Luces en la oscuridad

La luz de Carmen Linares

Carmen Linares
photo_camera Carmen Linares

En todas las épocas de la Historia los grandes creadores nos descubren e iluminan el camino por donde debemos transitar. En este mundo de la creación hoy Carmen Linares es la que alumbra y brilla con una luz más fuerte. Esta artista reconocida internacionalmente es el ejemplo más perfecto de la combinación de renovación y tradición. Aplica, así, la recomendación de Nietzsche en El Caminante y sombra, de que los grandes creadores deben conocer los modelos de los maestros anteriores e intentar renovarlos con gracia, de modo que se note al mismo tiempo la sujeción y la victoria. Siguiendo su estela, se formó con los grandes maestros de la época como Pepe de la Matrona, Antonio Mairena, Fosforito, que seguían la gran tradición de don Antonio Chacón y Manuel Torre y, aunque eran un poco mayores que ella, se incorporó a la renovación de sus amigos Enrique Morente y Camarón. 

Carmen Linares ha difundido el flamenco por todo el mundo, con “un poder expresivo extraordinario”, como ha definido su arte The New York Times.  Ha actuado en los escenarios del Lincoln Center de Nueva York, Shinjuku Bunka Center de Tokio, Ópera de Sídney, Royal Albert Hall de Londres, Teatro Chaillot de París, Teatro Real de Madrid, Liceu de Barcelona, los mejores teatros de Granada, Sevilla, Córdoba, Bilbao…y entre sus premios destacan el Nacional de Música del Ministerio de Cultura, el Princesa de Asturias de las Artes, el doctorado honoris causa por la Universidad de Sevilla, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Madrid y recientemente el Latin Grammy a la Excelencia Musical. Unos días antes (07/11/2023) se estrenó en la Cineteca de Madrid el documental Carmen Linares. Cantar con verdad. En el coloquio posterior con las directoras me pidió Carmen que interviniese. Fue muy difícil resumir mis vivencias con ella, como lo es intentar sintetizar ahora su trayectoria. Conocí a los grandes cantaores mencionados, a los dos hombres fundamentales de su vida: su padre Antonio Pacheco y su marido Miguel Espín. Con ellos, con Morente y con Carmen estuve en los mejores tablaos de Madrid, en la Venta la Titi, en Gayango, donde su dueño Carlos Aldana con su inmaculada chaqueta blanca se bajaba con nosotros al sótano para escuchar las voces y las músicas de Matrona, Morente, Varea, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar. Allí se grabaron escenas de Rito y Geografía del Cante, mientras nos atendía el solícito José Luis, que más tarde regentaría VIÑA P. En el año 1975 Carlos se matriculó en un curso de Humanidades en la Autónoma, al que asistía la reina doña Sofía. Creo que celebró en Gayango un catering para sus condiscípulos, pero ni Carmen ni otros artistas ni yo fuimos invitados. No estábamos matriculados en el curso. En la Peña Charlot, donde Pepe de la Matrona ejercía su magisterio, Carmen fue una de las primeras mujeres a las que dejaron entrar y catar. Al final, siempre decía el presidente: “a ocho pesetas cabemos”. Bebíamos solamente vino.

Otra tertulia que visitábamos con frecuencia era la casa de don Elías Terés, catedrático de Árabe de la Complutense y Académico de Número de la Real Academia de la Historia. Nos esperaba ya con su tocadiscos Stibert de los años 60, al que llamábamos picú, adaptación fonética libre del inglés pick up y con varias botellas de Marqués de Riscal. Eran famosas las discusiones, sobre todo las de Matrona y don Elías, en relación, por ejemplo, con el término playera, que no admitía fácilmente Pepe, aunque don Elías le explicaba que no procedía de playa sino de plañidera. A don Elías fueron a consultarle varías veces Antonio Mairena y Ricardo Molina, para su libro Mundo y forma del cante flamenco, de Revista de Occidente. Otros contertulios ilustres eran Caballero Bonald, Félix Grande, Blas Vega. De vez en cuando se cantaba algo para ilustrar una letra, o Félix del Moro lanzaba un grito que hacían oír a las paredes.

Desde la perspectiva actual, los inicios de Carmen sufrieron algunos reparos por su condición de paya como los sufrió la también internacional Rosalía. “Sin yo saberlo, siempre he hecho un poco lo que he querido, he mandado en mí”, cuenta en el documental, citado. “De mi físico llamaba la atención que tenía los ojos verdes, era muy delgadita, el pelito liso, era más de canción yeyé. No parecía flamenca, me decían que qué guapa y yo no me lo tomaba a mal”.

