Entre la ley y la honestidad

Herman Melville: la metáfora jurídica de Billy Budd, marinero

Herman Melville - la metáfora jurídica de Billy Budd, marinero - Diego García Paz
photo_camera Herman Melville - la metáfora jurídica de Billy Budd, marinero - Diego García Paz

Herman Melville, escritor estadounidense (1819-1891), afamado por ser el autor de Moby Dick, cuenta asimismo en su obra con la novela titulada Billy Budd, marinero, en la que se describe la historia del joven Billy Budd, quien entra a formar parte de la tripulación del barco dirigido por el Capitán Vere. El nuevo marinero, de rostro angelical, presencia destacable y cuidadas formas, comenzó a prestar sus funciones bajo el mandato del jefe de marineros  Claggart, un ser resentido, amargado y envidioso que lo odiaba profundamente, al ser consciente de su manifiesta inferioridad, a todos los niveles, respecto del recién llegado. Claggart acusó falsamente a Billy Budd de intento de amotinar a la tripulación, y en el careo al que el Capitán Vere sometió a ambos, Billy Budd, impotente ante la falsa acusación, y dado que tenía dificultades para el habla, sin poder defenderse dialécticamente, golpeó a Claggart, quien cayó al suelo, y como consecuencia de la caída, murió. Vere sometió a Billy Budd a un juicio sumarísimo, en el que le fue aplicada la normativa naval, y resultó condenado a muerte, ejecutándose la sentencia. Vere justificó su actuación en el cumplimiento estricto de la legalidad, pero en su lecho de muerte, sus últimas palabras fueron “Billy Budd”.

El relato de Billy Budd, marinero, erige a Herman Melville en un filósofo del Derecho. Sin perjuicio de las valoraciones específicas, desde la óptica actual, sobre si fueron respetadas todas las garantías procesales del acusado (pues la indefensión en el momento de articular su defensa es patente) y si la calificación de los hechos acontecidos merecía, por su aplicación al caso concreto, la pena máxima (evidentemente el homicidio de Claggart fue preterintencional, esto es, en el resultado antijurídico sobrevinieron circunstancias ajenas a la voluntad del sujeto activo que llevaron a un desenlace no querido por él), en el trasfondo de la novela se encuentra la consideración del derecho positivo como un instrumento necesario para regir la vida humana, pero que, a diferencia del pensamiento iuspositivista estricto, conforme al cual el sistema jurídico se autorregula y rige constituyéndose en el paradigma de la Justicia por su propia esencia objetiva, funcionando a modo de silogismo lógico cuando se aplica al hecho, la realidad que expone Melville es que en el caso concreto, en la situación que se valora, quien aplica la norma y la interpreta para subsumir el hecho en ella (y que puede ser Vere, como cualquier otra persona; el propio lector), tiene un cargo de conciencia hasta el final de sus días, por lo que esa pretendida lógica, aséptica y objetiva aplicación de la norma al caso ha saltado por los aires. 

Con ello, la conclusión a la que se llega es doble: por un lado, que el Derecho, como instrumento que es, puede ser utilizado de una forma perversa, para buscar un fin concreto, de modo que esa autosuficiencia que predican los iuspositivistas es cuestionable; y por otro, que cualquier aplicación del Derecho no se puede separar de la equidad, esto es, y al margen de términos jurídicos, de la moral y de la verdadera Justicia, que como valor, trasciende a la norma positiva y es la razón de su legitimidad, de modo que una aplicación del Derecho que no sea virtuosa lo convierte en una monstruosidad, en un burdo intento de legalizar un acto vil. De nuevo, como vemos, el imprescindible Derecho Natural vuelve a ser invocado para evitar que el aforismo “summum ius, summa iniuria” se convierta en una moneda de curso corriente.

Billy Budd, marinero es una obra de lectura obligada no solo para los interesados en el asunto jurídico y con gusto por la buena literatura; en la actualidad, cualquier persona que conoce las vicisitudes y los caminos que está recorriendo el poder, que comprueba como la ley y su interpretación adquieren una elasticidad tal que hacen de lo blanco, negro según interese, y se pregunte por qué en la balanza que determina la toma de una decisión pesa más lo personal que lo colectivo, no siendo la ética precisamente una prioridad (dejando al margen los eufemismos y las palabras vacías, en tanto que no acompañadas de actos que acrediten la existencia de moralidad) tendrá a su disposición un relato nada lejano, sino una descripción atemporal de la parte más oscura del ser humano, que alcanza a la sociedad y retrata a quien tiene en sus manos el futuro de todos cuando su forma de proceder no descansa en la ética pública. 

“Cuando se declara la guerra ¿se nos consulta previamente a nosotros, los combatientes encargados de ella? Luchamos cumpliendo órdenes. Si nuestro juicio aprueba la guerra, es mera coincidencia”.

“Existen algunos momentos y ocasiones extrañas en este complejo y difícil asunto que llamamos vida, en que el hombre toma el universo entero por una broma pesada, aunque no pueda ver en ella gracia alguna y esté totalmente persuadido de que la broma corre a expensas suya.”

“El verdadero viaje de descubrimiento consiste en tener nuevos ojos para ver el mundo.”

“La verdad es como una perla en el fondo del mar, solo puede ser encontrada por aquellos que se atreven a bucear en las profundidades.”

Diego García Paz
Letrado Jefe de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid.
Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Filósofo y escritor.

Más en Opinión