De suelta lengua

Lorca según Saura. Saura según Peláe

Lorca según Saura - Daniel Migueláñez
photo_camera Lorca según Saura - Daniel Migueláñez

Tras más de una década como cantante, María Peláe ha consolidado una trayectoria que la ha convertido, a mi parecer, en representante viva de la saga de folclóricas –sin matices oscuros y a sabiendas de la delgada línea que separa el cante de la copla o el flamenco–, recogiendo el testigo honroso, con olor a romero y hierbabuena, de la garra de Lola Flores o el torrente de la Jurado. Ahora se sube a las tablas acompañada de su guitarra no solo como cantante, sino como actriz, sustituyendo a la genial India Martínez en el montaje de Lorca por Saura, último proyecto teatral del tristemente fallecido cineasta, una mirada emotiva y personal del universo lorquiano desde de los ojos del director de la inolvidable Bodas de sangre de Antonio Gades y Cristina Hoyos que, dicho sea de paso, aparecen homenajeados durante la obra.

El texto de Natalio Grueso entreteje varios cuadros de la vida de Lorca –desde los primeros tanteos literarios del poeta, su marcha a Madrid y sus años en la Residencia de Estudiantes, hasta su triste asesinato, pasando por los viajes por el continente americano y sus éxitos internacionales– con textos poéticos, cartas y conferencias del poeta. Sin embargo, el montaje, en una búsqueda interdisciplinar y una mirada abarcadora, también recupera piezas modernas (musicales y literarias –sensacionales las versiones de Aute, Morente o Maite Martín–) que se ponen en diálogo con los temas que se van abordando durante la obra. De esta manera, acompañadas las microescenas de varias proyecciones, quizá ya algo desfasadas, vamos acompañando a Lorca en su travesía vital bajo la mirada personal de Carlos Saura.

María Peláe, sobre la que poco podemos decir acerca de la fuerza de su voz, y que en breve se presentará al Benidorm Fest con «Remitente», ya ha demostrado con creces su talento musical, en torrente que arrastra –inolvidable su álbum La Folcrónica–, aquí encauzado en brillantes versiones como la de Baila este vals, Los cuatro muleros o Fuego fatuo; pero la cantautora emerge en las tablas como una gran actriz, pisa firme el escenario y al abrir sus brazos parece abarcar la mar océana, aportando a su encarnación lorquiana los ángulos flamencos, los brazos como escuadras, las manos extendidas y el cimbrear de un cuerpo que sabe dónde pisa y que, como reza la copla popular, se mueve «como la mimbre /que la bambolea el aire / pero se mantiene firme»; la mirada infinita y el compás corriendo por los nudillos que golpean la mesa.

Aunque la obra tiene a María Peláe como puntal escénico, queda íntimamente arropada por las diestras manos del pianista Antonio Bejarano, que también tantea como actor algunos momentos cómicos, la dulzura de Saturna Barrios y el polifacético Alberto Amarilla. Este último nos regala en la función una clase magistral de interpretación al pasar por casi una decena de personajes que moldea física y vocalmente con una destreza admirable. Su monólogo encarnando al barraco Eduardo Ugarte, que pone en su voz varios textos lorquianos sobre el poder del arte y la cultura en el pueblo, arrancó un enfervorecido aplauso del público, a la altura de su cómico pero medido retrato de Salvador Dalí.

La experiencia escénica que nos regala este Lorca por Saura, mezclando palabra, música, cine, danza y arrojo escénico, es sin duda un regalo para los sentidos, poético, sencillo, sin alharacas, un teatro –con Federico– en el que «explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre».

Hasta el 20 de febrero en el Teatro Infanta Isabel.

 

Ficha artística:

Reparto: María Peláe, Alberto Amarilla, Saturna Barrio, Antonio Bejarano (pianista).

Dirección: Carlos Saura

Dramaturgia: Natalio Grueso

Escenografía: Carlos Saura e Isidoro Ponce

Diseño de iluminación: Dan Tiberiu Gruia

Diseño de vestuario: Almudena Ruiz Ara

Espacio Sonoro: Enrique Rincón

Producción: OKAPI Producciones

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