vecino del mismo a un visitante, que jamás decimos una palabra fea o malsonante. Sin ir más lejos, a las cabras las llamamos antílopes y decimos por ejemplo “el rebaño de antílopes ha ido a pastar al monte. El pastor salió esta mañana temprano con el rebaño de antílopes, etc. Y por cierto,  hablando de todo un poco, por ahí viene el antilopon del alcalde”.

Pues parodiando lo dicho, en Europa hay muchísimos antilopones y quizás por eso, se preocupan una barbaridad de la ley del bienestar animal, es decir, de la que se ocupa de sus homólogos.

Aparentemente, sin encomendarse a Dios ni al diablo, han llegado a una conclusión fantástica, magnífica y extraordinaria, desde sus despachazos. Una conclusión de suma utilidad, como siempre, para la mejoría de todos los que tenemos la inmensa suerte de ser europeos bajo su estela: Los pollos viven muy mal.

En base a ello, la UE, propone unas medidas que reducirían un 72% su cantidad en las granjas, con lo que el producto será tan caro que tendremos que decirle adiós. Pero sin problema, porque nos servirán las impresoras para copiarlo, o quizás una fotografía para besarla dentro del santoral de la  inflación que nos ataca, o como en el  mítico final de la película “Casablanca”. ¡Siempre nos quedará París!, mejor dicho, Marruecos, ¡Siempre nos encontraremos con Marruecos suplantando lo nuestro, conquistando lo nuestro, apropiándose de lo nuestro a la chita callando y en cayuco navegando, y la política otorgando, aunque se les vea demasiado la pluma…

Por eso aquí no importa el cierre de pequeñas y medianas empresas en áreas rurales, ni el masivo aumento del precio de las aves de corral para los consumidores, no, lo que importa es que los pollos tengan un cinco estrellas para pasear y fumarse un puro, si les apetece y tomar un whisky escocés, recibir unos masajitos relajantes antes de dormir, e incluso un sueldecillo de 400 euros por cresta.

Si se analizan a fondo los estándares europeos, lo inasumible que piden estos señores de la UE, se percibe claramente que a cambio de tantas locuras  abren una vez más las puertas  a que Marruecos nos venda sus aves (pavos, patos, pollos etc), un país donde no tiene barreras la prohibición de suministrarles antibióticos, y sin control de enfermedades como la salmonella.

¿Y quién cuida a los consumidores?, ¿Quién se preocupa de la cesta de la compra?

No digo que no haya que mejorar las condiciones de todo ser viviente, pero no en terrible detrimento de otros seres, Precisamente para calibrar el equilibrio están los políticos, pero no los sometidos a esa repugnante y sofista agenda 20/30 destinada en teoría a “acabar con el hambre en el mundo”, a hacernos delgadísimos a todo coste llevándonos a comer  bichos, de momento disfrazados de chocolate, barritas energéticas,  pastillas y  batidos de proteínas vegetales.

Es que ellos, los de la casta, los antilopones electos, beneficiarios de unos sueldos astronómicos y seguramente delante de un plato de jamón, de una langostita o unas gambas, han asumido profundamente que la economía va como un tiro y que su bienestar de nuevos ricachones  “No es magia, son tus impuestos”.

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