El ensayo ha sido el género literario que nos ha permitido plasmar el pensamiento con mayor rigor y precisión.
Desde Montaigne, este género bifronte, que oscila entre la argumentación y la belleza del lenguaje, ha dado grandes ensayistas a lo largo de la historia.
Francis Bacon, S. T. Coleridge, Alfonso Reyes, María Zambrano, Hannah Arendt, Jorge Luis Borges y Estanislao Zuleta, son algunos ensayistas que han pensado con propiedad los temas de la filosofía, la política, y las artes.
Hoy, muy a pesar nuestro, la narrativa que nos garantiza la objetividad del pensamiento, se ha degradado hasta rayar con lo cursi y lo ridículo.
En el campo de la política ver al Presidente de Argentina Javier Milei, levantando una motosierra como símbolo de su campaña, produce miedo y terror.
En Nicaragua y Venezuela ver coartadas las posibilidades de participación de la oposición en las elecciones, es antidemocrático, propio de los regímenes autoritarios.
En Colombia, escuchar decir a la ultraderechista María Fernanda Cabal que “no hay que dejar que Petro se quede 4 años”, es ir contra la Constitución, contra el Estado de Derecho, y comenzar a urdir el camino hacia el llamado golpe ‘blando’.
Por el lado del periodismo las cosas no son mejores. Algunos comunicadores ya no informan. Por el contrario, viven engavetando la información y construyendo mentiras, en favor de una determinada ideología política.
En este cuarto de siglo, el periodismo va de las fake news a las fuck news.
Este ‘nuevo periodismo’ está representado en los nuevos vástagos de Joseph Goebbels, el jefe de propaganda de Hitler, que dijo: “Una mentira mil veces dicha se convierte en una gran verdad”.
El ensayo ya no está en el umbral del conocimiento. Ante la basura mediática que producen las redes sociales, éste se encuentra en el abismo, como lo afirma el ensayista colombiano, Gabriel Arturo Castro.
Para G. A. Castro, el buen ensayista es aquel que para indagar en la verdad, debe descender al infierno. Como Dante.
Parafraseando al poeta florentino, Castro sabe que para salir del malebolge, debe apoyarse en Beatriz.
Es importante que reivindiquemos el ensayo como la mejor manera de opinar, pensar y argumentar. El ensayo es el mejor medio para tener en cuenta al Otro, así éste piense diferente, y se encuentre en orillas distintas.
Como el autor británico S. T. Coleridge, G. A. Castro sabe que el ensayo es como el viaje. Así como hay un lugar para el ensayista ocioso y errabundo, así mismo existe un espacio para el viajero vagabundo.
Gabriel Arturo Castro es un nómada intelectual, no sólo por su producción poética y su narrativa argumentativa (lleva treinta años de lectura y escritura), sino también, por sus viajes por el Eje cafetero, su amada Pereira, y el Tolima.