Carmen Linares, además de ser innovadora en las “cátedras flamencas”, también lo fue en los colegios mayores universitarios, Isabel de España, el Johny, del que tuve el honor de ser subdirector general de actividades y al que el historiador Ruiz Ramón califica del “off-Broadway madrileño de entonces” (Historia del Teatro Español. Siglo XX (Madrid, Cátedra, 1975, p. 467).  Y en efecto, lo era, allí representaban independientes Tábano, Goliardos, TEI, se proyectaban las obras de Eisenstein, El gran Dictador de Chaplin, actuaban los grupos de jazz más internacionales, los jóvenes cantautores, Serrat, Aute, Ana Belén, Elisa Serna, Julia León, y por supuesto con los ya consagrados maestros del flamenco, Morente, Menese, Gerena y entre las jóvenes cantaoras la incomparable Carmen Linares. Escuchaba y aprendía de todas esta gran aprendiz de sabia maestra. Cuando cantaba a gusto “le oía la boca a sangre”, como decía Tía Añica la Piriñaca. Creo que asistió al homenaje que organizamos en el Isabel de España en la muerte de La Niña de los Peines, a finales de 1969. Carmen había llegado a Madrid un año antes y en el 1970 ya graba su primer disco acompañado por Juan Carmona Habichuela, con tanta presencia en el documental.

Hace ya casi 20 años yo celebraba en un libro a las creadoras Icíaar Bollaín, Almudena Guzmán, Angelica Liddel, Carmen Linares, Clara Sánchez y Ana Torralva, hoy ya todas maestras. Entonces Carmen se lamentaba de la poca atención dedicada al flamenco: “Lo que ocurre es que en España, no conseguimos que el flamenco sea rotundo. Hace poco decía Carlos Saura que los del cine tendrían que aprender de los flamencos que, sin tener ninguna subvención, funcionan por todo el mundo” (FGC, Seis manifestaciones artísticas. Seis creadoras actuales, Madrid, 2005,). Carmen Linares ha sido siempre una mujer comprometida, sobre todo con la sociedad y con el arte. En el San Juan fue la primera que cantó las coplas sociales de Manuel Balmaseda, un poeta casi sin instrucción, pero con “un sentido más hondo que el de los que escriben versos muy pulidos y aderezados” como le dice Luis Montoto a Machado y Álvarez “Demófilo”.

Carmen Linares es Maestra y cantaora de referencia de la generación de artistas jóvenes como Estrella Morente, Miguel Poveda, Marina Heredia, Arcángel, Pitingo Rocío Márquez, Rosalía….Carmen Linares es una feminista de cuerpo y alma, como lo ejemplifica en su Antología. La mujer en el cante (1996) y lo demuestra en toda su trayectoria literaria.

Carmen Linares ha dado un vuelco al flamenco y al arte en general. Y se lo ha dado por razones artísticas y porque lo necesitaba para su propia supervivencia. Vivir no es sólo sobreponerse, que es ponerse sobre uno mismo, ni sobrevivir o subsistir o reptar. Vivir es ante todo un desafío personal, individual e irrepetible, para hallar la propia felicidad y la de los demás 

Felicidad, éxtasis, aullidos de placer, olivos, vides, higueras… la cueva, la mina, la fragua, la cárcel… Cada uno de sus cantes ha ido indicando el nombre de los peldaños por donde ha ido subiendo a lo largo de la vida. Carmen Linares ha cantado siempre lo que le sale de su corazón y de su mente

El cante en Carmen es un arma y no una máscara, no simplemente un escudo. Su cante es acción, cuchilla, destornillador, punto de aplicación de fuerzas, sentido vector, intensidad, como en Física. Su cante es huella, reguero de sangre que va marcando por donde circula y el punto al que quieres llegar. Su cante abre un universo siempre distinto, el suyo, del que luego hace partícipe a los demás. Su cante tiene mucha contención y mesura, pero no conoce límite, ni en definiciones (Definire en latín es poner límites). Ella no conoce límites ni fronteras, y ha atravesado muchas.

Los presocráticos ya se enfrentaron como nadie a los elementos naturales, dando vueltas a lo mismo desde puntos diferentes. Esta magnífica tarea ha ocupado y preocupado siempre a Carmen Linares. Carmen cree mucho en la perspectiva, en la atención cambiante, en el punto de vista de Ortega, en el relativismo, y desde luego también en lo irracional, en lo no explicable pero cierto, en el arte porque sí. Porque el cerebro ha ido incorporando circuitos desde la primera célula, memoria arcaica que nadie entiende, lo incomprensible pero elemental. La sola razón parecía que nos iba a salvar. No ha sido así. En Carmen podemos hablar de razón irracional, de la razón poética de María Zambrano o de la razón cordial de Ortega y Habermas.

Estamos sólo al principio, pero tranquilos, que ya estoy terminando. Todo se desplaza y renueva. El cante y el arte en general pueden ser una buena forma de conocer. También de esperar, de desear, de soñar despierto, de inventar, de creer en lo imposible. Heráclito sentenció que “si no crees en lo imposible, nunca lo encontrarás”. 

Carmen Linares ha hecho de lo imposible lo posible porque no ha dejado casi nada para sí misma y lo ha entregado a los demás. Su cante desprende energía, relámpagos, rayos, luz en la tormenta, vida. Mucha vida de ella y vida a los demás. Gracias, Carmen, por la vida.

Francisco Gutiérrez Carbajo. Catedrático de Literatura, Académico de Número de la Academia de las Artes Escénicas de España y Académico correspondiente por Madrid de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona.

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