Andanzas. Vivencias. Poesía.

Juan de Castellanos y su poema fundacional

Elegías de Varones ilustres de Indias.

William Ospina en su libro, Auroras de Sangre: Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América, (Bogotá, 1999) da cuenta de la fuerza estética de los versos, la gracia narrativa, junto con la altura moral del poeta autor de Las Elegías. Ospina analiza los difíciles procesos culturales en el dramático y sangriento “choque de culturas, de lenguas y de dioses”. Ospina admira el espíritu curioso y la extraordinaria capacidad de observación que lo ayudaron a ver lo que era distinto, a detenerse en las cosas precisas y minúsculas y construir con toda su sensibilidad un monumento perdurable. Hombres como Castellanos no abundaron en su época y ya es mucho que entre miles haya habido unos cuantos a los que no enceguecía la codicia ni el sentimiento de superioridad ante todo lo distinto” (WO 60). “El poeta que se nos revela en cualquier página de Las Elegías, es el digno, el iniciador de unas literaturas que hoy conmueven al mundo” (WO 391). 

Juan de Castellanos nació en Alanís, un pueblo aledaño a Sevilla en 1522. De niño fue pastor como todos los niños de su aldea. Recibió su educación bajo la tutoría de Miguel de Heredia, el cura letrado quien lo llevó a Sevilla, le enseñó gramática, preceptiva, oratoria y latín, educación que le permitiría hacerse sacerdote, cronista y poeta. Su pasión, además de la poesía, fue la música. Fiel soldado del Rey fue también explorador y aventurero. Llegó a América en 1539, el mismo año de la fundación de Tunja.  Estuvo primero en Puerto Rico, las Islas del Caribe y las costas de Venezuela. Fue comerciante de perlas y minero en la Sierra Nevada de Santa Marta. Tenía 22 años cuando llegó a Colombia. Fue ordenado sacerdote en Cartagena en 1554, a los 32 años de edad. Se afincó en “la noble y leal ciudad de Tunja” donde en 1568 recibió el nombramiento eclesial de Beneficiado. Construyó la catedral de Tunja, la primera de Colombia y es gestor cultural en el ambiente refinado de artistas e intelectuales que ya se percibía en la ciudad. En 1570 escribe la primera parte de su obra, dedicada al Rey Felipe II y en 1592 culmina la cuarta parte. Muere en 1607. Castellanos fue el español que vino a América se arraigó en ella, aprendió de ella, admiró sus gentes, la exuberancia y belleza de su paisaje, exaltó las ciudades recién fundadas y halló allí “una tierra de oro, tierra bastecida, / tierra para hacer perpetua casa”.

Las Elegías (1570-1592) son el poema más extenso en lengua castellana con 113.609 endecasílabos en octavas reales que el poeta divide en cantos y que forman las cuatro partes de su asombroso poema heroico.  Castellanos sólo vio publicada la primera parte en 1589. Después vienen tres siglos de silencio y olvido porque no sería sino hasta 1847 cuando se publican en España las tres primeras partes y en 1886 se publica la cuarta parte con el título de Historia del Nuevo Reino de Granada. En Colombia, el país donde nacieron Las Elegías, donde vivió Castellanos por 63 años de sus 85, su obra apenas se publica en 1955, en la Biblioteca de la Presidencia de Gustavo Rojas Pinilla. La edición más reciente es de 1997 por el académico Gerardo Rivas Moreno, en un solo tomo. En 1958, Ulises Rojas escribió la biografía más completa del poeta cronista con investigación en el Archivo de Indias.  Los cuatro tomos abarcan desde la llegada de Colón al Nuevo Mundo hasta 1592. Cien años que incluyen la conquista y principios de la Colonia. Testimonia en sus cantos las proezas de los conquistadores y la acción heroica de los indígenas en defensa de su tierra. El suyo es un canto en lengua castellana a la naturaleza americana recién descubierta, a su flora y fauna: “La piña y la guanábana aroman el camino.”

Su Poética y su Ética se definen en un ajustarse a la verdad y a la objetividad con la convicción de que todo merece contarse y poetizarse. “Porque las grandes cosas que yo digo / su punto y su valor tienen consigo”. “Pues como canto casos dolorosos / pareciome decir la verdad pura / sin usar de ficción ni compostura”. (t,1 59). Castellanos escribe lo que ve y vive y acude a fuentes fidedignas: “Como me lo contaron os lo cuento”. Se aprecian en su lírica, su asombro, gozo y tristeza. A menudo se encuentra la nota moralizante. Mantiene una posición intermedia entre Bartolomé de las Casas, defensor de los indígenas y González de Oviedo, defensor del Imperio. Aunque la palabra indio cobró un cariz genérico, Castellanos supo apreciar la diversidad de culturas, lenguas y tradiciones de los indígenas y los individualizó al incluir sus nombres propios a la par con el catálogo de los conquistadores. Asimismo, identifica a la mujer indígena. Un ejemplo es la india Catalina quien acompaña a Pedro de Heredia y otro es La Cacica Gaitana.

Castellanos narra y describe transmitiendo en sus versos intensidad de vida. Su lengua es culta con latinismos y citas de los clásicos. Las Elegías son también elogios. Incluyen catálogos, discursos, anécdotas y aun la picaresca. Abunda en metáforas y anticipa el barroco con el uso del concepto, el hipérbaton y el tema del desengaño. Un ejemplo del discurso es el exaltado poema contra Francis Drake por el asalto a Cartagena: “Un caso duro, triste y espantable, / un acontecimiento furibundo / aquella destrucción y asolamiento / que hizo el capitán inglés, dicho Francisco”.

