La mirada del centinela

La oreja de Trump

Es innegable que la oreja de Trump después del atentado será un icono de la cultura popular norteamericana. Será el Van Gogh de la política internacional, la mácula impresionista del héroe americano. La fotografía del líder republicano con el puño en alto y restos de sangre en su rostro le acercan a la Casa Blanca, la bala solo le rozó la oreja; sin embargo, a Biden le ha impactado de lleno, le deja mal herido, un moribundo que camina hacia su sepelio en las urnas. 

A los norteamericanos les fascina la épica que abona el patriotismo. Un candidato tiroteado es el mejor de los candidatos posibles. ¿Qué es una oreja a cambio de ganar las elecciones? En España, Sánchez donaría sus dos orejas a la ciencia por mantenerse a perpetuidad en el poder. Pero Sánchez no es un patriota, tan solo es un ególatra, y su nación es él. 

Los que sí han demostrado sentir la nación, defenderla y transmitirnos el orgullo patrio, han sido los jugadores de la selección española de fútbol. Nos han dejado mal a casi todos los aficionados, apenas dábamos un duro por ellos en la Eurocopa celebrada en Alemania que han terminado ganando con solvencia. Siete sobre siete, han ganado todos los partidos disputados, un logro que se debe en gran parte al trabajo del entrenador, Luís de la Fuente Castillo. Un señor discreto que ha diseñado un equipo ganador; un hombre de fe que no se ha rendido a la adversidad. Ha dirigido con mano diestra un grupo de jóvenes y talentosos futbolistas que han logrado, aparte del trofeo, unir a los ciudadanos del pueblo español, han sido el pegamento de todas las teselas que conforman el mosaico denominado Reino de España. 

Para sublimar aún más el orgullo nacional, Carlos Alcaraz gana la final del torneo de Wimbledon. El murciano es otro fenómeno que ha tomado el relevo del incomparable Rafa Nadal. Además, es simpático, aspecto que no es irrelevante. Despertar simpatías es propio de ganadores. Por eso, Pedro Sánchez es un perdedor, aun ganando de aquella manera las elecciones. Disculpen que introduzca al presidente del Gobierno entre dos hitos deportivos tan señalados. Es solo para que cotejemos la sideral diferencia entre lo adecuado y lo inadecuado de ejercer la españolidad. 

Tanto en el fútbol como en el tenis suelen ganar quienes mejor tratan la pelota. En política se da el caso de que puede ganar quien sufre un atentado o quien atenta contra su país aliándose con separatistas. Salir ileso de un tiroteo es la mejor campaña. A Trump, qué paradoja, le ha venido bien que un perturbado interrumpiera su mitin de Pensilvania descargando su fusil contra él. La oreja de Trump es la imagen que muchos votantes recordarán antes de meter la papeleta en el interior de la urna. Pero eso es solo un futurible; de momento, disfrutemos de las proezas de nuestros deportistas, los únicos capaces de salvaguardar el orgullo de España, una nación zarandeada por intereses políticos que lucha por mantener su integridad.

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