La mirada del centinela

El novio, el prófugo, y la madre que parió a Paneque

Ramón López Pazos
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Según la ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal. El gobierno de Sánchez y sus secuaces ven muy turbio el panorama y se aplican en enmendar la vida política distrayendo al pueblo con dimes y diretes lanzados al enemigo, en este caso, a la mayor enemiga y obsesión del sanchismo, Isabel Díaz Ayuso. 

Ahora es el novio de la presidenta de Madrid el objetivo de sus ardores de estómago. Es lo malo de consumir tanta ponzoña, además de sentar mal, se le agria a uno el carácter, como es el caso de la vehemente ministra de Hacienda, María Jesús Montero. A la ministra fetiche de Sánchez le ha dado por airear los datos fiscales del novio de Ayuso, hecho que ha escandalizado a los inspectores de Hacienda, que lo catalogan de muy grave. Es palmaria la instrumentalización política de tal maniobra; así, pensarán ellos, los bueyes (los ciudadanos) se entretienen pastando y no miran el precipicio a sus pies. La cuestión es seguir jugando al trilero, ¿dónde está la bolita? 

Un gobierno desbordado por las circunstancias que equipara responsabilidades. Me recuerda al enfermo terminal al que el médico con un leve resfriado ofrece la extremaunción, y éste, moribundo, le replica: “no me gusta su tos, doctor”. Un gobierno noqueado que pelea contra un fantasma y se defiende como el púgil de ojos hinchados que lanza puños al vacío. Y en ese combate contra sí mismo que libra el gobierno hay un prófugo, Puigdemont, que hace las veces de árbitro. Un árbitro que le marca las reglas del juego. 

La furibunda Montero declaró hace unos días que es una canallada meterse con la familia de los políticos, a propósito del vínculo de Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, con la presunta corrupción de Air Europa y el desvío de 40 millones a Globalia, holding propietario de la aerolínea, el mismo año que recibió 200 por su rescate. Sin embargo, ahora, aprovechando su condición de ministra de Hacienda, filtra los datos de un ciudadano particular por ser –no lo era en el momento de los hechos- la actual pareja de Isabel Díaz Ayuso. Es lo que tienen algunos bandidos, que se consideran santos. El señor Sánchez, la señora Montero, el señor Bolaños, y demás arrimados a la causa de idiotizar el país, conforman un santoral canallesco al que rezan los separatistas y viceversa. Han logrado su objetivo común: la amnistía ya está aprobada en el Congreso. Pero no se conforman, hay que pervertir la realidad más y más. La propaganda del socialismo es una máquina perfecta, una batidora industrial que mezcla y bate productos inventados para que comamos falsedad a diario. 

El menú Ayuso les pone mucho. Les encanta desayunar con la dieta de mentiras que propalan con la generosidad de un filántropo. Novio a la carta, prófugo a los postres y la madre que parió a Paneque. Todo vale en la cosmogonía sanchista. Mientras, los que habitamos la “fachosfera”, esperamos con impaciencia el milagro de los panes y los peces. De momento, el pan está duro y los peces son arenques fermentados, de esos que despiden un olor fétido y no invitan a su degustación. Por algo Murphy dijo que no veía halagüeño el porvenir del sanchismo. Disculpen, esto último no es cierto, es solo propaganda.

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