 Meléndez Pelayo critica la mezcla de lenguas indígenas con el español en las Elegías porque dificulta la lectura y en defensa de la pureza de la lengua castellana. Para orientar al lector, Castellanos escribe el vocablo indígena con un sinónimo aproximado del léxico castellano: Escribe: “Ajíes o pimientos / pajizas casas o bohíos / reyes o caciques / barcas o piraguas.” “Nombrar es crear”, ha dicho Borges. William Ospina considera Las Elegías “Uno de los más singulares tesoros léxicos del Siglo de Oro”.

Los Varones Ilustres fueron conquistadores, fundadores de ciudades, expedicionarios, sacerdotes, escritores, villanos y héroes identificados con epítetos como es común en la épica medieval y se dice de dónde vinieron y quiénes eran sus hermanos, parientes y sus esposas, llamadas doñas, y sus hijos. Castellanos escribe atendiendo a lo heroico junto con lo humano. “Veréis muchos varones ir en una / Prosperidad que no temió caída…/ En los inciertos cambios desta vida; / otros venir a tanta desventura / que el suelo negaba sepultura” (94). Ospina recalca la “Vocación de justicia” de Castellanos. “Honro a los que merecen ser honrados, / pero reprehendo perversos atrevidos, /que, sin ley, y sin rey, y sin enmienda, / a cualquier maldad sueltan la rienda (M.166). La maldad de Lope de Aguirre queda confirmada: “Ensangrentó las playas y caminos”. 

Los indígenas según el poeta son “Hijos de la tierra”.  El poeta admira la vistosidad de sus plumajes, el oro en las pecheras, su imponencia, su valor indómito, su agilidad en la tierra y en el agua y su armonía con la naturaleza. Pero también describe su furia y rebeldía, las sangrientas batallas, el impacto fatal de sus flechas venenosas. Es una contienda cruel. El poeta lamenta: “quien más pelea y el que más trabaja / no conoce victoria ni ventaja”. A la postre, el poeta sintetiza la subyugación de los nativos: “Y que los naturales antes bravos / servían ya mejor que los esclavos.” (En 1562 se inicia la trata de esclavos en el Nuevo Mundo.) 

La llegada de los conquistadores a la sabana de Bogotá:

Me interesa resaltar el canto de la llegada triunfante de Gonzalo Jiménez de Quesada y sus hombres al país de los Guanes y los Muiscas: “tierras fértiles, gratas y amenas / rodeadas de prósperas culturas…gran multitud de naturales / de telas de algodón aderezados / varias de colores y pinturas” (239). A los ojos de los conquistadores se abría la prístina sabana de Bogotá: “Y cuanto más encumbra las laderas, / más placer es ver las rasas cumbres, / llenas de cultivadas sementeras / que quitan atrasadas pesadumbres. / Tierra rica, llena y abundante que da contentamiento a la vista¨ (M235). ̈Tierra de bendiciones clara y serena / Tierra que pone fin a nuestra pena¨.

Mientras que el oro ocupa un lugar destacado en el culto sagrado del indígena como se aprecia en sus templos, en sus tumbas y en su regio vestuario, para el conquistador, el oro es fuente de riqueza y poderío. Castellanos afirma: ¨Y los rescates de oro por momentos / iban en caudalosos crecimientos.” Pero también advierte la ironía: “Y muchos vemos de riquezas llenos / que procurando más vienen a menos”.

Otra gran empresa del Beneficiado fue la catedral de Tunja: “En aquesta ciudad y en este templo / Cuarenta y cinco años he servido / En vida y en doctrina y en ejemplo / Por la bondad de Dios nada he perdido…/ Capillas hay en el particular / Con tales ornamentos que podrían / Ser ricos en Toledo y en Sevilla”. El beneficiado puso todo su empeño para que la liturgia y el canto sagrado estuvieran siempre a la altura de la belleza artística de esta catedral.Tradiciones que se continúan hasta nuestros días. Los restos mortales del poeta se hallan en la catedral y su legado es venerado en Tunja. La Academia Boyacense de historia continúa el estudio de su obra. La Universidad Juan de Castellanos, fundada en 1989 por la arquidiócesis, fomenta la educación superior. Tunja es ciudad de universidades, academias, arte y cultura. Conserva la arquitectura colonial junto con la moderna. Se le llama “La Ciudad de Tesoros Escondidos”.

Algunos libros sobre Juan de Castellanos incluyen: Juan de Castellanos y otros aventureros por Mercedes Medina de Pacheco es un libro ameno, instructivo e ingenioso. Las Mujeres en las Elegías de Juan de Castellanos de la misma autora da identidad a las mujeres españolas y criollas y su importante contribución en la naciente sociedad. Manuel Alvar estudia la obra de Castellanos en su libro Tradición española y realidad americana, (Caro y Cuervo, 1972).

Para concluir, podemos afirmar que don Juan de Castellanos dio nacimiento cultural a la Nueva Granada (Colombia). Por eso es justo y necesario retornar a nuestros orígenes a través de los cantos del poeta a la América por él descubierta. Es una historia heroica, humana, de triunfos y derrotas, aventura lingüística y ecológica. Casi diríamos que hablamos de Cervantes y sus criaturas con sed de hazañas, entre las armas y las letras. Asimismo, es justo y necesario honrar a los 115 pueblos indígenas que perviven en Colombia y que luchan por conservar sus tierras, sus diferentes lenguas y culturas.

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