Rostros y Letras

Entrevista a Juan Vadillo

Beatriz Saavedra Gastélum
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Juan Vadillo

Nació en la Ciudad de México en 1970. En 1995 obtuvo el diploma de composición de jazz en Berklee College of Music, Boston. En 1996 fue becado por el Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes (FONCA), para estudiar un posgrado de improvisación contemporánea, en el New England Conservatory, bajo la dirección de Ran Blake. Fue profesor de guitarra en la Escuela de Música Creativa de Madrid.

Estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y ganó la medalla Gabino Barreda; después obtuvo los grados de Maestría y Doctorado en letras españolas en la UNAM, con dos tesis dedicadas al estudio de la poesía y el flamenco. Ha publicado artículos, teatro, cuentos y poemas en diversos suplementos culturales y revistas. 

En el 2016 Ediciones Sin Nombre publicó su primer libro de poemas El paisaje es un verso de olvido. Del 2015 al 2017, realizó una estancia posdoctoral en el Colegio de México, sobre la poesía de Lorca y Emilio Prados, asesorado por el Dr. James Valender. En el 2020, Bonilla Artigas Editores y la Coordinación de Humanidades de la UNAM publicaron su libro de crítica literaria, El romancero gitano, de la tradición a las vanguardias. En el 2023 Bonilla Artigas Editores publicó su segundo libro de poesía, Tu cuerpo es un jardín de mil instantes. 

Desde enero del 2020 es Investigador Nacional nivel 1, en el Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente es profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde ha impartido clases de literatura desde hace 8 años.                       

¿Cómo describirías tu espíritu creador? 

Mi espíritu creador es una lucha entre la embriaguez dionisiaca y la sobriedad apolínea, entre la desmesura y la mesura, entre el olvido de sí y la conciencia plena, entre la inteligencia delirante y la inteligencia racional, entre la imagen deslavada y la precisión escultórica. 

Es una batalla donde el duende se enfrenta con la musa y el ángel, el duende desmesurado y espontáneo frente a la musa enferma de límites, y frente a ángel de la forma precisa. 

Como nos dice Lorca el duende viene de las raíces de la tierra, sube por las plantas de los pies, mientras que la musa y el ángel vienen de arriba, entran por los ojos y nos deslumbran con su imaginaria luz. Este conflicto es el que genera la tensión necesaria para crear. Esta tensión es el motor de todo lo que escribo y toco en la guitarra. 

Tengo que decir que en mi mundo poético el duende siempre gana la batalla. 

El espíritu pertenece a la musa y al ángel, el duende es visceral y descarnado, es la Pena misma en el presente, es el curso incierto de las hormigas, y el poema incomprensible del delirio.        

¿Qué tan importante es la introspección en tu proceso creativo?

Es una parte fundamental, una mirada hacia dentro donde está lo único que existe. Es encontrar la luz en la sombra. Es el monólogo interior de todos los días, un exilio interior, un camino hacia la locura. Las imágenes de la infancia siempre perdida, el recuerdo del humo de tabaco y la almohada empapada de sueño, es crear hacia dentro la voz de tu único amigo. 

Todas estas voces generan una semilla, fuga, contrapunto a cuatro voces.  

¿Cómo transformas tus experiencias personales en arte? 

Siempre por medio de la sublimación. Un amor imposible que se transforma en palabra, un sueño delirante que se transforma en música, el dolor de la muerte que se transforma en la muerte necesaria para sentir la belleza.

¿Qué crees que tu obra dice sobre tu esencia más profunda?

Nada, mi esencia más profunda es nada, porque nada es el continente del todo. Mi esencia más profunda está en el silencio (equivalente al vacío de los budistas) donde los brahmanes encuentran el Atman; el Atman es quien verdaderamente soy, la máxima introspección, más allá de mi persona (máscara), más allá de lo que soy socialmente o de lo que he creado. De ese silencio viene toda la música que escribo, y también todos los poemas. Ese silencio después de la música y la palabra es lo que queda, lo más importante en el arte. No la música que transcurre sino el silencio que nos deja.  

¿Qué te impulsa a seguir explorando nuevas formas de expresión? 

El dolor, la soledad, la muerte. El amor no correspondido.

¿Cómo percibes el mundo a través de tus ojos críticos?

Creo que el mundo es un engaño, todo lo que se toca muere, deja de existir para siempre. No sabemos por qué estamos aquí, por qué nacimos en esta época, por qué tenemos que morir. Podría decir que aquí hay gato encerrado. Somos marionetas de un Dios o de un misterioso destino, que metafóricamente es el mar.

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